El adi¨®s de Las Thatcher
MARCHO A Braojos de la Sierra, un lugar de poco m¨¢s de 100 habitantes al norte de Madrid, porque me han contado que el m¨ªtico colectivo de ancianas de esa localidad y banda de punk rural, Las Thatcher, autoras del hit Orfidal, vitamina mundial, relajante universal, se disuelve tras cuatro a?os de perturbar la tranquilidad del pueblo con el ruido y las performances. Nadie sabe muy bien qu¨¦ ha pasado, pero corre el rumor de que la gente empez¨® a decir que sus vecinas Vitoriana, Mari La Ma?a y Mar¨ªa, todas mayores de 70 a?os, se despelotaban cubiertas de flores en las v¨ªas del tren, se enterraban debajo de troncos y hac¨ªan otras cosas tan inmorales como inexplicables. ?Por qu¨¦ se esfumaron antes de dar su primer concierto y con un cowfunding (s¨ª, cow de vaca en ingl¨¦s) de 2.000 euros en marcha para la compra de instrumentos? He venido a seguir las huellas de su paso por el mundo, a hablar con las supervivientes y a tratar de entender.
En el blog de Las Thatcher y en su canal de Vimeo hay un nombre que se repite, el de Laura Corcuera, periodista de 36 a?os, investigadora esc¨¦nica y tambi¨¦n vecina de Braojos. As¨ª que estoy en su casa, escuch¨¢ndola decir que el grupo surgi¨® de reunirse a tomar el t¨¦ para ¡°visibilizar los territorios y las voces de las viejas que lo habitan¡±. Corcuera les propon¨ªa que hablasen de ¡°cosas de expertos¡±: pol¨ªtica, actualidad, redes sociales, medios de comunicaci¨®n¡ ¡°Me interesaban los cuerpos pol¨ªticos de estas sabias a las que solemos enterrar en vida y sus opiniones para romper estereotipos y edadismos¡±. De pronto entra sin tocar la puerta la m¨¢nager de Las Thatcher, Emilia. Ni Laura ni Emi tienen una respuesta cerrada a la disoluci¨®n: ¡°Las fuerzas reaccionarias del pueblo¡±, ¡°los dolores de pie de Vitoriana¡±, ¡°La Caixa, que no quiso apoyar la dinamizaci¨®n de se?oras en el campo¡±¡
Cuando se reun¨ªan con un plato de jam¨®n de Teruel sobre la mesa, Las Thatcher conversaban de todo. Por ejemplo, de Internet. ¡°La red social que hay aqu¨ª es ir a por el pan de la ma?ana. Si no voy no me entero de nada¡±, opina Emi, que pese a su escepticismo ya tiene dos cuentas de Facebook porque una se le desapareci¨® y le volvi¨® a aparecer: ¡°Yo siempre lo dejo abierto porque no tengo nada que ocultar y mi contrase?a es olv¨ªdame¡±. O de cuando La Ma?a descubri¨® Skype: ¡°Ahora hablo tres horas con mi hijo, que est¨¢ en Nueva York, antes me costaba muchas perras y no lo ve¨ªa, ahora es gratis y lo veo, para m¨ª eso es Internet¡±, confiesa en uno de los v¨ªdeos. ¡°Y si me da la gana de ver a un torero, pues lo busco; si quiero ver el pueblo de un t¨ªo m¨ªo, pues lo busco¡¡±.
Las Thatcher eran muy diversas. Duele hablar de ellas en pasado (siempre quedar¨¢n sus temas A m¨ª lo que me gusta es el g¨¹isqui, Chicha y pan), aunque Corcuera anuncia que est¨¢ montando un taller para abuelas en La Cabrera y de ah¨ª saldr¨¢ el nuevo semillero. Antes de irme paso a ver a Vitoriana, ama de casa, bajista y mujer de ganadero, que reh¨²ye mis preguntas sobre el destino de la banda. Alguien, ya no recuerdo qui¨¦n porque acaban de invitarme a un orfidal, quiz¨¢ Corcuera, arguye: ¡°No les sale hacerlo m¨¢s. Abajo el resultado, ?viva el proceso!¡±. Y nos vamos satisfechas.
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