Algo m¨¢s que cero
La campa?a catalana fabrica ideas y enfoques nuevos y acaba con mal colof¨®n
Otra vez la campa?a electoral ha colocado en segundo t¨¦rmino la cuesti¨®n catalana, lo que sorprende, pues se supon¨ªa que era el principal problema pol¨ªtico. Pero se han apuntado ideas nuevas, que arrojan un balance algo superior a cero; al menos tres. Una, el ¡°pacto pol¨ªtico con Catalu?a¡± que acu?¨® el socialista Pedro S¨¢nchez. La sugestiva idea, que completa y singulariza para el caso espec¨ªfico de Catalu?a la propuesta de reforma constitucional federal, ha quedado casi en barbecho, quiz¨¢ por la incomodidad de algunos de los dirigentes menos federalistas del PSOE. Pero ah¨ª est¨¢.
La segunda es la propuesta de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de crear en el Congreso una comisi¨®n dedicada a estudiar la situaci¨®n de Catalu?a y, en su caso, desbrozar soluciones. Tambi¨¦n es positiva, y m¨¢s trat¨¢ndose del primer planteamiento no disruptivo en cuatro a?os lanzado por el nacionalismo antes moderado.
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Y la tercera es la variaci¨®n, confusi¨®n o flexibilidad experimentada por la propuesta de un refer¨¦ndum sobre la independencia, a cargo de Podemos. No ha convencido a muchos sobre la presunta conveniencia de generar un suced¨¢neo del derecho de autodeterminaci¨®n propio de colonias y territorios sometidos a dictadura. Pero ha movido alguna pesta?a sobre su fe ¡ªa lo que se ve, relativa¡ª en la idea, que dejar¨ªan caer en aras de facilitar acuerdos.
Simult¨¢neamente se han sucedido situaciones y enfoques algo distintos a los ya existentes. La incapacidad del Gobierno Converg¨¨ncia-Esquerra de concitar el acuerdo de la antisistema CUP para un presupuesto lo ha colocado en situaci¨®n interina, por lo que es risible el desprecio supremacista a una Espa?a incapaz de pactar un Gobierno (que lo ha sido). Ha impulsado la decisi¨®n (correcta) del president Puigdemont de plantear una moci¨®n de confianza. Ha fracturado a la CUP. Y ha demostrado que la mayor¨ªa parlamentaria independentista era una falacia.
Bajo ese panorama palpita la urgencia de una nueva hoja de ruta que rectifique la alocada estrategia secesionista expr¨¦s, hu¨¦rfana de apoyo internacional y causante de la divisi¨®n de la sociedad catalana. Veremos si los actuales dirigentes est¨¢n a la altura de las circunstancias; l¨¢stima que no hayan aprovechado la ocasi¨®n para macerarla. Lo m¨¢s ins¨®lito ha sido la propuesta ¡ªdel todo surrealista¡ª de la Asamblea Nacional Catalana de celebrar un refer¨¦ndum ¡°unilateral¡±: en rebeld¨ªa.
El colof¨®n de la campa?a ha sido la filtraci¨®n de lo que aparece como un intento de conjura del Gobierno para destruir a los partidos secesionistas mediante el abuso exorbitante de sus competencias de Interior. Lo que duplica, a peor, la responsabilidad del Gobierno en la complicaci¨®n de la cuesti¨®n catalana: primero, no le dio respuesta alguna; despu¨¦s, alent¨® pr¨¢cticas conspirativas deleznables.
Con raz¨®n los nacionalistas (y cualquier dem¨®crata) se han soliviantado, aunque esperan capitalizar el desatino ajeno en las urnas. Claro que el inefable Artur Mas yerra incluso cuando tiene raz¨®n: dice que el episodio demuestra que el Estado mantiene una ¡°matriz franquista¡±. Curioso: a instancias de su Gobierno se nombr¨® a un director de la Oficina Antifraude tan conspirativo... con el ministro de Interior.
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