Fraude moral
Aquellos que usan movimientos projusticia para legitimar caprichos, inmoralidades o conveniencias individuales desprestigian esos movimientos
Mi amiga Andrea me comentaba un suceso del que form¨® parte hace alg¨²n tiempo. Se dirig¨ªa a entrar a un supermercado. En la puerta hab¨ªa un perro atado, probablemente su due?o o due?a estaba dentro comprando. Dos chicas (aparentemente musulmanas: llevaban el pelo cubierto por un pa?uelo) agred¨ªan al perro atiz¨¢ndole con el bolso. Un chico que pasaba por all¨ª amonest¨® a las chicas pidi¨¦ndoles que dejaran al animal tranquilo. Ellas reaccionaron quej¨¢ndose: "Eso nos lo dicen por que llevamos pa?uelo en la cabeza", se dec¨ªan una a la otra. Mi amiga no dud¨® en intervenir. "No, perdona: eso os lo dicen porque est¨¢is molestando al perro", les increp¨®.
Hace tiempo viv¨ª un incidente digno, creo, de ser aqu¨ª narrado: una reuni¨®n hab¨ªa sido convocada a las tres de la tarde en nuestra oficina. Al igual que yo, una compa?era hab¨ªa sido invitada e informada de los detalles de la cita. A las 3.45 mi colega no hab¨ªa aparecido y la increp¨¦; le envi¨¦ un mail: "Hola, Te estoy esperando desde las tres. Podr¨ªas haber tenido la deferencia de avisar que no vendr¨ªas a la reuni¨®n". Al rato, mi colega me vino a ver y, "por machista", empez¨® a gritarme. Estaba roja de rabia, parec¨ªa que las venas de su cuello iban a estallar. Me amenaz¨® con quejarse formalmente a la jerarqu¨ªa y, antes de dejar el despacho con desprecio, me record¨® que yo "no era ning¨²n ministro".
Me qued¨¦ helado, no supe como reaccionar. Recordemos que, en relaci¨®n con el machismo, se llevan a cabo determinadas acciones discriminatorias.
Punto uno: el machismo est¨¢ muy arraigado en nuestra sociedad. A veces incurrimos en ¨¦l sin darnos cuenta. Yo tem¨ªa haber cometido alg¨²n acto inconsciente de machismo hacia mi compa?era. Durante muchos d¨ªas estuve d¨¢ndole vueltas y vueltas al tema.
Punto dos, para corregir injustas situaciones iniciales, hoy es com¨²nmente aceptado incurrir en lo que se denomina discriminaci¨®n positiva. Por ejemplo, a la hora de escoger entre un hombre y una mujer para un puesto determinado en una instituci¨®n en la que las mujeres est¨¢n infrarrepresentadas, parece justo que, ante igualdad de condiciones de los dos candidatos, la instituci¨®n se decante por la mujer.
Algunos hombres gozan de privilegios que fueron alcanzados injustamente. Y es esa injusticia lo que, a mi juicio, constituye el tal¨®n de Aquiles de esos privilegios il¨ªcitos
Pero, tras pensarlo mucho, creo firmemente que el incidente con mi compa?era no tiene absolutamente nada que ver con los dos puntos expuestos: ni la situaci¨®n justifica favorecer (de ninguna manera) a mi compa?era ni exigirle puntualidad constituye atropello alguno hacia ella.
Hay gente que no cree en el feminismo. Err¨®neamente, piensan que ese movimiento pretende arrebatar injustamente a los hombres ciertos privilegios para beneficiarse ¨¦l de esos privilegios. Le acusan de ser un qu¨ªtate tu para ponerme yo. Y el feminismo no es eso. El feminismo es, ante todo, la b¨²squeda de la igualdad y de la erradicaci¨®n de las injusticias.
Algunos hombres gozan de privilegios que fueron alcanzados injustamente. Y es esa injusticia lo que, a mi juicio, constituye el tal¨®n de Aquiles de esos privilegios il¨ªcitos. Yo creo que su origen injusto ser¨¢ el que impedir¨¢ a esos privilegios inmorales perdurar en el tiempo. Pero si la abolici¨®n de esos privilegios injustos no se hace desde la rectitud, la lucha tambi¨¦n fracasar¨¢.
Volviendo a mi ejemplo, lo m¨¢s grave del asunto es que esta compa?era era la encargada de asuntos de g¨¦nero en la instituci¨®n en la que ambos trabaj¨¢bamos. La gente que se aprovecha del feminismo ¡ªque, por otro lado, es leg¨ªtimo, justo y necesario¡ª para su propio beneficio debilita al movimiento.
Y lo mismo sucede con cualquier otra disciplina similar: aquellos que se benefician de movimientos projusticia para justificar caprichos, inmoralidades o conveniencias individuales le hacen un flaco favor a ese movimiento. Adem¨¢s, deslegitiman un trabajo llevado a cabo con sumo cuidado durante decenios por muchos y muchas. Y, por ¨²ltimo, proporcionan argumentos a aquellos que atacan ¡ªpor desconocimiento o por mala voluntad¡ª al movimiento. Se trata de una actitud da?ina y extremadamente contraproducente a la que podr¨ªamos denominar fraude moral.
Miguel Forcat Luque es economista y trabaja para la Comisi¨®n de la Uni¨®n Europea. El prop¨®sito de este art¨ªculo fue escrito por el autor por su propio nombre y no refleja necesariamente el punto de vista de la instituci¨®n para la que trabaja. El prop¨®sito de este art¨ªculo no compromete la responsabilidad de esta instituci¨®n.
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