Irina Shayk: ¡°Mi belleza est¨¢ en el car¨¢cter¡±
La modelo rusa habla de casi todo pero no de Bradley Cooper y de Cristiano Ronaldo
En un sal¨®n del consulado de Italia en Madrid, puesto patas arriba por la puesta de largo de la ginger ale de Schweppes, espera sentada, alerta, la nieta de Galina Shaykhlislamova, una agente de la inteligencia militar de Stalin que luch¨® en la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de la chica de 30 a?os reci¨¦n cumplidos se mueve una cantidad extravagante de gente; al s¨¦quito propio que ha viajado con ella desde Par¨ªs se suma la organizaci¨®n. Hay varias razones para el revuelo, pero la principal es que Irina Sheik, nacida como Val¨¦rievna Shaijlisl¨¢mova y conocida como Irina Shayk, est¨¢ considerada una de las criaturas m¨¢s bellas del planeta.
¡°Si me concediesen un deseo¡±, dice una periodista veterana, con muchos a?os en el oficio y conocida por su rigor y su inteligencia, ¡°no ser¨ªa la paz en el mundo ni mierdas de esas, sino convertirme en Irina Shayk¡±. La frase ilustra el grado de perturbaci¨®n que produce la modelo rusa. Hay bellezas como la de Paul Newman, que se admiran en silencio, y otras como la de Irina Shayk, que llevan a actos de locura. Ella, dice, no es consciente. ¡°Desde luego no me veo as¨ª. Y la gente que me conoce y me rodea tampoco lo hace. Los m¨ªos valoran mi car¨¢cter, mi carisma: ah¨ª est¨¢ la belleza¡±, dice. Y de repente termina: ¡°Mira: un amigo me dijo que aunque fuera fea ser¨ªa mi amigo¡±.
Irina Shayk lo ten¨ªa todo para ser una celebridad: se re¨ªan de ella en clase por su tez oscura, heredada de su padre t¨¢rtaro, y fue sin ninguna gana a acompa?ar a su hermana a una agencia de modelos. A las agencias y a los c¨¢stings hay que ir siempre a acompa?ar a alguien: no hay ninguna lecci¨®n m¨¢s grande en la vida. La top viv¨ªa en Yemanzhelinsk, un pueblo peque?o fundado por cosacos en el que solo hab¨ªa carb¨®n. ¡°Yo me cri¨¦ entre mujeres. Mujeres fuertes. Mi abuela, que luch¨® en la II Guerra Mundial. Mi madre, una profesora de m¨²sica que se qued¨® viuda muy pronto. Mi hermana. Eramos una familia de mujeres y a ninguna se nos doblegaba. Eso me ha ayudado en la vida¡±. En aquella adolescencia, cuando falleci¨® su padre minero, recuerda a su madre pluriemple¨¢ndose y a ella y su hermana pintando en un hospital y ayudando en el huerto familiar (Irina tiene una adicci¨®n: los tomates; los mete hasta en las maletas).
?En qu¨¦ le ha ayudado esa fuerza? ¡°Con los periodistas¡±, r¨ªe. ¡°Deben saber que si insisten con preguntas sobre mi vida privada, yo soy rusa¡±. Lo curioso es que ella quiso ser escritora y periodista. ¡°Hacen un trabajo importante. Tal vez para m¨ª no sea lo ideal ir a cenar y encontr¨¢rmelos, pero si yo trabajo para el p¨²blico debo saber lidiar con mi personaje p¨²blico. Del mismo modo, mi intimidad me pertenece¡±. Nunca pens¨® en ser famosa: toda la ambici¨®n que ten¨ªa era trabajar para ayudar en casa. ¡°Desde luego, tuve suerte¡±. Escrib¨ªa de ni?a historias imaginarias y cuentos. Recuerda lo divertido que era llegar a casa y poner al d¨ªa sus diarios. Y habla de su amor por Dostoievsky. ¡°Conecta¡± con ¨¦l. Sus personajes le ense?an que la empat¨ªa es libre, tambi¨¦n hacia los criminales m¨¢s angustiados.
Irina Shayk es una portentosa construcci¨®n desde abajo que se ha volatizado en una gran marca. Mueve millones, jet privados, novios guapos y famosos (Cristiano Ronaldo, Bradley Cooper). De eso lo que llega a la prensa es una sonrisa profesional y unas respuestas que cita de corrido. Hay algo especialmente rid¨ªculo en la conversaci¨®n que se observa en otras muchas celebridades, tambi¨¦n espa?olas: es tanto el celo que ponen en no hablar de sus parejas que parecen seres asexuados. Irina cuenta los secretos de su familia pero no puede decir de ning¨²n modo que ayer se tom¨® un caf¨¦ con su novio. Y si se le pregunta qu¨¦ le gusta hacer en Nueva York, d¨®nde vive, da una serie de actividades que no incluyen a su pareja. ?No ve f¨²tbol en EE UU? R¨ªe. ?No vio la final de la Copa de Europa en Mil¨¢n? R¨ªe. ¡°No voy a responder a esa pregunta¡±. Pero seguir¨¢ siendo madridista, ?no? R¨ªe, dice que no responde y levanta su mano para chocarla con la del periodista.
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