La cintura como l¨ªmite sem¨¢ntico
El ingl¨¦s quiz¨¢s acentu¨® la confusi¨®n entre ¡°honestidad¡± y ¡°honradez¡±, pero el problema ven¨ªa de lejos
Las palabras ¡°honradez¡± y ¡°honestidad¡± han menudeado en este periodo electoral de cinco meses. Y tenemos un buen l¨ªo con ellas. La misma lengua que logr¨® afinar las diferencias entre ¡°dormir¡±, ¡°adormecer¡± o ¡°adormilar¡±, o entre ¡°jaca¡± y ¡°corcel¡±, se ha enredado durante siglos con ¡°honrado¡± y ¡°honesto¡±.
Salvador de Madariaga (Abc, 20 de junio de 1971) defend¨ªa que la honradez se ha de medir de cintura para arriba, y la honestidad de cintura para abajo. Y a?ad¨ªa: ¡°El que dice ¡®honesto¡¯ por ¡®honrado¡¯ habla o escribe ¡®angla?ol¡¯ o ¡®hispangl¨¦s¡±. L¨¢zaro Carreter tambi¨¦n encontraba en ¡°el plenario influjo del ingl¨¦s¡± ese origen inmediato del problema (El dardo en la palabra, 1997. P¨¢gina 563).
En efecto, el uso habitual de honesty sin distinci¨®n de cinturas fronterizas hizo equiparables las escenas de Bill Clinton con Monica Lewinsky y las intrigas de Richard Nixon con el Watergate. Sin embargo, en espa?ol cabr¨ªa ce?ir el primer caso a una cuesti¨®n de honestidad y situar el segundo en el ¨¢mbito de la honradez. Una diferencia cada vez m¨¢s improbable entre nosotros.
El ingl¨¦s quiz¨¢s haya acentuado esa confusi¨®n, s¨ª; pero el problema ven¨ªa de lejos.
Tiene motivos el lexic¨®grafo Jos¨¦ Mart¨ªnez de Sousa cuando se?ala que en esta cuesti¨®n ¡°se ha tejido un barullo¡± (Centro Virtual Cervantes, 17 de noviembre de 1998). El primer diccionario acad¨¦mico (1734) s¨ª separaba los significados de ¡°honradez¡± (¡°obrar siempre conforme a sus obligaciones¡±, ¡°cumplir la palabra¡±) y ¡°honestidad¡± (¡°compostura¡±, ¡°modestia¡±, ¡°moderaci¨®n y pureza contraria al vicio de la luxuria¡±). Pero despu¨¦s las definiciones se fueron enredando, tal vez porque alguna sinraz¨®n entendi¨® que la honradez de una mujer s¨®lo pod¨ªa ser su honestidad. El l¨ªo definitivo llega en 1869, cuando la Academia incorpora en la entrada ¡°honesto¡± una nueva acepci¨®n: ¡°Honrado¡±. Y as¨ª consagra ambos t¨¦rminos como posibles sin¨®nimos.
Sin embargo, el c¨®digo penal espa?ol ya hab¨ªa acu?ado en 1848 los ¡°delitos contra la honestidad¡± (adulterio, violaci¨®n, estupro¡), y tal denominaci¨®n sobrevivi¨® hasta que en 1989 se eligi¨® la forma m¨¢s laica ¡°delitos contra la libertad sexual¡±. Por tanto, el viejo sentido de la honestidad se mantuvo vigoroso en la ley, aunque flaqueara en el Diccionario.
El lenguaje de hoy muestra una abrumadora preferencia de ¡°honestidad¡± frente a ¡°honradez¡±, aun siendo equivalentes. En el Corpes XXI de la Academia, la relaci¨®n es de tres a uno. En elpais.com, de cinco a uno; en Efedata (archivo de noticias de Efe), de dos a uno. (Google ofrece unos desproporcionados datos de 10,3 millones frente a 419.000).
La lengua ganar¨ªa en precisi¨®n y riqueza si los hablantes reanimaran el t¨¦rmino ¡°honrado¡± para los aspectos civiles y especializaran de nuevo ¡°honesto¡± para los morales. Pero, despu¨¦s de tanto l¨ªo, ya no ser¨¢ f¨¢cil meter a esas dos palabras en cintura.
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