Embajada ante el Vaticano, del canap¨¦ al pucherazo
El ministro del Interior trata de colocar a uno de sus colaboradores al frente de la Obra P¨ªa
Tres d¨ªas antes de la jornada electoral del 20 de diciembre, el embajador espa?ol ante la Santa Sede, Eduardo Guti¨¦rrez S¨¢enz de Buruaga, estuvo a punto de colocar por sorpresa al frente de la Obra P¨ªa ¡ªuna instituci¨®n tricentenaria que explota m¨¢s de 260 inmuebles en el centro hist¨®rico de Roma¡ª a Ra¨²l Armando Sandoval, un abogado que forma parte del c¨ªrculo pol¨ªtico y piadoso del ministro del Interior en funciones, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz. La publicaci¨®n de la noticia dio al traste con un plan lleno de irregularidades y al que se opon¨ªan ¡ªpor su urgencia, secretismo y m¨¢s que aparente enchufismo del Partido Popular¡ª varios consejeros de la Obra P¨ªa, en su mayor parte miembros de la Embajada ante la Santa Sede y representantes de la Iglesia espa?ola en Italia. Lo m¨¢s curioso es que el asunto pareci¨® caer en el olvido hasta que, otra vez de forma sorpresiva y de nuevo tres d¨ªas antes de las elecciones, el embajador S¨¢enz de Buruaga volvi¨® a convocar a la junta de la instituci¨®n para que, sin m¨¢s dilaci¨®n, el 24 de junio procediera a la elecci¨®n del nuevo director. No hace falta decir que, tras un restringido proceso de selecci¨®n, el candidato con m¨¢s posibilidades de convertirse en el director de la Obra P¨ªa era el abogado Sandoval, estrecho colaborador de Fern¨¢ndez D¨ªaz.
Y, tambi¨¦n de nuevo, en cuanto el embajador se enter¨® de que este peri¨®dico se hab¨ªa coscado de la operaci¨®n, volvi¨® a aplazarla. La ¨²nica novedad es que, en esta ocasi¨®n, Guti¨¦rrez S¨¢enz de Buruaga recibi¨® a este corresponsal en su magn¨ªfico despacho de la Piazza di Spagna para garantizarle que lo ¨²nico que pretende nombrando a un nuevo director ¡ªel anterior a¨²n no ha sido despedido¡ª es dar transparencia a una instituci¨®n siempre en entredicho. Asegur¨® que ¡°hace mucho tiempo que ten¨ªa en mente la renovaci¨®n¡±, pero admiti¨® que la manera de ejecutarla puede acarrearle un coste profesional. Se le ve¨ªa inc¨®modo. Como si alguien, con m¨¦todos nada diplom¨¢ticos, lo estuviera obligando desde Madrid a pasar del canap¨¦ al pucherazo.
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