La noche que Mick Jagger propuso un intercambio de parejas a Rod Stewart
Y otras historias ¨ªntimas del rockero m¨¢s mujeriego, Rod Stewart, que act¨²a la semana que viene en Espa?a
En las habitaciones recargadas de aquella mansi¨®n pasaban muchas cosas. Se llamaba The Wick (La Mecha) y pertenec¨ªa a Ron Wood. El guitarrista se la hab¨ªa comprado en 1971 al actor brit¨¢nico John Mills, un hombre 35 a?os mayor que su comprador que se hab¨ªa forjado una s¨®lida carrera en todo tipo de pel¨ªculas desde los a?os 30. Ron Wood, el compa?ero de farra ideal, por aquella ¨¦poca militaba en los Faces con Rod Stewart (a?os m¨¢s tarde Wood pas¨® a los Rolling Stones). El refinamiento con el que hab¨ªa conservado Mills la mansi¨®n iba a contrastar con el trato que le daban los b¨¢rbaros rockeros. La casa era el cuartel general de m¨²sicos brit¨¢nicos millonarios y viciosos. Recuerden: estamos a principios de los 70 y estas estrellas pop eran veintea?eros.
The Wick estaba situada en lo alto de una colina, con vistas al T¨¢mesis y panor¨¢mica privilegiada de Londres. Tres plantas para hacer el cafre y consumir a placer. En el s¨®tano, Wood hab¨ªa instalado un estudio de grabaci¨®n, una especie de escenario para jam sessions y reuniones de amigotes, siempre acompa?ados de bellas se?oritas. Por aqu¨ª se pasaban Elton John, Keith Richards, Pete Townsend, Mick Jagger, Paul McCartney, Rod Stewart...
¡°Supongo que siempre es agradable que te lo pidan y reconfortante que alguien se fije en ti, pero le respondimos que no¡±, afirma, con sorna, el cantante
¡°Una noche, en aquel estudio, Mick Jagger me propuso hacer un intercambio de parejas¡±, ha revelado Stewart. Estaban ellos dos, lozanos y ejemplos de la modernidad en aquellos primeros setenta. Falta saber qui¨¦nes eran ellas. Al lado de Jagger luc¨ªa la ex¨®tica nicarag¨¹ense Bianca P¨¦rez, morena, culta, inteligente. Acababa de casarse con Jagger (en 1971). De la mano de Stewart se encontraba la modelo rubia (como siempre en Stewart) Dee Harrington. A pesar de su corta edad, los dos rockeros hac¨ªa tiempo que bostezaban figur¨¢ndose la vida sexual del resto de los humanos. Ellos buscaban cosas nuevas, otras v¨ªas de placer. Pero Stewart no se atrevi¨®. ¡°Supongo que siempre es agradable que te lo pidan y reconfortante que alguien se fije en ti, pero le respondimos que no¡±, afirma, con sorna, el cantante. ¡°El intercambio de parejas nunca ha sido de mi agrado¡±, zanja el cantante, que atribuye la petici¨®n de Jagger a un deseo de Bianca. Rod, ep¨ªtome del narcisismo, tiene claro que a Bianca le interesaba ¨¦l.
Todo esto lo cuenta Stewart (Londres, 1945) en sus suculentas memorias, publicadas en Espa?a como Autobiograf¨ªa (Plaza & Janes), un libro socarr¨®n, rockanrolero, beodo. Todos los clich¨¦s del rock and roll concentrados en un pu?ado de gozosas p¨¢ginas.
La agitada vida amorosa del carism¨¢tico cantante tiene una presencia palpitante en estas memorias. Rod ha tenido una agitada vida sentimental, casi siempre con modelos rubias. "He sido un granuja rematado", se ha definido. Se ha casado tres veces (la ¨²ltima, en 2007 con la ¨Clo han adivinado- modelo rubia Penny Lancaster, 26 a?os m¨¢s joven que ¨¦l) y tiene ocho hijos de varias relaciones, el mayor 52 y el peque?o 4. Una de las historias m¨¢s descacharrantes es aquella en la que Rod le pidi¨® matrimonio a una chica de una forma (ejem) estramb¨®tica mientras se enamoraba locamente de otra. Vale la pena entrar en detalles.
Todo empez¨® cuando el m¨²sico se mir¨® al espejo y se dijo: ¡°Eres un hombre de 45 a?os dedicado a echar polvos. ?Solo vales para eso? ?Eso es todo lo que tienes?¡±. Y se puso manos a la obra para sentar de una vez la cabeza. Estamos en 1990. Rod hab¨ªa roto con su novia, la modelo texana Kelly Emberg. Ella reaccion¨® r¨¢pidamente iniciando otra relaci¨®n. Y aqu¨ª tenemos un nuevo cap¨ªtulo de la eterna historia "no hay nada m¨¢s pat¨¦tico que un hombre celoso intentado recuperar a una chica".
El m¨²sico se enter¨® de que Kelly estaba haciendo un viaje en barco con su nuevo novio. Y se le ocurri¨® un plan: ¡°?Qu¨¦ pasar¨ªa si Kelly levanta la mirada desde la cubierta del barco y ve mi propuesta de matrimonio escrita en el cielo? ?Hay una forma m¨¢s rom¨¢ntica de hacerlo?¡±.
Una de las historias m¨¢s descacharrantes es aquella en la que Rod le pidi¨® matrimonio a una chica de una forma (ejem) estramb¨®tica mientras se enamoraba locamente de otra. Vale la pena entrar en detalles
M¨¢s feliz que una perdiz, Rod contacta con una empresa de aviones, hace el encargo y escribe el texto: ¡°Kelly, ?quieres casarte conmigo? RS¡±. Con los deberes hechos y convencido de que a Kelly se le va a romper el coraz¨®n y se va a lanzar a sus brazos, Rod se va tranquilamente a tomar unas copas con¡ Sylvester Stallone (s¨ª, ya les advertimos de que la historia era muy loca). En el local, mientras Rod apura su champ¨¢n y recibe lecciones de masculinidad por parte de Stallone, se fija en una chica de la que se hab¨ªa quedado prendado despu¨¦s de verla en un anunci¨® de fitness para la revista Sports Illustrated. Se llama Rachel Hunter, es neozelandesa, y por supuesto trabaja de modelo, el pelo plateado y tiene 21 a?os (recuerden: Rod cuenta 45). La invita a su casa y al final de la noche piensa: ¡°Era evidente que era la persona a la que deseaba dedicar el resto de mi vida¡±. Se encaprichan salvajemente.
Pero, un momento, Rod. Baja de la nube y, con los pies en la tierra, dedica unos segundos a pensar: ?no has enviado un avi¨®n con un mensaje para que otra chica se case contigo? Sudor fr¨ªo. Tiene que cancelarlo antes de que llegue el desastre. El cantante llama a la empresa de avionetas, pero nadie coge el tel¨¦fono. Cae en la cuenta de que es domingo. No trabajan. ?Oh, dios!
¡°Esto es embarazoso. He contratado un avi¨®n para llevar una pancarta diciendo: ¡®Kelly, ?quieres casarte conmigo? RS¡¯. ?Qu¨¦ puedo hacer? ?Rezar pidiendo un hurac¨¢n? No puedo alquilar un segundo avi¨®n que diga: ¡®Lo siento, borra lo de RS¡±, relata el rockero en su libro. Y contin¨²a: ¡°Lleg¨® el domingo y mi grandioso y absurda propuesta matrimonial condenada al fracaso despeg¨®, onde¨® en el cielo y volvi¨® a aterrizar de nuevo sin haber sido avistada por su pretendida destinataria. De verdad que dios existe. Y tambi¨¦n para Kelly, quien, como seguramente ya habr¨¢ quedado claro, merec¨ªa a alguien mejor¡±.
En sus memorias, Stewart reconoce sin rodeos su alto grado de infidelidad durante muchos a?os. "Ninguno de nosotros era especialmente fiel cuando est¨¢bamos de gira", revela sobre su juerguista etapa en los Faces (1969-1975). ?Un ejemplo m¨¢s? As¨ª narra su ruptura con Dee Harrington (recuerden: la chica que iba en el paquete del intercambio de parejas que propuso Jagger): "Dee hab¨ªa volado desde Londres para reunirse conmigo [en Los ?ngeles] aquella tarde, pero dijo que estaba cansada y que se iba a la cama. Le dije a Dee que ten¨ªa una reuni¨®n, lo cual era cierto. Lo que no le cont¨¦ es que la reuni¨®n era en el club nocturno Troubadour con Britt Ekland [una actriz sueca... rubia]". Y, semanas m¨¢s tarde, confiesa: "Aunque estaba con Britt, siempre me fijaba en otras mujeres. Era terrible. Como de costumbre, empec¨¦ a divagar. Tuve una aventura con la actriz Susan George, a la cual conoc¨ª a trav¨¦s de Britt, por lo que resultaba a¨²n m¨¢s embarazoso...". Para luego argumentar, citando a otras conquistas: "T¨¦cnicamente, en aquel momento estaba enga?ando a una modelo de Playboy con otra modelo de Playboy".
Rod Stewart encontr¨® hace a?os la estabilidad con Penny Lancaster, 45 a?os. Empezaron la relaci¨®n en 1999 y llevan casados desde 2007. A sus 71 a?os dice haber sentado, por fin, la cabeza. Ah¨ª queda, para el deleite de los descubridores de intimidades de las estrellas, su historial sentimental, contada por ¨¦l mismo. Unas aventuras donjuanescas con un ¨¦pico r¨¦cord: se las arregl¨® para que nunca le pillaran con las manos en la masa. "Y me pregunto c¨®mo pude tener semejante suerte", remacha el protagonista.
Rod Stewart act¨²a el 5 de julio en Madrid (Teatro Real), el 6 en Lisboa (MEO Arena) y el 9 en Girona (Auditorio de Cap Roig).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.