Peque?a Inglaterra

La confusi¨®n y el caos en la que se encuentra sumida la pol¨ªtica interior brit¨¢nica apenas una semana despu¨¦s de la celebraci¨®n del refer¨¦ndum que aprob¨® la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea es la constataci¨®n palpable, en primer lugar, de la ausencia de un proyecto m¨ªnimamente serio por parte de los defensores del Brexit?y, en segundo lugar, de que acudir a las urnas para echarse en brazos de las consignas populistas tiene importantes consecuencias.

En solo unos pocos d¨ªas, Reino Unido se ha situado ante un panorama absolutamente opuesto a la Gran Breta?a pr¨®spera que promet¨ªan los profetas del Brexit. La lista es larga: un primer ministro conservador, David Cameron, que ha anunciado su dimisi¨®n del Gobierno y del partido; un l¨ªder de la oposici¨®n laborista, Jeremy Corbyn, que se niega a dimitir despu¨¦s de que se lo exijan por abrumadora mayor¨ªa sus correligionarios; una moneda, la libra esterlina, cuyo valor ha sufrido la mayor depreciaci¨®n de los ¨²ltimos a?os; una importante regi¨®n, Escocia, que amenaza con un nuevo refer¨¦ndum secesionista; una superestructura internacional, la Uni¨®n Europea, que demanda a Londres que se marche cuanto antes; un l¨ªder y responsable de la victoria del Brexit, Boris Johnson, que ahora dice que renuncia a todos sus proyectos de liderar a los conservadores y al Gobierno; un pa¨ªs aliado, Polonia, cuya primera ministra ha telefoneado alarmada a Cameron a ra¨ªz de los ataques xen¨®fobos contra sus ciudadanos residentes en localidades inglesas; una instituci¨®n monetaria, el Banco de Inglaterra, cuyo gobernador, Mark Carney, est¨¢ siendo constantemente desacreditado en un momento delicad¨ªsimo para la econom¨ªa del pa¨ªs... No puede extra?ar que, con su habitual flema, la reina Isabel II confesara al viceministro principal de Irlanda del Norte, Mart¨ªn McGuinness que ¡°sigue viva¡± despu¨¦s de una semana en la que han ocurrido ¡°tantas cosas¡±.

La irresponsabilidad de convocar un refer¨¦ndum planteado de tal modo que su resultado impide cualquier margen de negociaci¨®n pol¨ªtica con los dem¨¢s socios de la Uni¨®n Europea, la apat¨ªa manifiesta de importantes l¨ªderes pol¨ªticos, como Corbyn, que defendieron con la boca peque?a la permanencia de Reino Unido en el proyecto com¨²n con mayor ¨¦xito de la historia de Europa y la demagoga soflama nacionalista esgrimida por pol¨ªticos de todas las tendencias han cristalizado en una situaci¨®n impensable hace apenas unos meses. Peor a¨²n. La clara diferenciaci¨®n geogr¨¢fica de los resultados ¡ªInglaterra y Gales han optado por la salida mientras Escocia e Irlanda del Norte por la permanencia¡ª ha servido para abrir de nuevo las viejas y peligrosas cicatrices de la divisi¨®n territorial. La imprevista y apresurada visita de la ministra principal (presidenta regional) de Escocia, Nicola Sturgeon, a Bruselas para reclamar el apoyo de Europa a un nuevo intento secesionista no augura nada bueno en ninguno de los dos lados del canal de la Mancha, haciendo resurgir tensiones y divisiones, como ya se ha encargado de subrayar el veto hispano-franc¨¦s a cualquier negociaci¨®n por separado con Edimburgo.

El resultado del Brexit es pues incertidumbre, confusi¨®n y divisi¨®n. En vez de la gran Gran Breta?a prometida, la consulta nos deja una peque?a Inglaterra.