Panoplia

Don Mariano es un pr¨®cer isabelino, galdosiano, capo del caciquismo espa?ol. Le ha ido bien en la vida y no se entiende que ahora, ya viejuno, no tome el retiro, emigre a sus provincias gallegas y all¨ª, abanic¨¢ndose con el Marca y chupando un puro, abra una notar¨ªa. Parece que no entienda lo poco que le falta para acabar mal, de lo que son anuncio esos manchurrones de papel moneda que le estropean el traje. Deber¨ªa aprovechar la ocasi¨®n y hacer una sortie en beaut¨¦.

Muy otro es el caso de S¨¢nchez, pol¨ªtico de izquierdas que no ha podido luchar contra Franco y por lo tanto siempre le duele esa parte del cuerpo. Ello le obliga a renquear muy tieso entre sus compa?eros (y compa?eras), como si tuviera un hero¨ªsmo escondido que le impidiera caminar recto. ?l, que no ha demostrado ninguna val¨ªa, encarna nada menos que La Izquierda Espa?ola, instituci¨®n religiosa que decide qui¨¦n est¨¢ o no est¨¢ en pecado. En esa funci¨®n ha confirmado no entender ni una palabra de lo que pasa en el siglo XXI.

Viene luego Pablo Iglesias El Joven, que es ontol¨®gicamente joven por muy talludo que se le vea. As¨ª que avanza siempre despacioso, con escoltas a los lados y balanceando las caderas como un pistolero del Oeste. Ha tenido una vida feliz en casa de sus pap¨¢s, no ha trabajado nunca, ignora los rudimentos del contrato laboral, pero est¨¢ obligado a figurar La Juventud, ese ente abstracto cargado de un valor tr¨¢gico desde que los poetas rom¨¢nticos decidieran morirse antes de los treinta. No entiende a¨²n que, para ¨¦l, todo triunfo es un fracaso.

La ¨²ltima cabeza de la panoplia no tiene a¨²n car¨¢cter y cuelga medio desenganchada por falta de convicci¨®n. Una pena, porque podr¨ªa nutrirse de la incompetencia ajena. Si no lo hace, caer¨¢. Y ya no habr¨¢ m¨¢s nada.