La tragedia de los comunes
Por grande que sea el esfuerzo de los gobiernos africanos contra la pesca ilegal, solo la implicaci¨®n activa de la comunidad internacional permitir¨¢ cambiar de rumbo
?frica Occidental se enfrenta a una batalla que determinar¨¢ los medios de vida de millones y la conservaci¨®n del patrimonio marino global. Amparados tras un complejo entramado de dificultades t¨¦cnicas, debilidades institucionales y omisiones pol¨ªticas, las actividades de pesca ilegal y no reportada de operadores privados y p¨²blicos plantea para las comunidades afectadas insoportables costes directos y una masiva perdida de oportunidades. Tomen el caso de Sierra Leona. En este pa¨ªs ahogado por la pobreza y recuper¨¢ndose todav¨ªa de la crisis del ¨¦bola, la pesca supone cerca del 10% de la econom¨ªa nacional, ofrece empleo a m¨¢s de 240.000 personas (muchas de ellas pescadores artesanales y mujeres) y proporciona casi dos tercios del consumo prote¨ªnico nacional. Pero algunas estimaciones sugieren que las capturas ilegales de operadores extranjeros suponen m¨¢s del 25% de las capturas totales, lo que priva al pa¨ªs de recursos esenciales para su desarrollo.
Como si se tratase de un fen¨®meno s¨ªsmico, la pesca ilegal y no reportada provoca en el continente africano un efecto domin¨® en forma de empleos perdidos, alimentos robados, recursos fiscales volatilizados y crecimiento econ¨®mico lastrado. Con siete millones de empleos solo en las regiones central y occidental de ?frica, la pesca ocupa un lugar cr¨ªtico en las fr¨¢giles estrategias de desarrollo de algunos de los pa¨ªses m¨¢s pobres del planeta, como Mauritania, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Angola o Senegal. Las pr¨¢cticas abusivas o no autorizadas han sido fuente constante de conflicto entre los operadores ilegales (provenientes de pa¨ªses asi¨¢ticos y europeos, en su mayor¨ªa) y los pescadores locales, adem¨¢s de alimentar los v¨ªnculos con otros negocios ilegales. El Golfo de Guinea, por ejemplo, fue identificado por el Consejo Europeo en 2015 como un punto caliente de la pirater¨ªa en el mar, lo que desencaden¨® un plan de respuesta por parte de las autoridades internacionales.
Para los pa¨ªses y comunidades afectadas, los efectos de la extracci¨®n pesquera ilegal son el equivalente a un monumental robo a mano armada. De acuerdo con las estimaciones de la FAO, ?frica recibe cada a?o unos 400 millones de d¨®lares en forma de compensaciones por cuotas pesqueras cedidas a operadores extranjeros; pero estos ingresos podr¨ªan multiplicarse por ocho (hasta los 3.300 millones de d¨®lares) si la pesca fuese capturada y exportada por flotas nacionales. Una investigaci¨®n m¨¢s reciente ¡ªpublicada esta semana por el Overseas Development Institute y la Fundaci¨®n porCausa que utiliza datos no conocidos hasta ahora¡ª estima que la regi¨®n de ?frica Occidental podr¨ªa estar perdiendo 306.000 puestos de trabajo como consecuencia de esta situaci¨®n. El control por parte de los operadores nacionales (artesanales e industriales) de la pesca ahora en manos de inversores extranjeros incrementar¨ªa un 10% la mano de obra en este sector (incluyendo 90.000 puestos para mujeres) y fortalecer¨ªa los v¨ªnculos entre el empleo, la protecci¨®n de los medios de vida y la seguridad alimentaria de las familias.
Los efectos de la extracci¨®n pesquera ilegal equivalen a un monumental robo a mano armada
La debilidad estructural de las instituciones locales que deber¨ªan ejercer el control en origen solo es comparable al doble rasero con el que los pa¨ªses m¨¢s poderosos hacen frente a este problema. Mientras los gobiernos de las principales naciones comercializadores de pescado destinan cada a?o a este sector 27.000 millones de d¨®lares en forma de subsidios directos y exenciones fiscales, el conjunto de ?frica Occidental recibi¨® en 2013 71 millones de d¨®lares en forma de cooperaci¨®n para reforzar la gobernabilidad y productividad del sector, m¨¢s de la mitad de los cu¨¢les se quedaron en un solo pa¨ªs (Angola).
El fin de los recursos pesqueros globales y de las comunidades que los sostienen constituye lo que se denomina la tragedia de los comunes, un proceso autodestructivo en el que los intereses de las partes acaban devorando el inter¨¦s com¨²n. ?frica Occidental es uno de los epicentros de esta tragedia. La pesca ilegal y no reportada que se produce en la regi¨®n juega un papel necesario en la sobreexplotaci¨®n catastr¨®fica de los recursos marinos y la desaparici¨®n de algunas especies. Por grande que sea el esfuerzo de los gobiernos africanos, solo la implicaci¨®n activa de la comunidad internacional permitir¨¢ cambiar de rumbo. Dicho de otro modo, ayudar a poner fin al abuso en serie al que se somete a las comunidades pesqueras de estos pa¨ªses no es otra cosa que actuar en beneficio propio.
Gonzalo Fanjul es cofundador de la Fundaci¨®n porCausa y coautor del informe Los peces perdidos de ?frica Occidental
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