Humanos creadores de especies
Las actividades humanas est¨¢n alterando la evoluci¨®n extinguiendo formas de vida, pero 'creando' otras
El Culex molestus no es una criatura de la naturaleza, tampoco es obra de dios. Este mosquito es una creaci¨®n, al menos indirecta, de los humanos. Descubierto en el metro de Londres, en 1999 se comprob¨® que se trataba de una nueva especie evolucionada de su antecesor, el Culex Pipiens, desarrollada en un entorno nuevo como era el del subterr¨¢neo. Tan nueva que su genoma y comportamiento son diferentes, tanto que no pueden tener descendencia si se aparean con los mosquitos de arriba.
El del C. molestus es uno de esos casos en los que las acciones humanas han intervenido en la evoluci¨®n provocando la aparici¨®n de una nueva especie. Es un evento de especiaci¨®n y no es el ¨²nico. Desde el inicio de la expansi¨®n de los humanos modernos hace unos 10.000 a?os, el avance humano ha ido parejo con el retroceso de la vida salvaje. La desaparici¨®n de especies se ha ido acelerando desde hace unos siglos, pero estall¨® en el siglo XX, con una tasa de extinciones 100 veces mayor. Sin embargo, los humanos tambi¨¦n son los causantes de otro proceso menos conocido pero igual de impactante para la naturaleza: la emergencia de nuevas especies.
Una reciente revisi¨®n de lo que la ciencia sabe sobre la aparici¨®n de nuevas especies, publicada en Proceedings of Royal Society B, muestra que los humanos tienen muchas maneras de alterar el curso de la evoluci¨®n. La extinci¨®n de especies es la m¨¢s evidente y la que resta. Pero hay otras, como la reubicaci¨®n de especies, la caza o la creaci¨®n de nuevos ecosistemas, que suman en el balance total de la biodiversidad.
En 300 a?os, han aparecido m¨¢s especies vegetales en Europa de las que se han extinguido
La intervenci¨®n de mayor impacto ha sido, al menos hasta ahora, la domesticaci¨®n de especies.Desde antes de la invenci¨®n de la agricultura hasta ahora, los humanos han domesticado 474 especies de animales y 260 de vegetales. Con la escala temporal suficiente, los rasgos modificados (fenotipo) por la presi¨®n selectiva humana provocar¨¢n una oleada de nujevas especies.
"Vemos ejemplos de domesticaci¨®n que han acabado con la emergencia de una nueva especie", dice uno de los autores de la revisi¨®n, el investigador del Centro de Macroecolog¨ªa, Evoluci¨®n y Clima de la Universidad de Copenhague, Joseph Bull. "Seg¨²n un estudio reciente, al menos seis de los 40 cultivos m¨¢s importante para la agricultura son completamente nuevos", a?ade.
En algunos casos, la nueva especie aparece en unas pocas d¨¦cadas. La hierba cana de Gales (Senecio cambrensis), por ejemplo, es fruto de la hibridaci¨®n de dos plantas diferentes y apenas tiene un siglo. La combinaci¨®n de especies vegetales se ha acelerado desde el siglo XV. Con la era de los descubrimientos se inici¨® tambi¨¦n un progresivo movimientos y cambio de sitio de muchas especies. En los ¨²ltimos 300 a?os, al menos en Europa, han aparecido m¨¢s especies de plantas fruto de la hibridaci¨®n y la reubicaci¨®n de las que se han extinguido.
Hay otra acci¨®n humana que est¨¢ moldeando como pocas el destino del resto de la vida. Tanto la caza como la pesca est¨¢n diezmando a muchas especies. Pero m¨¢s que la cantidad, el efecto determinante es cualitativo: en tierra, elefantes, ciervos o muflones desarrollan colmillos o cuernos cada vez m¨¢s peque?os. En el mar, especies tan importantes como la del bacalao com¨²n ya llevan en sus genes la indicaci¨®n de ser cada vez m¨¢s peque?os. Aunque no hay casos documentados de que esta selecci¨®n artificial haya provocado especiaci¨®n, la modificaci¨®n de rasgos definitorios de una especie altera todo su ecosistema.
El caballito del diablo es un suborden de insectos emparentado con las lib¨¦lulas. La especie? m¨¢s grande (Megaloprepus caerulatus) se ha ido convirtiendo en varias a medida que su entorno original, las selvas tropicales de Am¨¦rica, ha sido fragmentado por la acci¨®n humana. La creaci¨®n de nuevos espacios es otro de los medios por los que el aislamiento de las poblaciones y la ruptura del intercambio gen¨¦tico pueden desembocar en la aparici¨®n de una nueva especie.
Los autores del estudio reconocen que si no hay datos definitivos sobre la tasa de extinci¨®n provocada por los humanos, menos a¨²n sobre la de especiaci¨®n. De lo que est¨¢n convencidos, escriben en sus conclusiones, es que nuevos mecanismos como la modificaci¨®n gen¨¦tica o los planes para resucitar a varias especies, reforzar¨¢n la emergencia de nuevas especies. Pero dudan de que eso sea bueno.
"La creaci¨®n de nuevas especies no es necesariamente deseable", comenta Bull en un correo. Entre las razones que da est¨¢ la f¨ªsica, las nuevas especies pueden alterar el ecosistema, la geogr¨¢fica, la p¨¦rdida y ganancia se puede dar en lugares diferentes del planeta, la social, los humanos tienden a sentir m¨¢s la p¨¦rdida que la ganancia y, por ¨²ltimo, la ¨¦tica: toda extinci¨®n es inaceptable, sin importar cu¨¢ntas vengan a llenar el hueco. Para Bull, en definitiva, "el n¨²mero de especies puede que no sea la mejor forma de medir nuestro impacto sobre la naturaleza".
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