La atracci¨®n sexual hacia los globos y otras parafilias del mundo moderno
Ver explotar un globo, vestirse de peluche, ver a una chica metiendo las zapatillas en una piscina, ver a otra persona llorar... El cat¨¢logo de cosas raras que nos excitan no hace m¨¢s que crecer cada temporada
La mente humana es tan ajena como inabarcable en su potencial para producirse placer con asuntos que cubren todo el arco que va de la chorrada a la entelequia, del capricho al crimen. Entendiendo por placer, claro, algo que va m¨¢s all¨¢ de los genitales. Como para la rica y decadente Clara ¨Cprotagonista de El jard¨ªn de los suplicios (1899), novela del anarquista franc¨¦s Octave Mirbeau¨C el ¨¦xtasis er¨®tico estalla ante el espect¨¢culo del horror de la tortura en una c¨¢rcel china de Cant¨®n, tambi¨¦n para la mayor¨ªa de la gente el deseo es una b¨²squeda insaciable hasta que irrumpe como algo s¨²bito.
Ocurre en Kiki, el amor se hace, de Paco Le¨®n, cuando una de las t¨ªas descubre que padece dracofilia ¨Cexcitaci¨®n por las l¨¢grimas, el llanto y deseo de lamer las pupilas¨C el d¨ªa en que ve berrear como un beb¨¦ a su marido por primera vez. ?Pero cu¨¢nto nos dura el deseo por algo? ?Qui¨¦n nos lo inocula? ?Alguna se?ora sigue poni¨¦ndose cerda con el antifaz y el l¨¢tigo desde que ley¨® 50 sombras de Grey obligada por la publicidad? Lo m¨¢s seguro es que haya pasado a otra cosa. Hace unos a?os flip¨¦ con una pe?a a la que le excitaba ver v¨ªdeos de chicas sumergiendo sus zapatillas de marca en piscinas y ba?eras. Casi siempre rubias con el pelo muy cepillado, sentadas en el borde y metiendo suavemente un pie y luego el otro en el agua hasta empapar lentamente sus zapas. Eso era todo y no trates de entenderlo. YouTube estaba lleno de esos v¨ªdeos y ahora no los encuentro.
El capitalismo es as¨ª. Hace eso con nuestros deseos, los genera y vuelve r¨¢pidamente de usar y tirar
El capitalismo es as¨ª. Hace eso con nuestros deseos, los genera y vuelve r¨¢pidamente de usar y tirar. Todo caduca como el yogur. Se siguen haciendo listas de cosas raras que nos excitan y diccionarios de filias para tenernos controlados. Es in¨²til. Un d¨ªa nos pone vestirnos de tortuninjas de peluche y al otro ya estamos comiendo papel higi¨¦nico compulsivamente (caso real).
El a?o pasado dorm¨ªamos con un secador de pelo encendido (caso real) porque nos daba m¨¢s calor y amor que un t¨ªo, y este a?o nos revelamos lesbianas. Cambiamos, no necesariamente para mejor pero cambiamos. ?Qu¨¦ nos excita en estos tiempos basura? ?Podremos tener una mayor comprensi¨®n del humano contempor¨¢neo a partir de sus nuevas filias? Analicemos. Se sabe de la mujer que tiene orgasmos cuando se cepilla los dientes, lo que puede interpretarse como cierta vuelta a lo sencillo entre tanto dildo supers¨®nico. Otra filia muy de estos tiempos: t¨ªos que buscan mujeres que se parezcan f¨ªsicamente a ellos (?el paso previo a salir del armario?). Hay gente, por ejemplo, que encuentra placer en follar con un al¨¦rgico a la crema de man¨ª embadurnado de ¨¦sta mientras el cuerpo se le hincha y muta hacia lo desconocido (arachibutyrophilia). Cuando veo pelis piratas, me saltan unos pops de porno con extratrerrestres.
Hay gente que encuentra placer en tener sexo con un al¨¦rgico a la crema de man¨ª embadurnado de ¨¦sta
Otra tendencia es el looner porn, que consiste en excitarse con la imagen de gente jugando er¨®ticamente con globos que explotan en pleno magreo. Cuando digo que esto supera la genitalidad pienso en los orgasmos cerebrales desatados por un fen¨®meno biol¨®gico conocido como Respuesta Sensorial Aut¨®noma (ASMR). Solo algunas personas, al escuchar ciertos sonidos susurrantes (unas u?as que abren una bolsa, una mujer que te llama para venderte algo que no quieres o que te dice cosas mientras te peina o maquilla), pueden notar este estremecimiento, un cosquilleo en la cabeza que recorre el cuerpo. Yo lo "padezco". En Youtube pueden encontrarse estos v¨ªdeos "porno" para orejas. Tambi¨¦n encontrar¨¢s gente que se excita viendo v¨ªdeos creados para dar terror. Hay praxis m¨¢s coloridas, como la de ir de fiesta vestido de unicornio, ser adicto a la leche materna (en Jap¨®n, claro, la hay en tetrabrik) o practicar el sploshing, sexo con el cuerpo de encimera, untado de comida en plan guarro. Lo que "excita" hoy a veces recuerda las monstruosas flores sangrantes que crecen sobre las celdas del penal de Cant¨®n. Si todo se agota, menos el poder, ?qu¨¦ ser¨¢ lo siguiente? Como dice la gu¨ªa de El jard¨ªn de los suplicios: "?Habr¨¢ que volver a empezar eternamente!".
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