Ken Robinson: ¡°Pagamos un alto precio por sacar los sentimientos de la escuela¡±
Brillante orador y escritor superventas, asesora a Gobiernos e instituciones para promover un sistema educativo que no encorsete el talento y se tome en serio la creatividad.
HA SIDO asesor del ex primer ministro brit¨¢nico Tony Blair y de m¨¢s de una decena de Gobiernos. Millones de personas siguen sus conferencias, gestionadas por la misma agencia que supervisa las apariciones del pol¨ªtico George W. Bush o el Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz. Sir Ken Robinson ¨Cla reina Isabel II lo nombr¨® caballero en 2003 por el fomento de las artes¨C es uno de los pensadores educativos m¨¢s solicitados de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. Y predica un mensaje devastador para la escuela tradicional: los ni?os nacen con cualidades que, a menudo, el sistema entierra. Su colegio, al que lleg¨® por casualidad, le cambi¨® la vida.
Era un cr¨ªo de rizos pelirrojos que persegu¨ªa un bal¨®n en el barrio de Walton, en Liverpool, cuando su padre sentenci¨®: ¡°Este ni?o jugar¨¢ al f¨²tbol en el Everton¡±. Pero la polio se cruz¨® en su camino. A Ken Robinson (Liverpool, 1950) lo enviaron a un centro de educaci¨®n especial para los descartados del sistema, ni?os con problemas f¨ªsicos o retrasos en el aprendizaje. En aquella clase, que ¨¦l define como ¡°un mont¨®n de individuos diferentes que recordaba a la cantina de La guerra de las galaxias¡±,?sus profesores, Mr.?Strafford y Mrs. York, fomentaron las aptitudes que lo han convertido en uno de los grandes referentes de la ense?anza y en un prol¨ªfico escritor de best sellers./
¡°la gente piensa que es una excentricidad decir que la escuela funciona como una f¨¢brica, pero es cierto¡±.
Ken Robinson llega sonriente a la cita en una oficina compartida a escasos metros del campus de la Universidad de California, en Los ?ngeles. ¡°Llevo muchos a?os aqu¨ª. Ya soy angelino¡±, comenta, aunque su piel p¨¢lida y su acento lo desmientan. El ingl¨¦s se apoya en un bast¨®n ¨Ctiene la pierna derecha m¨¢s corta que la izquierda¨C, tiende una mirada brillante y enarbola un discurso rotundo: ¡°Pagamos un precio muy alto por sacar los sentimientos de la escuela¡±./
Hace 15 a?os que vive en la megal¨®polis californiana. Tras dar clases en la Universidad de Warwick (Coventry, Inglaterra), recal¨® all¨ª con su mujer, Terry, tambi¨¦n de Liverpool y escritora, y con sus dos hijos, James y Kate./
El Elemento. Descubrir tu pasi¨®n lo cambia todo (Grijalbo, 2009), que se ha traducido a 21 idiomas, es su libro m¨¢s conocido. Contiene las historias de ¨¦xito que desgrana en sus charlas. Habla, por ejemplo, de c¨®mo Matt Groening, el creador de Los Simpson, encontr¨® su camino cuando se enter¨® de que ¡°hab¨ªa otras personas que no sab¨ªan dibujar pero viv¨ªan de ello¡±. O del economista Paul Samuelson, que siempre consider¨® los n¨²meros ¡°pura diversi¨®n¡±./
El ¨¦xito de Robinson est¨¢ estrechamente ligado al crecimiento de las redes sociales. En febrero de 2006 protagoniz¨® una charla TED ¨Corganizaci¨®n pionera en proponer un formato de conferencias breves que se difunden por Internet¨C, que desde entonces suma una media de 10.000 visionados diarios y roza ya los 40 millones. En aquella ponencia de 19 minutos y 24 segundos, que titul¨® ?Matan las escuelas la creatividad?, cuenta la an¨¦cdota de una ni?a retra¨ªda que siempre pintaba en clase. ¡°?Qu¨¦ dibujas?¡±, le pregunt¨® la maestra. ¡°Estoy pintando a Dios¡±, respondi¨®. Cuando su profesora le hace entender que nadie lo ha visto nunca, ella replica: ¡°Mejor, en cinco minutos podr¨¢n saber c¨®mo es¡±./
En sus charlas defiende que bailar es tan importante como sumar. Creo que la gente que piensa que bailar no es importante, probablemente ni baila ni nunca lo ha intentado. Y lo digo en serio. Los humanos tenemos un cuerpo, no somos programas, y nuestra relaci¨®n con ¨¦l es fundamental para nuestro bienestar. Muchos problemas del mundo civilizado tienen que ver con la obesidad, la diabetes o la depresi¨®n. En Estados Unidos hay una generaci¨®n de j¨®venes que, por primera vez, puede que vivan menos que sus padres debido a enfermedades cardiacas y otras dolencias vinculadas a una dieta pobre y poco ejercicio. El sistema educativo trata la vida humana como si solo importase lo que existe entre las dos orejas. La danza est¨¢ relacionada con el resto de las artes y ciencias, y yo defiendo una concepci¨®n hol¨ªstica de la inteligencia. Adem¨¢s, resulta que hay un mont¨®n de matem¨¢ticas en la danza, pregunte a cualquiera que baile profesionalmente./
En 1997, el Gobierno brit¨¢nico le pidi¨® formar una comisi¨®n nacional para asesorarle sobre c¨®mo potenciar la creatividad en la escuela de los 5 a los 18 a?os. ?Ha cambiado el sistema educativo desde su informe? El Gobierno actual avanza en sentido contrario, como ocurre en Estados Unidos. Pero el de entonces, con Tony Blair de primer ministro, llevaba tiempo planteando que hac¨ªan falta cambios. El mundo evoluciona r¨¢pida y profundamente, y los sistemas educativos que funcionaban en el siglo XIX no sirven para los retos actuales. Cuando Blair lleg¨® al poder lider¨® una serie de reformas que tuvieron justo el efecto contrario: m¨¢s estandarizaci¨®n, m¨¢s pruebas, un curr¨ªculo menos flexible. As¨ª que unos cuantos le dijimos que, ya que lo pregonaba, deb¨ªa tomarse en serio la creatividad. Si defiendes la alfabetizaci¨®n y te importa que la gente aprenda a leer y a escribir, no te limitas a dejar libros a su alrededor a ver si muestran inter¨¦s. Si vas en serio con la creatividad, necesitas una estrategia para impulsarla, por eso reun¨ª a 50 personas y creamos una comisi¨®n gubernamental para dise?arla./
Robinson forma parte de una corriente de pensadores que busca transformar el sistema con innovaciones, y que se enfrenta a otra, tambi¨¦n muy relevante, que reclama reforzar la disciplina y evaluar de forma sistem¨¢tica el modelo. Rechaza la proliferaci¨®n de ex¨¢menes estandarizados que se da en Estados Unidos ¨Cdonde los alumnos se enfrentan a hasta un centenar de evaluaciones externas a lo largo de su vida escolar¨C y que est¨¢ empezando a implantarse en Espa?a. Su modelo pasa por una escuela que promueva disciplinas como la danza o el teatro, y que experimente con t¨¦cnicas novedosas como el aprendizaje basado en proyectos, consistente en ense?ar a los alumnos a trav¨¦s de casos reales. Por ejemplo, montar una empresa de jabones para aprender qu¨ªmica y econom¨ªa.
Lo cierto es que han transcurrido casi dos d¨¦cadas y sus ideas no han calado. Al menos no de forma mayoritaria. Bueno, es dif¨ªcil saberlo. Pero llevo hablando de esto mucho m¨¢s de 20 a?os. Empec¨¦ en 1972, cuando consegu¨ª mi primer trabajo en educaci¨®n. Y hay otros que comenzaron mucho antes: Maria Montessori, John Dewey y muchos m¨¢s. Siempre ha habido expertos que han reclamado una aproximaci¨®n m¨¢s humana y personalizada y no un sistema que se asemeje a una cadena de producci¨®n industrial. La gente piensa que es una excentricidad decir que la escuela funciona como una f¨¢brica, pero es cierto. Se divide en compartimentos separados, a los que la gente acude durante unas horas fijas; los d¨ªas se distribuyen en bloques de tiempo y los alumnos son evaluados de forma peri¨®dica para saber si son aptos para seguir ah¨ª. A los que no se adaptan se les responsabiliza de su fracaso, pese a que es el sistema el que les ha fallado. La gente entiende esto y cada vez hay m¨¢s colegios que quieren aplicar otras teor¨ªas./
De ellos habla en su ¨²ltimo libro, Escuelas creativas (Grijalbo). La educaci¨®n es un sistema din¨¢mico y complejo. Hablo con mucha gente y a menudo veo que han recibido una influencia positiva porque sienten que, de alguna forma, les estoy dando permiso para innovar. Trato de justificar por qu¨¦ la creatividad no es un conjunto extravagante de actos expresivos, sino la forma m¨¢s elevada de expresi¨®n intelectual. As¨ª funcionan los grandes acad¨¦micos. La ciencia se ha cimentado sobre un pensamiento rico, original y creativo unido al entendimiento cr¨ªtico. Estas charlas han logrado abrir ese debate. Hay pa¨ªses enteros cambiando, como Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y otras zonas de China, que ya empiezan a plante¨¢rselo./
?Y Estados Unidos? A¨²n no. Al menos no a nivel nacional. Lo debaten, como hizo Inglaterra, pero luego hacen algo diferente. Afortunadamente, la educaci¨®n va m¨¢s all¨¢ de los discursos de los pol¨ªticos. Yo trato de ayudar a la gente para que sean ellos los que modifiquen el sistema./
Usted proclama que los t¨ªtulos universitarios ya no valen nada. No es que no valgan nada, es que valen menos. Cuando yo empec¨¦ en esto, si ten¨ªas un doctorado, formabas parte del 0,01% de la poblaci¨®n mundial que lo hab¨ªa cursado, y ya no es as¨ª. Funciona como la inflaci¨®n. Antes, una carrera era todo lo que necesitabas para conseguir un buen trabajo; ahora hace falta tambi¨¦n un m¨¢ster. ?D¨®nde acaba? Supongo que dentro de unos a?os tendr¨¢s que ganar un Nobel para trabajar. ¡°Ah, tienes un Nobel, qu¨¦ bien. Pero ?qu¨¦ tal dominas el Excel?¡±. Las promesas de una buena educaci¨®n superior comienzan a tambalearse. Algunos empiezan a pensar que tal vez no sea imprescindible ir a la universidad. Aunque, de momento, la pelota est¨¢ en el campo de los titulados porque sus rentas son mayores que el promedio. Yo solo digo que eso est¨¢ cambiando./
¡°antes una carrera era todo lo necesario para lograr un buen trabajo. Ahora hace falta tambi¨¦n un m¨¢ster. ?qu¨¦ ser¨¢ lo pr¨®ximo? ?el nobel?¡±.
?A qui¨¦n perjudica el sistema actual? Cuando ves a ni?os a los que la escuela les da un mal servicio, que abandonan las aulas pensando que son est¨²pidos y acaban en las calles como pandilleros, en la c¨¢rcel, en trabajos precarios o que hunden su vida en antidepresivos y alcohol¡ No digo que la educaci¨®n sea la respuesta a todo esto, pero creo que un mejor comienzo vital les brindar¨ªa la oportunidad de descubrir sus aut¨¦nticas cualidades y elegir su camino. Esto ocurre a menudo en los buenos colegios. Hay profesores estupendos que son capaces de rescatar ni?os al borde del abismo y encauzarlos. Cuando digo que es una cuesti¨®n de derechos humanos no es una exageraci¨®n: la gente tiene derecho a dirigir su propia vida./
En lo que Ken Robinson s¨ª parece un aut¨¦ntico angelino es en su aura de estrella. Sus charlas las gestiona la Washington Speakers Bureau, que pide un cach¨¦ de entre 6.700 a 36.000 euros por conferencia. Adem¨¢s de figuras pol¨ªticas estadounidenses, entre los representados de la agencia se encuentra el cocinero Jos¨¦ Andr¨¦s o el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. En 2015 le contrat¨® Meridianos ¨Cque invit¨® a El Pa¨ªs Semanal?a Los ?ngeles para entrevistar a Robinson¨C, la fundaci¨®n espa?ola que busca opciones para menores marginados y que participa en la primera red europea de empleo para j¨®venes exinfractores y en riesgo de exclusi¨®n social./
?Cu¨¢l es el papel de los padres? Ahora trabajo en un libro dirigido a ellos, porque me preguntan mucho, y a veces las familias son parte del problema. Muchas de las presiones que llegan a los colegios provienen de padres angustiados por la educaci¨®n de sus hijos. Otros muchos consideran que el sistema vigente est¨¢ bien y piden m¨¢s deberes y programas de refuerzo. Creo que les puedo ayudar porque solo conocen el modelo que vivieron ellos, y hay algunos mitos que me gustar¨ªa desterrar porque as¨ª presionar¨¢n para lograr un cambio. En Estados Unidos, los Estados est¨¢n aprobando progresivamente el matrimonio homosexual, y eso hace 20 a?os era impensable. No estaba en la agenda, pero la gente transmiti¨® que no ten¨ªa sentido y los gobernantes tuvieron que hacerles caso. El cambio lleg¨® de abajo arriba, como ocurre siempre con los derechos civiles, y as¨ª es como debe transformarse el sistema./
?C¨®mo educ¨® usted a sus hijos? Me lo preguntan mucho y siempre respondo que cada ni?o es ¨²nico. Mis chicos ¨Cel mayor, James, tiene ahora 31 a?os, y Kate ha cumplido 26¨C compartieron colegio en Inglaterra durante un tiempo. Para ¨¦l era bueno, pero para ella no tanto. A James le interesa m¨¢s la teor¨ªa, y a Kate, el dise?o y la danza, y esa escuela era muy acad¨¦mica, as¨ª que decidimos cambiarla. Nos mudamos a Los ?ngeles cuando ya eran adolescentes y la situaci¨®n se repiti¨®. Al final, sacamos a Kate del centro a los 16 a?os y la educamos en casa. Mi mujer se encarg¨® de casi todo. Le dise?amos un programa y luego fue al colegio universitario [con titulaciones de dos a?os]. Lo curioso es que ahora le fascina la educaci¨®n. No la hemos convencido nosotros, pero seguramente nuestra trayectoria le ha influido: dirige un proyecto del Gobierno finland¨¦s, The HundrED, concebido para identificar los cien programas de ense?anza m¨¢s innovadores del mundo./
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