Mejor que nazca pronto
La UE parece estar dirigida por un enorme gobierno de coalici¨®n que hace todo lo posible para impedir que los ciudadanos valoren alternativas
Sherlock Holmes era un extraordinario detective pero un p¨¦simo dem¨®crata: ¡°Uno debe siempre buscar una alternativa posible y, a continuaci¨®n, proporcionar los medios para evitarla¡±. Algo as¨ª parece que est¨¢ haciendo la Uni¨®n Europea desde que se inici¨® la desregulaci¨®n de los mercados, antes del comienzo de la crisis, y, de manera muy acentuada, desde 2008: evitar a toda costa que asome siquiera una posible alternativa al camino ya elegido. Desde que la izquierda abdic¨®, tal y como ha escrito el economista Dani Rodik? y acept¨® que la globalizaci¨®n econ¨®mica se colocara m¨¢s all¨¢ de las instituciones, la Uni¨®n Europea parece estar dirigida por un enorme gobierno de coalici¨®n que, como Sherlock Holmes, hace todo lo posible para impedir que los ciudadanos valoren alternativas, ofreciendo a cambio, simplemente, un cierto equilibrio entre los dos grandes bloques conservador y socialdem¨®crata. Como si equilibrio y alternativa fueran lo mismo y como si los ciudadanos no supieran ni una palabra de en qu¨¦ consiste la democracia.
Resulta que a un buen n¨²mero de ciudadanos esa situaci¨®n les parece angustiosa y opresiva. Porque si no hay alternativa, no hay democracia. Es as¨ª de simple y, como dir¨ªa la gran Eva Hache, ¡°as¨ª me lo aprend¨ª yo¡± y as¨ª se lo aprendieron centenares de millones de personas. Sin alternativa y sin rendici¨®n de cuentas, la democracia queda vac¨ªa de contenidos. Y si la Uni¨®n Europea y sus dirigentes no son capaces de darse cuenta de cu¨¢l es el problema, la ¨²nica soluci¨®n que deja a esos ciudadanos es volver la vista hacia los Estados nacionales donde les parece m¨¢s factible restablecer las alternativas y las rendiciones de cuentas.
Muy probablemente, ese camino llevar¨¢ igualmente al desastre, porque la lucha por recuperar los contenidos de la democracia se mezclar¨¢ y se contagiar¨¢ del nacionalismo, y el nacionalismo nunca llev¨® a ese puerto, sino a otros mucho m¨¢s sangrientos. Si los ciudadanos llegan a creer que la Uni¨®n Europea no vale para permitir las alternativas pol¨ªticas, es decir opciones entre dos o m¨¢s cosas distintas, no habr¨¢ raz¨®n para que quieran permanecer en ella.
Pretender atribuir lo ocurrido en el Reino Unido a la exclusiva responsabilidad de medios de comunicaci¨®n mentirosos y de pol¨ªticos irresponsables (que los hay, sin duda, de los dos tipos, tan abundantes en el Reino Unido como en Espa?a) es una equivocaci¨®n peligrosa. Detr¨¢s del Brexit est¨¢ tambi¨¦n lo que un ingl¨¦s denominar¨ªa ¡°a candid vote¡±, un voto sin malicia, emitido por un ciudadano desconcertado, pero que sigue creyendo, milagrosamente, que tiene un papel pol¨ªtico que asumir. No estar¨ªa mal, pues, que se empezara a plantear tambi¨¦n r¨¢pidamente en Europa la discusi¨®n entre representatividad y participaci¨®n pol¨ªtica. La democracia moderna se organiza a trav¨¦s de los partidos y del principio de representatividad, y sin ellos no existir¨ªa, pero no existe raz¨®n para que no se estudien mecanismos de participaci¨®n popular que ayuden a atajar la frustraci¨®n actual.
El ¨¦xito del art¨ªculo de Rodik, economista turco-americano, reside, no solo en su diagn¨®stico, sino en la esperanza que deja traslucir. Para ¨¦l, la ausencia de un programa alternativo para remodelar el capitalismo y la globalizaci¨®n puede corregirse pronto: el vac¨ªo intelectual de la izquierda, dice, se est¨¢ llenando, no con el fil¨®sofo argentino Ernesto Laclau, sino con quienes defienden reformas radicales en el sector financiero (Anat Admati, la economista israel¨ª, docente en Stanford, que cada vez que habla hace estremecer a los bancos), la innovaci¨®n en el sector p¨²blico (Mariana Mazzucatto, la profesora de Sussex, de 48 a?os, que asesora al laborista Corbyn) o la inversi¨®n p¨²blica a largo plazo (que apoya ya medio mundo). Elementos para una alternativa real. Mejor que nazca pronto.
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