Los miedos de una prostituta
Como en muchos pa¨ªses, en Sud¨¢frica los trabajadores sexuales son delincuentes, algo que les hace todav¨ªa m¨¢s vulnerables a abusos y a enfermedades como el sida
Miedo. Miedo a las palizas, a los abusos, a la polic¨ªa, a ser forzadas al sexo anal. Miedo al arresto, a las violaciones, a los asesinatos, a los secuestros, a la extorsi¨®n, a que se rompa un cond¨®n y al VIH, si es que no lo portan ya. Miedo al estigma, al qu¨¦ dir¨¢n, a que sus propias familias sepan lo que hacen, a poner a sus hijos frente a su realidad. Miedo incluso a enamorarse de un cliente. En una nave a las afueras de Ciudad del Cabo, m¨¢s de una veintena de prostitutas hace terapia de grupo exponiendo todos los temores de un trabajo que en Sud¨¢frica es ilegal. Ser delincuentes por la forma en la que se ganan la vida les hace todav¨ªa m¨¢s vulnerables a todas estas amenazas, algo que, con diferentes tipos de legislaci¨®n, sucede en la mayor¨ªa del mundo.
Gita November, una prostituta transexual de 43 a?os que lleva ejerciendo desde los 25, cuenta que es frecuente que los clientes no le paguen. ¡°Como saben que nuestro trabajo es ilegal y no podemos denunciar si nos ocurre algo as¨ª, simplemente algunos deciden irse sin darnos nuestro dinero¡±, explica. Mejor no cobrar que acudir a la polic¨ªa. ¡°Una vez tuve que ir a la comisar¨ªa por asuntos personales y los agentes me reconocieron de la calle. Sin mediar m¨¢s explicaciones me dieron una paliza y no atendieron mi caso¡±, explica.
Un estudio presentado este martes en Congreso Internacional de Sida que se est¨¢ celebrando en Durban (Sud¨¢frica) muestra que pr¨¢cticamente todas las prostitutas sudafricanas han sufrido alg¨²n tipo de violencia policial. ¡°Tu cliente te viola, vas a la polic¨ªa e incluso ellos abusan f¨ªsica y emocionalmente de ti. Como uno que me dijo que le ense?ase mi vagina para comprobar que estaba da?ada y que as¨ª pudiera ayudarme. Cuando se la mostr¨¦ comenz¨® a violarme. Ni siquiera me atrevo a contarlo porque s¨¦ que se van a re¨ªr de m¨ª¡±, narra una trabajadora sexual que prefiere no desvelar su identidad.
Si casos como los anteriores son frecuentes, es en buena medida porque la prostituci¨®n es un delito en el pa¨ªs, seg¨²n denuncian las organizaciones en favor de los derechos de los trabajadores sexuales. La evidencia les respalda. Varios estudios muestran que la criminalizaci¨®n de la prostituci¨®n es la mejor forma de fomentar los abusos y la propagaci¨®n de enfermedades sexuales. Entre ellos, una serie publicada por la prestigiosa revista m¨¦dica The Lancet en 2014. Seg¨²n estas investigaciones, la descriminalizaci¨®n de los trabajadores sexuales disminuye la violencia entre un 17% y un 20% y reduce el riesgo de infecci¨®n de VIH en un 33% y un 46%. Una de las razones es que la tenencia de condones es una de las pruebas que suelen usar los agentes de los pa¨ªses que criminalizan la prostituci¨®n para arrestar a quienes la practican, as¨ª que un tercio de ellas decide no llevarlos consigo. En Australia, por ejemplo, donde en algunas regiones es legal y en otras no, se ha mostrado que en las primeras hay tasas mucho m¨¢s bajas de infecci¨®n.
¡°Cuando el trabajo sexual no es delito quienes lo practican est¨¢n empoderados para insistir en el uso del preservativo por parte de los clientes y tienen mejor acceso a las pruebas y los tratamientos de VIH y otras enfermedades de transmisi¨®n sexual¡±, asegura el documento 10 razones para no criminalizar el trabajo sexual, de la Open Society.
El ejemplo en Sud¨¢frica es flagrante. Sus meretrices presentan la prevalencia de VIH m¨¢s altas que pr¨¢cticamente cualquier otro colectivo del mundo. Un estudio publicado en 2014 sobre su salud mostraba tasas del 71% en Johannesburgo, de un 40% en Ciudad del Cabo y de un 53,5% en Durban. Para dar una idea de la magnitud del problema, entre los trabajadores sexuales de todo el mundo se calcula que un 11,8% de las mujeres es seropositiva, un 14% de los hombres, y un 27,3% de las transexuales. Eso s¨ª, para contextualizar este dato tambi¨¦n hay que tener en cuenta que la tasa de VIH en el planeta es de un 0,8% frente al 13% de Sud¨¢frica.
Varias organizaciones trabajan en paralelo para presionar al Gobierno a que cambie las leyes y, mientras esto no sucede, a asesorar a las prostitutas para minimizar el abuso y proporcionarle el mayor acceso posible a la informaci¨®n, asistencia legal y sanitaria. En el Equipo de Trabajo para el Apoyo y la Educaci¨®n de los Trabajadores Sexuales (Sweat, por sus siglas en ingl¨¦s), donde las prostitutas hac¨ªan terapia de grupo, no paran de reivindicar el trabajo sexual como ¡°uno m¨¢s¡±. Tienen habilitada una l¨ªnea de tel¨¦fono las 24 horas para que las 153.000 prostitutas que estiman que trabajan en el pa¨ªs puedan llamar en cualquier momento si tienen problemas legales, m¨¦dicos o de otro tipo.
La descriminalizaci¨®n de los trabajadores sexuales disminuye la violencia entre un 17% y un 20% y reduce el riesgo de infecci¨®n de VIH en un 33% y un 46%
Ishtar Lakhani, directora de Sensibilizaci¨®n y Derechos Humanos de Sweat, explica que la mayor¨ªa de las veces que las prostitutas son arrestadas no lo hacen acusadas de incumplir el art¨ªculo 23 de la Ley de Ofensas Sexuales, que desde 1953 penaliza la prostituci¨®n ¡ªpor la que solo han sido condenadas 253 personas en los ¨²ltimos tres a?os¡ª, sino por otras ordenanzas municipales menores, como tirar desperdicios a la calle. ¡°Los polic¨ªas se aprovechan de que muchas veces no conocen sus derechos para maltratarlas y abusar de ellas¡±, explica. Han tratado de sensibilizar a los agentes mediante diferentes cursos, pero existen varios problemas. ¡°Primero, est¨¢n hartos de recibir formaciones de todo tipo y no son muy receptivos. Y segundo, es un poco rid¨ªculo ir a ense?arles que no deben violar y pegar a las prostitutas. ?Claro que no deben hacerlo, como a ninguna otra persona!¡±, se indigna Lakhani, que ha atendido casos escalofriantes: ¡°Hay una agente de un barrio, mujer [enfatiza], que en numerosas ocasiones ha obligado a las prostitutas a tragarse condones usados¡±.
Su organizaci¨®n, junto con Centro Legal para Mujeres (WLC, por sus siglas en ingl¨¦s) ha puesto en marcha un programa de asistentes paralegales: forman a personas que se prostituyen para que ellas mismas puedan dar el asesoramiento b¨¢sico a sus colegas. Esto les permite acercarse a ellos con m¨¢s naturalidad y que su mensaje cale.
Son ellos los que le informan de la existencia de organizaciones como Sweat o WLC y de los programas que realizan. Hace unos meses se puso en marcha uno para para apoyar a las madres. Duduzile Dlamin, que lidera este grupo, explica que la relaci¨®n con los hijos es uno de los mayores miedos que afrontan las trabajadoras sexuales. ¡°Cuando se enteran de su trabajo comienzan a odiarlas porque son estigmatizados. Esto incluso lleva en ocasiones a que abandonen a sus propios cr¨ªos. Trabajamos para que las madres puedan hablar con los hijos sin ser criminalizadas¡±, relata. Para eso, insiste, tienen que cambiar las leyes. ¡°Sud¨¢frica necesita modificar su aproximaci¨®n al trabajo sexual y que sea regido por las misma legislaci¨®n que cualquier otro empleo¡±, reclama.
Pero esto no tiene visos de ser una realidad pronto. Desde hace a?os, la Comisi¨®n de Reformas Legales de Sud¨¢frica est¨¢ estudiando recomendaciones al Gobierno. Seg¨²n anunci¨® el lunes John Jeffery, vicemistro de Justicia, ya est¨¢ concluido y, aunque no es p¨²blico, adelant¨® que sus tesis no se inclinan hacia una descriminalizaci¨®n de la prostituci¨®n. ¡°Es un debate complicado, el Gobierno va a estudiar este informe. Pero hay que tener en cuenta que este es un pa¨ªs conservador y religioso. Si hici¨¦ramos un refer¨¦ndum probablemente la mayor¨ªa de la poblaci¨®n votar¨ªa por que siguiera siendo delito¡±, explic¨® en un foro de la Conferencia Internacional de Sida de Durban. Su presidente, Chris Beyrer, insiste en que desde el punto de vista cient¨ªfico no hay discusi¨®n: ¡°No entramos en c¨®mo los Gobiernos tienen que legislar espec¨ªficamente o qu¨¦ tipo de regulaci¨®n han de hacer, pero la criminalizaci¨®n es la peor de las soluciones, como nos muestra la evidencia".
Una de las patas b¨¢sicas para terminar con la epidemia de sida de aqu¨ª a 2030, tal y como recogen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es frenar su avance en los grupos m¨¢s vulnerables, como son trabajadores sexuales, hombres gays, transexuales, prisioneros y drogadictos. ¡°Ellos suman un 30% de las nuevas infecciones. Si no acabamos con el estigma y la criminalizaci¨®n de estos grupos no terminaremos con el sida¡±, zanja Beyrer.
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