Culto al cuerpo, retrato de una obsesi¨®n
EL CENTRO de su vida es un gimnasio. De tal forma que algunos hasta sacrifican sus relaciones personales por una carrera interminable en busca de un m¨²sculo cada vez m¨¢s voluminoso. Y nunca tienen suficiente. Los m¨¢s temerarios recurren al mercado negro, accesible en la Red, para hacerse con anabolizantes de origen incierto o con inyecciones de hormona del crecimiento. Al final su cuerpo se resiente del castigo: m¨²sculos hipertrofiados hasta la exageraci¨®n, retorno del acn¨¦, ginecomastia (crecimiento irregular del pez¨®n), sudoraciones excesivas, alteraciones bruscas del car¨¢cter y, en los casos m¨¢s graves, complicaciones hep¨¢ticas o disfunci¨®n er¨¦ctil, entre otras dolencias.
¡°El cuerpo necesita tiempo para generar masa muscular. El problema de hoy es la inmediatez. Hay gente que hasta se a¨ªsla de su pareja y amigos¡±.
La obsesi¨®n por la imagen corporal se ha convertido en uno de los distintivos de las sociedades desarrolladas, en las que un f¨ªsico esbelto y musculoso se asocia con el ¨¦xito y el atractivo sexual. Su resultado extremo es la vigorexia, el fanatismo por los m¨²sculos. Sus v¨ªctimas, personas que, ¡°llevadas por el modelo social de culto al cuerpo, desarrollan tendencias obsesivo-compulsivas y adictivas, experiencias negativas con su propio f¨ªsico y baja autoestima¡±, explica Luisa Garc¨ªa Alonso, profesora de la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. El perfil tipo del vigor¨¦xico ser¨ªa un hombre de entre 18 y 35 a?os. Tambi¨¦n hay casos de mujeres, aunque mucho m¨¢s aislados. Faltan datos bien contrastados, pero la psic¨®loga calcula que un 35% de los habituales al gimnasio han ca¨ªdo en la adicci¨®n. Un estudio m¨¢s completo realizado en Francia elev¨® ese n¨²mero hasta el 42%.
¡°Lo primero que recibe un vigor¨¦xico es un refuerzo social: su entorno lo felicita por lo bien que se est¨¢ poniendo¡±, explica Carlos Fanjul, profesor de la Universidad Jaume I de Castell¨®n y autor del libro Vigorexia, una mirada desde la publicidad. Manu tiene 21 a?os y luce un cuerpo arm¨®nico y fibroso que cultiva con regularidad. Pero su musculatura no aumentaba tan r¨¢pido como ¨¦l quer¨ªa y en los meses previos al verano, para exhibirse en ba?ador, sol¨ªa pincharse hormona del crecimiento que compraba a trav¨¦s de la Red, sin ninguna garant¨ªa sobre la composici¨®n de las sustancias. Lo hac¨ªa a escondidas, en su cuarto, sin que se enterase su madre. Hasta que un d¨ªa, tras inyectarse en un gl¨²teo, estuvo media hora tumbado inconsciente en el suelo. El susto le ha servido para dejar de jug¨¢rsela con productos que a veces ni sab¨ªa a ciencia cierta lo que eran.
La eclosi¨®n del culto al cuerpo p¨¦treo se vivi¨® en los a?os ochenta, cuando la comunidad gay, azotada por el sida, empez¨® a frecuentar los gimnasios en un intento de ofrecer una imagen saludable del colectivo. Era la ¨¦poca en que los f¨ªsicos acorazados de Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone se convirtieron en iconos medi¨¢ticos. Lo que empez¨® como una corriente homosexual se extendi¨® por toda la sociedad. En el mundo gay se mantiene esa tribu de talibanes del m¨²sculo.?En los meses anteriores a las fiestas del barrio madrile?o de Chueca, en los vestuarios de muchos gimnasios se oyen conversaciones sobre c¨®mo se hace un ciclo:?ingesta de anabolizantes para lograr un cuerpo 10 a base de forzar el crecimiento de la musculatura brutal y r¨¢pidamente.
Jorge ¨Cnombre ficticio, porque, como todos los consumidores de esteroides consultados, quiere proteger su anonimato¨C tiene 49 a?os, le excitan los hombres supercachas tipo Vin Diesel o Dwayne Johnson, conocido como The Rock, y aspira a tener un cuerpo como ellos. Un monitor de gimnasio le ha dise?ado una dieta de seis ingestas diarias a base de mucha prote¨ªna y le ha vendido unos anabolizantes con un prospecto escrito en turco. Jorge, que conoce los efectos negativos, de momento no se ha atrevido a inyect¨¢rselos. Eso s¨ª, lleva una dieta a rajatabla y se machaca a diario en el gimnasio siguiendo el mandamiento de su entrenador: ¡°Para que crezca el m¨²sculo hay que sufrir¡±. El resultado, por ahora, es una tendinitis irrecuperable en un hombro. Aunque muestra una anatom¨ªa juvenil para su edad, no est¨¢ conforme con su corpulencia, se siente infeliz y le tienta la llamada de las ampollas que descansan en el fondo de su nevera. ¡°Las personas con vigorexia siguen unos ritos diet¨¦ticos muy singulares y a veces alterados. Son incapaces de verse suficientemente grandes y se obsesionan con el ejercicio y la alimentaci¨®n para conseguir cada vez m¨¢s musculatura¡±, comenta Jos¨¦ Ignacio Baile, psic¨®logo de la Universidad a Distancia de Madrid e investigador de trastornos del comportamiento alimentario.
¡°El cuerpo necesita tiempo para generar masa muscu?lar, es un proceso lento, pero el problema de hoy es la inmediatez¡±, apunta Fernando L¨®pez, entrenador personal de 4cuerpos.com, una p¨¢gina web sobre preparaci¨®n f¨ªsica. ¡°Ves casos de obsesi¨®n. Hay gente que hasta se a¨ªsla de su pareja y de sus amigos. Es un problema grave porque falta informaci¨®n real, el 80% de lo que se encuentra en Internet es falso o err¨®neo¡±.
No todos son excesos, por supuesto, y hay muchos practicantes de musculaci¨®n que reivindican sus efectos saludables. Daniel Stella, un madrile?o de 25 a?os que trabaja como cajero en una franquicia de ropa y es aficionado a levantar pesas, asegura que siempre ha rechazado los anabolizantes cuando se los han ofrecido: ¡°S¨¦ que hay gente en este mundillo que los consume, pero yo prefiero trabajar duro en el gimnasio y llevar una dieta saludable¡±. Alentado por su familia, Daniel ha participado en cinco campeonatos de culturismo aficionado, una disciplina que intenta quitarse el sambenito de deporte extra?o y minoritario: ¡°No somos frikis; al contrario, somos gente deportista que hace un gran esfuerzo y sacrificio¡±, proclama Iliyan, un b¨²lgaro de 29 a?os que qued¨® tercero en la categor¨ªa Men¡¯s Physique del campeonato Cervantes 2016.
pulsa en la fotoExhibici¨®n de culturismo celebrada en Alcal¨¢ de Henares (Madrid).Ximena Garrigues y Sergio Moya
Hay voces que defienden el uso de determinadas sustancias si se hace de forma responsable y bajo control. Como Desiree Gazmira, que compiti¨® hace a?os en culturismo femenino: ¡°Deber¨ªa estar controlado por m¨¦dicos y farmac¨¦uticos. El problema es el que busca caminos cortos y no act¨²a con responsabilidad. Esa gente da mala fama al mundillo. Existe, pero no forma parte de esto¡±.
Del mismo criterio es Miguel ?ngel Peraita, especialista en medicina biol¨®gica que pasa consulta en un gran club deportivo de Madrid. Peraita subraya que puede resultar m¨¢s perniciosa una alimentaci¨®n inadecuada que el uso de anabolizantes de forma controlada, ¡°con anal¨ªticas previas y objetivos vigilados por el m¨¦dico¡±. ¡°La diferencia entre un medicamento y un veneno es la dosis¡±, sentencia. Siempre que no se caiga en manos inexpertas, el modelado del cuerpo no tiene por qu¨¦ acarrear consecuencias negativas, defiende este m¨¦dico. Y lo compara con la cirug¨ªa est¨¦tica: ¡°Tan l¨ªcito es ganar musculatura como ponerse pechos¡±.
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