Soldados de la fe
Los yihadistas se diferencian de nuestros soldados por su entusiasmo asesino
A la memoria de Jos¨¦ Ram¨®n Recalde
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Uno de los aspectos que m¨¢s llama la atenci¨®n entre nosotros de los combatientes musulmanes que ahora est¨¢n enrolados en el ISIS, es su car¨¢cter de suicidas. A todos ellos les atribuimos, de forma err¨®nea desde mi punto de vista, una voluntad de morir en el acto que se proponen cometer.
Hay muchos hechos que apoyan el error, como por ejemplo, la muerte de seis terroristas implicados en los atentados de Atocha. Los supervivientes de aquel comando se suicidaron de forma colectiva en un piso de Legan¨¦s al verse acorralados por la polic¨ªa. Pero nadie es capaz de decirnos, como es l¨®gico, si se habr¨ªan suicidado de todas maneras. Puede ser que uno solo de ellos accionara el mecanismo de la bomba que se los llev¨® a todos al otro mundo, sin consultar a sus c¨®mplices. ?Si hab¨ªan huido hasta all¨ª, qui¨¦n nos dice que no pudieran haber seguido huyendo hasta conseguir la salvaci¨®n, f¨ªsica por lo menos ya que no espiritual?
?Y no huyeron a B¨¦lgica los supervivientes de los asesinatos de Par¨ªs?
Lo que est¨¢ claro es que los soldados yihadistas intentan por todos los medios no caer prisioneros. Para ello, tienen adem¨¢s incentivos nada peque?os como el para¨ªso asegurado, lleno no s¨®lo de hur¨ªes, sino de todos los placeres terrenales concebibles.
Los terroristas que pueden, como su antiguo jefe Bin Laden, vuelven a casa sanos y salvos para disfrutar de su estancia en la tierra sin necesidad de pasar por el inc¨®modo tr¨¢mite de inmolarse. Lo que s¨ª es cierto es que el suicidio de los soldados fundamentalistas es mucho m¨¢s frecuente que el de los soldados normales, como por ejemplo los europeos. Para ello, para conseguir que su mentalidad acoja esa posibilidad del suicidio como una salida digamos normal, hace falta una buena preparaci¨®n psicol¨®gica, que se les proporciona en las mezquitas. Un buen imam ofrece a las tropas de la fe una enorme cantidad de energ¨ªa para la lucha. Por eso, los servicios de inteligencia centran una gran parte de sus esfuerzos en los entornos religiosos de los musulmanes afincados en Europa. Eso no nos deber¨ªa parecer tan extra?o. En Espa?a no tenemos lejos el ejemplo orgulloso que daban los carlistas cuando mezclaban la religi¨®n con la lucha en la Guerra Civil: ¡°Un requet¨¦ reci¨¦n comulgado ataca al hombre¡±, se dec¨ªa.
Los terroristas que pueden, como Bin Laden, vuelven a casa sanos y salvos para disfrutar de su estancia en la tierra
O sea, que seguramente lo que distingue m¨¢s al soldado de la fe musulmana de los otros es que tiene m¨¢s entusiasmo por matar. Asume, probablemente, m¨¢s riesgo de lo normal, pero confiere a su acci¨®n un impulso homicida mucho mayor que el que es capaz de ponerle a la suya un polic¨ªa, por ejemplo, encargado de defender la democracia.
Por lo dem¨¢s, hay muchos elementos que nos deber¨ªan permitir identificar los motivos y los sentimientos de los yihadistas. Podemos tomar un ejemplo que no es demasiado lejano, el de los brigadistas internacionales que vinieron a luchar a Espa?a contra el fascismo.
Vinieron dejando detr¨¢s vidas que en muchos casos eran c¨®modas. Y a cambio de nada. Los testigos dicen que derrochaban valor en el combate, que hicieron honor a su selecci¨®n como fuerzas de choque. No peleaban por una religi¨®n, pero casi, porque la gran mayor¨ªa de los brigadistas eran comunistas y se jugaban la vida por el futuro que les pronosticaba Stalin. Esta es una simplificaci¨®n, pero se acerca mucho a la verdad.
En el otro lado, las tropas m¨¢s combativas estaban formadas por legionarios y moros. Las dos, tropas mercenarias, que cobraban por matar.
As¨ª que los yihadistas que mueren demasiado tarde porque se inmolan con cinturones de bombas una vez realizada su acci¨®n asesina, no son muy diferentes a nuestros soldados, salvo por la determinaci¨®n asesina. Un soldado tiene que matar a veces. Un soldado yihadista tiene que matar todo lo que pueda siempre que se trate de infieles.
Y puestos a buscar similitudes, pensemos en los animales que se suicidan despu¨¦s de cometer una haza?a de violencia de g¨¦nero. Nadie dice de ellos que se han inmolado por ninguna fe.
En toda la historia, y la leyenda que los yihadistas se han ido forjando en los ¨²ltimos a?os, hay algo muy importante, que consiste en crearse un aura de soldados llenos de valor, superiores a nuestros humildes soldados que luchan por las libertades.
No es as¨ª. Y eso forma parte del manual para vencerles.
Jorge M. Reverte es escritor.
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