¡®Juno¡¯ en J¨²piter: la odisea espacial se hace realidad
La sonda espacial que visita al planeta es un verdadero prodigio de la ingenier¨ªa y la inteligencia artificial
Aunque desde nuestra perspectiva tel¨²rica y provinciana resulte dif¨ªcil apreciarlo, J¨²piter es el planeta m¨¢s importante del sistema solar en que habitamos. Su masa formidable, que duplica con creces a la de los otros siete planetas juntos, es fundamental para dar forma a sus ¨®rbitas, marcar el destino de los cometas y organizar el cintur¨®n de asteroides que le separa de Marte. Tambi¨¦n fue vital para el origen de la ciencia moderna y de nuestra visi¨®n del mundo. En 1610, cuando Galileo enfoc¨® su reci¨¦n construido telescopio hacia ¨¦l y descubri¨® sus cuatro lunas ¡ª?o, Europa, Gan¨ªmedes y Calisto, cuatro amantes de Zeus¡ª, la Tierra perdi¨® definitivamente su lugar especial en el universo, pues qued¨® patente que no todo giraba alrededor de ella, como ya hab¨ªa previsto Cop¨¦rnico con certeza matem¨¢tica. Hasta ese microcosmos, y con la intenci¨®n de descifrar sus enigmas, ha llegado este mes la sonda Juno de la NASA.
Si las lunas de J¨²piter ¡ªque en realidad son solo los cuatro mayores de sus 67 sat¨¦lites¡ª son los amantes de Zeus, Juno es nada menos que su esposa (a la vez que su hermana, seg¨²n el disoluto y un punto escabroso folclore mitol¨®gico), pero la operaci¨®n de frenado y puesta en ¨®rbita ha procedido sin mayor roce ni contienda. Juno es un verdadero prodigio de la ingenier¨ªa y la inteligencia artificial. La operaci¨®n era muy dificultosa y arriesgada, pero duraba menos de lo que la luz tarda en viajar desde J¨²piter hasta nosotros y volver, de modo que no hab¨ªa ninguna posibilidad de dirigirla desde la Tierra. Juno ha tenido que hacerla solita, y le ha salido bordada. Juno ya es el 68? sat¨¦lite de J¨²piter, en justa igualdad de condiciones con sus rivales en el amor.
Juno no es la primera visitante del gigante gaseoso. La sonda Galileo ya lleg¨® all¨ª en 1995, y varias otras han pasado por su vecindad, porque aproximarse a J¨²piter es una maniobra cl¨¢sica ¡ªefecto honda, o asistencia gravitatoria¡ª para acelerar o desviar la trayectoria de un veh¨ªculo que se dirija a alguna otra parte. Pero, como es habitual, la primera nave espacial que lleg¨® a J¨²piter no fue una obra de la ingenier¨ªa, sino de la imaginaci¨®n. Se llamaba Discovery One, y condujo all¨ª a los doctores David Bowman y Frank Poole, en riguroso estado de hibernaci¨®n, con una misi¨®n vital y misteriosa. Al mando de la nave estaba el ordenador HAL, tal vez el primer ingenio computacional merecedor de un tratamiento psiqui¨¢trico. Y s¨ª, como el lector ya habr¨¢ adivinado, todo esto pertenece a 2001: una odisea del espacio, estrenada por Stanley Kubrick en 1968, pero basada en un relato que Arthur Clarke escribi¨® 20 a?os antes. Grandes mentes.
Cuando finalice su misi¨®n cient¨ªfica, en febrero de 2018, Juno debe morir por imperativo legal. La ley estadounidense exige a la NASA evitar a toda costa la m¨ªnima posibilidad de que alg¨²n microbio terrestre contamine Europa, donde es posible que exista agua subterr¨¢nea y, por tanto, alguna forma de vida. La esposa de Zeus se suicidar¨¢ tir¨¢ndose en ca¨ªda libre sobre su gigantesco amado. The end.
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