Ya no los quiero ni ver
HA DURADO poco la novedad, ?verdad? Bueno, esa sensaci¨®n tengo, y como me considero una persona corriente tiendo a pensar que lo que a m¨ª me pasa le pasa a mucha gente m¨¢s. ?Recuerdan cuando, en tiempos de Aznar, cada vez que ¨¦ste sal¨ªa en pantalla muchos cambi¨¢bamos autom¨¢ticamente de canal porque su mera visi¨®n nos resultaba insoportable, m¨¢s que nada (aunque no s¨®lo) por hartazgo y saturaci¨®n? Daba lo mismo lo que dijera, si su intervenci¨®n era debida a su cuota diaria de televisi¨®n o a un anuncio crucial para el pa¨ªs: si se trataba de lo segundo, ya nos enterar¨ªamos por el peri¨®dico, sin necesidad de sufrir su rostro desde?oso, su cadencia pseudopija, sus acentos de importaci¨®n, su gesticulaci¨®n ni por supuesto sus permanentes cinismo y vacuidad. Lo padecimos ocho a?os, en gran medida por culpa de Anguita, uno de los mayores ¨ªdolos de Podemos junto con Per¨®n, aquel dictador que se refugi¨® en la Espa?a de Franco, como tantos otros antes que ¨¦l.
Pues bien, aquella saturaci¨®n superior a nuestras fuerzas, ?no la sienten ya ustedes respecto a casi todos los pol¨ªticos nuevos, los que llevan tan s¨®lo dos a?os ejerciendo como tales? De los m¨¢s veteranos no hablemos, eso se da por descontado: ver aparecer a Rajoy, a Cospedal, a Aguirre, a Soraya S¨¢enz, a Montoro, a Fern¨¢ndez D¨ªaz, a B¨¢?ez, equivale a bostezar y a buscar cualquier otro espect¨¢culo, por caridad. Lo mismo sucede con los tertulianos ¡°pol¨ªticos¡±, que no por ponerse estolas de fantas¨ªa y chaquetas rojas o a?iles (o rizos de peluquer¨ªa) dejan de tener el aspecto de se?ores y se?oras de su casa que sueltan obviedades y lo llevan a uno a preguntarse por qu¨¦ diablos est¨¢n ah¨ª, contratados para opinar con engolamiento. (Dan ganas de acordarse de lo que dijo Stendhal sobre su zapatero, pero la cita ser¨ªa considerada elitista y clasista; y lo era, aunque no le faltase algo de raz¨®n.)
Pero los nuevos no han tenido medida. Como si fueran concursantes de Gran Hermano, y aupados por uno de esos periodistas enloquecidos (hay decenas) que pretenden ser a la vez moderadores, directores de informativos, tertulianos, entrevistadores y entrevistados, no han desaprovechado ocasi¨®n y han salido hasta en la sopa, provocando la n¨¢usea del espectador. Cada vez que veo en pantalla a Iglesias, Errej¨®n, Monedero, Bescansa, Echenique, Montero y correligionarios, me asalta un gran sopor. Parece que tengan tel¨¦fono rojo con ese periodista monomaniaco, Garc¨ªa Ferreras, y que est¨¦n en todo momento disponibles para ¨¦l (y para otros), noche y d¨ªa, hasta el punto de que no se sabe cu¨¢ndo les queda tiempo para estudiar, debatir o simplemente pensar. Se han prodigado menos Pedro S¨¢nchez y Albert Rivera, pero lo suficiente para suscitar asimismo un bostezo pavloviano dif¨ªcil de reprimir. Si uno va a menudo a Catalu?a, lo mismo le ocurre con el nuevo pol¨ªtico inoportunamente llamado Rufi¨¢n (inoportunamente para ¨¦l), con la avinagrada Anna Gabriel, la ufan¨ªsima Colau y la estricta Forcadell; no digamos con Mas y Homs, el lloriqueante Junqueras y el atropellador Tard¨¤. Todo es como un c¨ªrculo vicios¨ªsimo del que resulta imposible escapar. Uno oye las mismas sandeces repetidas hasta la saciedad, los mismos disparates y provocaciones, asiste at¨®nito a la fatuidad de varios (Iglesias habla con desparpajo y sin sonrojo de su propio ¡°carisma¡± o de su ¡°lucidez¡±: no tiene abuela), a la soser¨ªa infinita de muchos, a las salidas de pata de banco de la mayor¨ªa, al p¨¦simo castellano de casi todos.
Tengo para m¨ª que, si producen tanto y tan r¨¢pido hartazgo, es porque pocos de nuestros pol¨ªticos son dem¨®cratas, y fuera del sistema democr¨¢tico s¨®lo hay propaganda y consignas, que aburren pronto. No lo son los del PP, como se comprob¨® con Aznar y se ha vuelto a comprobar con Rajoy. No basta con ganar elecciones para serlo. Esto es una condici¨®n necesaria pero insuficiente. Si no se gobierna democr¨¢ticamente a diario ¡ Esto significa sin despreciar a la oposici¨®n, sin imponer leyes injustas o parciales gracias a una mayor¨ªa absoluta, sin utilizar Hacienda e Interior para los propios fines y para represaliar a cr¨ªticos y adversarios. No son dem¨®cratas los del actual Unidos Podemos, se ve a la legua, o lo son a la manera de Putin, Berlusconi, Maduro, Orb¨¢n; ni los de la CUP, ERC y CDC, como se vio cuando negaron hasta la aritm¨¦tica para proclamar su ¡°triunfo¡± independentista. S¨ª lo son por ahora el PSOE, Ciudadanos y el PNV (con sus mil defectos), justamente partidos mal parados en las ¨²ltimas elecciones. Supongo que todo es en efecto como Gran Hermano: se premia a los corruptos y a los que arman bulla, a los que sueltan necedades mayores o muestran desfachatez m¨¢s llamativa. A los que dan espect¨¢culo superficial. Pero nadie cuenta con que eso, lo superficial, lo que carece de verdadero inter¨¦s y no hace pensar nunca, se agota pronto, y harta y satura hasta decir: ¡°Basta, no puedo o¨ªrlos m¨¢s, ya no los quiero ni ver¡±.
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