Gaza, donde la inocencia infantil salta por los aires
Doaa es una ni?a de 11 a?os afectada por restos explosivos sin estallar de conflictos anteriores en la Franja de Gaza. Al igual que otros, ha sufrido f¨ªsica y psicol¨®gicamente como resultado del incidente
¡°Pens¨¦ que era un juguete, pero me explot¨® en la mano¡±, me explica Doaa Yasseen, una ni?a de 11 a?os de la ciudad de Gaza, donde recogi¨® un resto explosivo sin estallar de conflictos anteriores. Mi primer encuentro con Doaa se produce en su escuela, durante una de las sesiones informativas sobre restos explosivos del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR), que tienen como objetivo promover el comportamiento seguro de alumnos y maestros.
Sentada en su pupitre, en primera fila, trata de acabar la tarea. Con recelo se tapa su mano derecha, que cubre con una gasa blanca cuando me acerco a ella. Doaa no deja de sonre¨ªrme, quiz¨¢ para esconder igualmente todo el sufrimiento al que ha estado expuesta durante m¨¢s de un a?o.
De vuelta a casa pasamos por el lugar donde un objeto extra?o en uno de los lados de la carretera le llam¨® la atenci¨®n el mediod¨ªa del 6 de mayo de 2015. Tentada por la curiosidad de saber lo que era, lo cogi¨® y empez¨® a jugar con ¨¦l delante de la casa de su abuela. El inocente juego termin¨® con el dispositivo explot¨¢ndole en su mano derecha.
Doaa vive en la periferia de la ciudad de Gaza, en uno de los barrios m¨¢s humildes de toda la Franja. Por el camino, encuentro a decenas de ni?os jugando entre los escombros y a Tamer Yaseen, su hermano mayor.
Bajo un sol abrasador, y como si hubiese sucedido ayer, Tamer me cuenta que oy¨® la explosi¨®n desde dentro de la casa familiar y sali¨® corriendo. Encontr¨® a Doaa en el suelo, con mucha sangre esparcida a su alrededor. R¨¢pidamente la traslad¨® al hospital Al-Shifa, el mayor centro m¨¦dico de la Franja de Gaza.
La madre de Doaa, Fadwa Yaseen, me invita a entrar en casa. Cuatro de sus hijos juegan en el sal¨®n y me piden que les haga fotos mientras su madre prepara caf¨¦. Doaa prefiere quedarse en su cuarto, casi en penumbra por los constantes cortes de electricidad en la zona.
Fadwa, a¨²n compungida, me cuenta que esa ma?ana estaba en el mercado comprando verduras. De vuelta a casa vio a la polic¨ªa y una peque?a multitud delante de su puerta. "Algunas personas me dec¨ªan que Doaa hab¨ªa muerto; otras que hab¨ªa perdido la mano", me comenta Fadwa. "Fui a mi habitaci¨®n y romp¨ª a llorar".
Alaa Yaseen, el padre, tiene 40 a?os y es obrero de la construcci¨®n, pero perdi¨® su trabajo estable debido a las restricciones a la importaci¨®n de materiales b¨¢sicos en la Franja. No consigue mirarme a los ojos cuando me cuenta lo sucedido. Tampoco es f¨¢cil para m¨ª ver la inocencia de Doaa hecha pedazos en cuesti¨®n de segundos. Su padre recibi¨® una llamada de su esposa Fadwa desde el hospital dici¨¦ndole que la ni?a se encontraba en condici¨®n cr¨ªtica. Al llegar al hospital, implor¨® a los m¨¦dicos que salvaran la mano de su hija. "Estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos. Su mano estaba envuelta totalmente en una gasa y el m¨¦dico me mostr¨® una foto", recuerda Alaa. "Era insoportable mirarla. Me dijo que si no transfer¨ªamos a Doaa al hospital en Nablus [en Cisjordania] la amputaci¨®n ser¨ªa m¨¢s severa".
El Ministerio de Sanidad en Gaza obtuvo los documentos de transferencia m¨¦dica para llevar a Doaa al hospital en Nablus. All¨ª, fue sometida a ocho operaciones quir¨²rgicas. Debido a la complejidad de las intervenciones, qued¨® hospitalizada durante 52 d¨ªas. "Cuando por fin me dieron el alta, mis ex¨¢menes de la escuela hab¨ªan terminado. La directora organiz¨® un comit¨¦ especial para que me pudiera examinar y, tras pasar los ex¨¢menes, me ascendieron a quinto grado", me dice sonriente Doaa mientras juega con una mu?eca sentada en la cama de su cuarto.
Algunas personas me dec¨ªan que Doaa hab¨ªa muerto; otras que hab¨ªa perdido la mano
Fadwa, madre de Doaa
Las heridas psicol¨®gicas
Doaa es uno de los 10 ni?os en su familia, seis chicos y cuatro chicas. Fadwa me dice que todo lo que le est¨¢ pasando a la peque?a est¨¢ afectando mucho a la familia en el plano emocional. ¡°Por momentos, se siente vulnerable y abrumada. Me pregunta por qu¨¦ esto le sucedi¨® a ella y se esconde en su habitaci¨®n cuando recibimos visitas. Toda la familia la apoya. No tenemos demasiados ahorros y nuestros ingresos son muy escasos, pero le compramos una tableta cuando sali¨® del hospital. Sus hermanos entienden que Doaa necesita nuestra atenci¨®n¡±, me explica Fadwa mientras juega con su hija en su habitaci¨®n.
Adam, que con tres a?os de edad es el hermano menor de Doaa, ha sido el m¨¢s afectado por el incidente. Fadwa me dice desconsolada: "Cuando llevo a alguno de sus hermanos al hospital, Adam me pregunta, '?Van a cortarles las manos como a Doaa?' Fui al dentista con su hermana la semana pasada y cuando volvimos me pregunt¨®: "?Le cortaron la mano?'¡±
De vuelta a la escuela
Noha Abu Sh'eera, la directora de la escuela donde estudia Doaa, me recibe al d¨ªa siguiente, durante una de las sesiones informativas del CIRC para evitar que otros ni?os sufran las mismas consecuencias que Doaa con restos explosivos sin estallar.
Doaa era una de las mejores alumnas de su clase antes del incidente. Su rendimiento ya no es el mismo, aunque sigue siendo superior a la media. ¡°Su rendimiento se vio afectado por las consecuencias psicol¨®gicas de la lesi¨®n. La p¨¦rdida de la mano derecha repercuti¨® en su autoestima; casi siempre se cubre la lesi¨®n con una gasa mientras est¨¢ en clase¡±, me dice Noha. Y resalta que no ha podido ir a la escuela durante varios meses para seguir rehabilitaci¨®n f¨ªsica y aprender a escribir con la mano izquierda.
Es tiempo para el recreo y desde el despacho de la directora veo como Doaa juega en el patio con sus amigas. Se le ve sonriente y relajada en su grupo. ¡°Lo que m¨¢s me ha costado es aprender a escribir con la mano izquierda¡±, me comenta Doaa en el pasillo de vuelta a clase. ¡°Cuando volv¨ª a la escuela, no quer¨ªa jugar con mis compa?eras, pero todas me apoyaron mucho y ahora seguimos jugando juntas como antes¡±.
Una nueva vida
Cuando los delegados del CICR encargados de las sesiones formativas en las escuelas, vieron el caso de Doaa, le dijeron a su familia que el Centro de Polio y Miembros Artificiales (ALPC, por sus siglas en ingl¨¦s) en Gaza pod¨ªa proporcionarle una pr¨®tesis a medida.
Gaza es un lugar que te abre el alma, te llena de humanidad y te desgarra la mirada
Pasadas unas semanas, acompa?¨¦ a la ni?a a que recibiera la pr¨®tesis. Sonriendo, le pregunt¨® al m¨¦dico ¡°?puedo pintarle las u?as?¡±. Su alegr¨ªa y sus ganas de seguir siendo una ni?a me invaden por dentro. Gaza es un lugar que te abre el alma, te llena de humanidad y te desgarra la mirada.
A m¨¢s de un a?o del incidente, Doaa a¨²n sigue adapt¨¢ndose a los cambios en su vida. Como cada s¨¢bado, acude al centro ALPC para recibir apoyo psicol¨®gico que le est¨¢ ayudando a recuperar la confianza. Decido posponer mi vuelta a Jerusal¨¦n y acompa?arla a una de las sesiones. Es un s¨¢bado h¨²medo y lluvioso en toda la Franja. Se me hace dif¨ªcil ver a tantos ni?os en la misma condici¨®n que Doaa, con la infancia robada como consecuencia del conflicto. Algunos han perdido una pierna, otros la mano entera.
"Doaa me ayuda a lavar los platos y ahora le resulta m¨¢s f¨¢cil sostener la tableta con la pr¨®tesis. Espero que las sesiones de apoyo con otros ni?os afectados por restos explosivos la ayudar¨¢ a mirar hacia adelante y tener un futuro mejor", me dice Fadwa.
Aunque ya han pasado dos a?os desde la ¨²ltima guerra en Gaza, la Franja es una de las zonas con mayor n¨²mero de artefactos explosivos a¨²n en tierra. Hablado con la poblaci¨®n local me doy cuenta de que las posibles consecuencias siguen aterrorizando a sus habitantes. Doaa representa s¨®lo uno de los numerosos casos de ni?os en la zona cuyas vidas se vieron permanentemente afectadas por los artefactos sin explotar.
Con una de las tasas de natalidad m¨¢s altas del mundo, no pierdo la esperanza de que un d¨ªa los ni?os pueden jugar sin el temor de que juegos inocentes se vuelvan sangrientos.
Jesus Serrano Redondo es portavoz del CICR en Israel y los Territorios Ocupados
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Franja Gaza
- Derechos ni?o
- Educaci¨®n primaria universal
- Cruz Roja
- Jerusal¨¦n
- Educaci¨®n primaria
- Derecho educaci¨®n
- ONG
- Israel
- Territorios palestinos
- Ense?anza general
- Calidad ense?anza
- Solidaridad
- Geopol¨ªtica
- Palestina
- Infancia
- Oriente pr¨®ximo
- Asia
- Sistema educativo
- Educaci¨®n
- Pol¨ªtica
- Sociedad
- En primera l¨ªnea
- Planeta Futuro