2- Ense?ar arquitectura es ense?arse a uno mismo
A esa conclusi¨®n lleg¨® Louis Kahn charlando con sus estudiantes de Princeton. Dung Ngo recogi¨® esas lecciones, que son m¨¢s pensamientos despeinados que un ideario racionalizado. Y la editorial Gustavo Gili edit¨® los escritos en sus Conversaciones con estudiantes de 2002. En esas charlas, Kahn advert¨ªa de que un pintor pod¨ªa volver a la gente cabeza abajo si lo deseaba ¡°porque un pintor no tiene por qu¨¦ atenerse a las leyes de la gravead¡±.
¡°El pintor puede hacer puertas m¨¢s peque?as que las personas; puede pintar cielos negros durante el d¨ªa; p¨¢jaros que no pueden volar; perros que no pueden correr porque es un pintor. Puede pintar rojo donde ve azul. Un escultor puede colocar ruedas cuadradas a un ca?¨®n para expresar la futilidad de la guerra. Pero un arquitecto debe usar ruedas circulares y debe hacer las puertas m¨¢s grandes que las personas. Los arquitectos deben comprender que tienen otros derechos¡ sus propios derechos. Aprender esto, comprenderlo, es dar al hombre las herramientas para hacer lo incre¨ªble, lo que la naturaleza no es capaz de hacer porque el hombre, a diferencia de la naturaleza, tiene capacidad de elecci¨®n¡±.
La fuerza de los escritos de Kahn est¨¢ en la estrecha correspondencia entre lo que dec¨ªa y lo que hac¨ªa. As¨ª, cuando el arquitecto recibi¨® el encargo de dise?ar una sala de oraci¨®n de 280 metros y un armario para guardar las alfombrillas lo que hizo fue dibujar una mezquita de 2.800 metros cuadrados sin armario. Pens¨® que las alfombrillas para rezar pod¨ªan estar siempre en el suelo y que la propia mezquita pod¨ªa ser la entrada al edificio, el Palacio Legislativo de Dacca, inspirado, dijo, en las Termas de Caracalla. ¡°El deambulatorio¡±, explic¨®, ¡°es para quien no est¨¢ seguro: quiero pens¨¢rmelo. Todav¨ªa no quiero entrar en el templo¡±.
Cuando Kahn hablaba de arquitectura, hablaba de lo que hab¨ªa visto, de lo que le hab¨ªa hecho dudar, tambi¨¦n de lo que admiraba, del pasado y de su presente. As¨ª, fue uno de los escasos proyectistas que tuvo la generosidad de reconocer a arquitectos de su momento. Del aeropuerto Dulles que Eero Saarinen construy¨® en Washington dijo que al llegar a ¨¦l ¡°tienes la sensaci¨®n de llegar a alguna parte¡±. Ense?ar arquitectura es poner las cartas sobre la mesa, mostrarse uno mismo. Naturalmente, no hace falta contarlo todo.
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