Frenes¨ª a la napolitana
SUENA EL tambor y callan los napolitanos. El buf¨®n que lo toca recorre la Via San Gregorio Armeno. Por la estrecha calle no circulan viandantes, sino filas de sillas ocupadas por una audiencia selecta que asiste a un gran desfile de moda. El p¨²blico se api?a en los huecos de los portales o en el balc¨®n del vecino. Cualquier sitio es bueno para ver el espect¨¢culo y contemplar de cerca a su reina, la diva del cine italiano: Sophia Loren. Sentada en un trono dorado, la napolitana m¨¢s admirada es la invitada estrella.
El juglar detiene el redoble de su caja y sube las escaleras del palco de honor para rendirle pleites¨ªa. Estalla la euforia: ¡°?Viva Napoli, viva! ?Viva Sophia, viva!¡±. De repente, unos metros m¨¢s arriba, desde la plaza de San Gaetano suenan los acordes de la charanga Los Frustica interpretando O surdato¡¯nnammurato (el soldado enamorado), una de las canciones m¨¢s populares en este rinc¨®n del Mediterr¨¢neo. Y ahora s¨ª, justo cuando la figura de los m¨²sicos se va difuminando por el final de esta calle del centro de N¨¢poles, surgen las madonni. Sucede el milagro.
Un centenar de modelos sale en procesi¨®n de la barroca iglesia de San Paolo Maggiore y recorren la famosa v¨ªa vestidas con los dise?os de alta costura que presentan los art¨ªfices de toda esta fiesta sacro-pagana: Domenico Dolce y Stefano Gabbana.
Un a?o m¨¢s, la pareja de modistos elige un lugar de Italia para presentar la colecci¨®n de alta moda femenina, alta sartoria (masculina) y alta joyer¨ªa. Un evento de cuatro d¨ªas que la firma ha bautizado como Dolce & Gabbana alte artigianalit¨¤ (es decir, alta artesan¨ªa), lo que viene a ser una agenda de ensue?o, en que a cada desfile le acompa?an las fiestas m¨¢s glamurosas (y extravagantes).
Todo ideado para el gozo de unos pocos, los mejores clientes de la casa y alg¨²n invitado exclusivo m¨¢s. Este verano le toca el turno a N¨¢poles. La tercera urbe m¨¢s poblada del pa¨ªs se olvida de sus miserias y cede algunos de sus hist¨®ricos escenarios a la fantas¨ªa de Dolce y Gabbana: Villa Pignatelli, un palacete neocl¨¢sico para exhibir las joyas preciosas; el Castel dell¡¯Ovo, donde se presentar¨¢ la colecci¨®n de hombre, o la playa de Bagno Elena, que acoger¨¢ la gala final.
Sin olvidar San Gregorio Armeno, cuna de los artesanos que dan forma a las figuras de los portales de Bel¨¦n que tan de moda puso la corte de Carlos III en el siglo XVIII.
pulsa en la fotoFlores, mantillas y cors¨¦s, complementos fetiche de los dise?adores italianos.Jordi Soc¨ªas
Las modelos que recorren esta calle intentan no perder el equilibrio entre los adoquines. Los afilados tacones forman parte de una bella composici¨®n en la que destacan los cors¨¦s barrocos combinados con vaqueros brocados o con faldas superpuestas. Las coronas de flores y las mitras papales aportan un apropiado halo de divinidad. ¡°Son un gui?o al esplendor borb¨®nico de la ciudad¡±, explica unas horas antes del desfile el devoto Domenico Dolce desde el claustro de San Paolo Maggiore, convertido por un d¨ªa ¨Cy con la venia de la madre Iglesia¨C en su backstage particular.
Sin olvidarse de su actual musa, Sophia Loren, que fue quien les recomend¨® N¨¢poles. ¡°Este vestido rojo de lentejuelas es muy de Matrimonio a la italiana, una pel¨ªcula de la actriz¡±, comenta Dolce, mientras pasea entre las prendas del desfile.
Herederas rusa, clientas chinas y hombres y mujeres de negocios se dejan agasajar por los dise?adores.
El dise?o de una camiseta en la que se estampa una porci¨®n de pizza es otro de los gui?os a la iconograf¨ªa italiana, esa con la que a los dise?adores les gusta jugar. Bajo los soportales del patio, Dolce explica c¨®mo conciben la alta costura: ¡°Nos encanta el trabajo a mano, con calma. Por eso nos sentimos muy identificados con la labor del artesano de San Gregorio Armeno¡±. Gabbana asiente en todo lo que dice su compa?ero de trabajo desde hace m¨¢s de 30 a?os.
Juntos han levantado un imperio de lujo con una facturaci¨®n de casi 1.200 millones de euros, que da trabajo a m¨¢s de 5.000 empleados y que cuenta con 332 tiendas repartidas por todo el mundo. La mayor parte est¨¢n en China, lo que puede explicar el n¨²mero de invitados (y modelos) orientales que se ven en esta cita de la moda.
Si en el imperio romano era la aristocracia la que disfrutaba viajando a la griega Ne¨¢polis para empaparse de las costumbres helenas, ahora son los acaudalados de todo el mundo los que vuelven al Mediterr¨¢neo a exprimir la dolce vita.
¡°Nos preocupaba que la gente declinara la invitaci¨®n, pero al final nadie ha dicho que no a N¨¢poles¡±, reconoce Gabbana. ¡°?Ellos te hacen sentir tan especial!¡±, exclama Komal Shah, una inversora de San Francisco, justo cuando comienza el desfile de hombre en la muralla del Castel dell¡¯Ovo, levantado en el islote de Megaride. La nueva colecci¨®n se inspira en las pel¨ªcu?las de James Bond y en la est¨¦tica oriental. ¡°No me imagino a mi marido con estos caftanes de seda, pero me encantan¡±, comenta Shah. De fondo, la voz de Shirley Bassey. La canci¨®n, Goldfinger.
Acaba el show y empiezan los fuegos artificiales. En ese instante, Mimmo Jodice, uno de los fot¨®grafos m¨¢s reconocidos de Italia, coge de la mano a su bella esposa, Angela Jodice. Unos napolitanos tan ilustres no pod¨ªan faltar a esta cita y no se pierden ni un solo evento. A sus ochenta y tantos, quieren bailar hasta la ¨²ltima canci¨®n.
Y aqu¨ª est¨¢n, en la gala final de la alte artigianalit¨¤. En la playa privada de Bagno Elena, a las doce de la noche. Cientos de curiosos se agolpan en la Via Posillipo para ver de cerca a los invitados ¨C vestidos seg¨²n el dress code que se indica: mambo italiano¨C y disfrutar del colorido alumbrado del muelle. Tienen vetada la entrada, pero nadie les puede privar de los fuegos artificiales mientras suena el Nessun Dorma de Luciano Pavarotti.
En la playa, hombres y mujeres de negocios, modelos, un grupo reducido de periodistas, j¨®venes herederas rusas y mucha ni?a mona china se mueven al ritmo de los Gipsy Kings. Mientras, Dolce y Gabbana siguen afanados en la placentera tarea de agasajar a sus invitados: un selfie por aqu¨ª, unas bromas por all¨¢¡ El calor h¨²medo invita a probar el c¨®ctel de moda: Oh sole m¨ªo, una mezcla de Martini blanco, t¨®nica y lim¨®n. ¡°Un tequila doble, por favor¡±, pide Jos¨¦ Mar¨ªa Gallego, un arquitecto mexicano que estaba de crucero por el Mediterr¨¢neo y ha acabado en la costa del mar Tirreno.
En las mismas aguas en las que unas j¨®venes se zambullen de madrugada para exprimir hasta la exhalaci¨®n la deliciosa y despreocupada vida en la ciudad del Vesubio. Ya tendr¨¢n tiempo de pasar por la tienda y comprarse algunos de los vestidos que han visto en estos cuatro d¨ªas de moda y frenes¨ª a la italiana.
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