En velero con ni?os: olv¨ªdate de posar a lo Mar Flores
No es tan apacible ni id¨ªlico como cuando ves las fotos de las famosas. Un poco de vino blanco ayuda
Hay una cosa mejor que tener un barco: tener un amigo con barco. Un amigo generoso, claro est¨¢. Y de esos tenemos al menos un par. As¨ª que este verano nos han ca¨ªdo, como del cielo, sendas invitaciones a navegar. Planazo. O al menos eso cre¨ªa yo. La ¨²ltima, en Formentera. Que ya me estaba yo imaginando como Mar Flores encima de la cubierta sonriendo como ella mientras me quito el salitre con la ducha a bordo, morena y estupenda y bajando por la noche a tierra a cenar. Pero claro, la realidad siempre es terca y te demuestra que s¨ª, que puedes ir en velero a Formentera con ni?os como Mar Flores, pero que, sin duda, no todo ser¨¢ tan apacible ni id¨ªlico como lo que se ve de ella en las fotos. Ah, ?porca miseria!
En un barco el tama?o tambi¨¦n importa. Y mucho. En nuestro caso era de 14 metros de eslora, que no est¨¢ mal pero con ni?as se queda un poco peque?o. S¨ª, s¨ª, as¨ª de claro. Al final los ni?os, especialmente durante la traves¨ªa, se ven reducidos a poco espacio, que ya se sabe que al final ellos lo que quieren es corretear y en un barco la cosa se reduce. Menos mal que las m¨ªas son, en general, de buen conformar y bastante tranquilas. Tambi¨¦n la promesa de que vamos a ver delfines en cualquier momento ayuda, la verdad.
Iniciamos traves¨ªa desde el puerto de Torrevieja (Alicante) a eso de las 21.00 para llegar, seg¨²n lo previsto, entre 20 y 24 horas m¨¢s tarde a Formentera. Al final fueron 24 porque en el ¨²ltimo tramo ten¨ªamos el viento de proa, es decir, en contra, lo que a?adi¨® unas cuatro o cinco horas m¨¢s de navegaci¨®n al ritmo constante del sempiterno ?cu¨¢ndo llegamos? Eso s¨ª, los ni?os duermen como si se les hubiera suministrado un somn¨ªfero, ya se sabe, el barco es una gran cuna que las mece sin descanso y donde servidora entraba cuasi en p¨¢nico si el barquito se escoraba demasiado, ellas dorm¨ªan, si cabe, mucho m¨¢s profundamente. Tambi¨¦n esto se extiende a que duermen m¨¢s horas y si en tierra a las nueve, como muy tarde abren el ojo, en un barco este plazo se ampl¨ªa hasta incluso las once de la ma?ana. Una gozada.
Durante la traves¨ªa pocas cosas pueden hacerse m¨¢s que contemplar la belleza del mar, cosa que a las m¨ªas, pasados los cinco primeros minutos, les trae al pairo, leer (no saben), o jugar. Pero, he ah¨ª el tema, el espacio se reduce considerablemente a la parte de abajo del barco o en la cubierta, pero ¨²nica y exclusivamente en la ba?era y con chaleco salvavidas. O, si tienen una madre previsora (que esta vez s¨ª lo fui), ver una pel¨ªcula en el port¨¢til porque la opci¨®n Ipad o m¨®vil deja de funcionar por no haber cobertura. Mano de santo, oiga, dos pel¨ªculas de Beethoven seguidas y cayeron fulminadas sobre el colch¨®n del camarote. En cuanto a mi inseparable canguelo de no ver tierra y encima de noche, ten¨ªa previsto un bl¨ªster de lexat¨ªn, pero he comprobado que donde haya un buen vino blanco fr¨ªo, que se quite la qu¨ªmica.
Veinticuatro agotadoras horas despu¨¦s de partir llegamos y fondeamos. C¨®mo no, quieren ver con sumo detalle c¨®mo se suelta el ancla y quieren ayudar, y servidora agarr¨¢ndolas como a bestias pardas para que no caiga bronca del capit¨¢n porque estamos interrumpiendo las labores. ?Que quiero veeeeeeeeer c¨®mo se hace! Y yo ya, extenuada y acord¨¢ndome del santo Job para no tirarlas por la borda, a las dos a la vez. Antes de subirnos al bote que nos lleve a puerto, visualizo un chiringo en tierra con la m¨²sica tan alta que se oye desde el mar. ?Qu¨¦ no dar¨ªa yo por irme de cabeza ah¨ª a bailar un buen rato! Inmediatamente desecho la idea que me viene a la cabeza: no, no es lugar para ni?os. As¨ª que la opci¨®n ser¨¢ m¨¢s tranquila, un italiano en el puerto y vas servida. Subir al bote para ir a tierra, otra aventura, que no, que no puedes llevar los peluches, que no te muevas, que no metas la mano en el agua, tampoco el pie, que te agarres, que no te levantes y otra vez el cu¨¢ndo llegamos en menos de 10 minutos de trayecto. Y t¨² con ganas de tirarte al agua e irte nadando al chiringuito y dejarlas con el santo padre.
Pero bueno que no todo son malas noticias. Cuando las sientas en tierra a comer, devoran como si no hubiese un ma?ana. A m¨ª me pasa justo lo contrario, que se me cierra el est¨®mago en cuanto me subo a un barco (deber¨ªa ser de receta obligada navegar un mes al a?o como dieta infalible). Ya con las ni?as cenadas, lo que me apetecer¨ªa es tomarme tres botellas de albari?o del tir¨®n o tres copazos. Pero me acuerdo que soy madre y me conformar¨¦ con una copa de vino en la cena. En otra ocasi¨®n ser¨¢. Una vez han terminado de cenar vienen los helados y en el instante que se acaban empiezan ya a aburrirse. Un remedio infalible en nuestro caso: buscar restaurantes con peceras exhibiendo peces y mariscos. Se pueden tirar dos horas mirando sin problema a ver si encuentran a Bob Esponja.
Una vez que se han cansado de mirar los peces y dem¨¢s, la peque?a empieza a reclamar su cama y ah¨ª se hace fundamental tener previsto lo siguiente: A) El restaurante tiene que tener unas sillas que puedan juntarse para hacer una confortable cuna. B) Tienes que bajar a tierra con dos toallas, una para hacer una almohada y otra para tapar a la ni?a. C) En mi caso, no olvidar biber¨®n y tetra break para que se duerma. Por supuesto, estos son trucos de una verdadera miembro de honor del Club de las Malasmadres. Ahora s¨ª, con la peque?a dormida y la mayor que sabe jugar sola y se entretiene con dos hojas de ¨¢rbol, s¨ª entra bien un buen gin tonic. Momento consejo: important¨ªsimo sentarse a cenar en un lugar con m¨¢s familias para que los ni?os hagan migas despu¨¦s de la cena. Y si alguien te mira con mala cara, mirar para otro lado y hacerte la sueca que en esas zonas hay mucho guiri.
Una vez de nuevo en el barco, con la maravillosa vista nocturna, sin el miedito de estar en alta mar y ya dispuestos a disfrutar de una charla sin interrupciones entre adultos, nos acoplamos para disfrutar de un cielo lleno de estrellas y en la paz que da dormir sobre un mar tranquilo. Las ni?as ya profundamente dormidas en el camarote.
Una vez superas el que te d¨¦ un poco igual que las ni?as est¨¦n un poco asalvajadas y que no se ba?en en condiciones en una semana, va todo como la seda. Ya hasta te acostumbras a ese olor tan caracter¨ªstico a mar y humedad, y total con toallitas h¨²medas bien se limpia tambi¨¦n la ro?a. Eso o ponerlas a remojo durante 10 minutos en el mar. Mano de santo.
Calificaci¨®n a la experiencia: incre¨ªble pero con incomodidades, tampoco nos vamos a enga?ar. Que s¨ª, que lo ideal ser¨ªa un barco as¨ª como el que ha mostrado Carmen Cervera en el Hola!, amplio y confortable. Pero oiga que tampoco hay que ponerse estupendas. A caballo regalado¡
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