Brasil a¨²n puede
Los Juegos Ol¨ªmpicos que empiezan hoy miden su capacidad de recuperaci¨®n
Podr¨ªa haber sido esta la semana en la que Brasil se hubiera coronado en el club de las grandes potencias: pr¨®spera, pujante, capaz de organizar los Juegos Ol¨ªmpicos que comienzan hoy. Cuando R¨ªo de Janeiro recibi¨® el encargo, hace siete a?os, desbancando a Madrid, el tren de Brasil avanzaba imparable: creaba riqueza, aislado de la crisis financiera, con un estable Gobierno de izquierdas que hab¨ªa sacado de la pobreza a 45 millones de personas. Nada parec¨ªa salir mal, como confirmaba el hecho de que la empresa estatal Petrobras descubriera frente a las costas de S?o Paulo un importante yacimiento de petr¨®leo y gas natural que llev¨® al expresidente Luis In¨¢cio Lula da Silva a recordar el dicho nacional de que ¡°Dios es brasile?o¡±. Aunque lo fuera, nada podr¨ªa hacer ante a la crisis global ni frente a la proverbial capacidad de los brasile?os de ponerse a s¨ª mismos la zancadilla y precipitarse por la ladera del derrotismo.
No es s¨®lo la profunda recesi¨®n que vive el pa¨ªs, la peor en su historia, ni el desempleo, que ha superado la barrera del 11%. Tampoco es responsable ¨²nica la crisis pol¨ªtica, con la presidenta Dilma Rousseff apartada del ejercicio del poder por practicar maquillaje fiscal y un ejecutivo en funciones sin legitimidad ni capacidad de gobernar. Ni siquiera es la epidemia del virus del zika. Es la mezcla de todos estos factores con uno m¨¢s dif¨ªcil de medir pero igualmente destructivo: el c¨¦lebre complejo del perro mestizo, o complexo de vira-lata.
Fue el dramaturgo brasile?o Nelson Rodrigues quien acu?¨® en 1950 esa expresi¨®n que hoy se usa de forma muy com¨²n, despu¨¦s de que su pa¨ªs perdiera la final de la Copa del Mundo ante Uruguay. Escribi¨®: ¡°El brasile?o se coloca voluntariamente en una situaci¨®n de inferioridad ante el mundo. El brasile?o es un narciso al rev¨¦s, que le escupe a su propia imagen. Esta es la verdad: no encontramos razones personales o hist¨®ricas para tener autoestima¡±.
?Qu¨¦ mejor momento, por tanto, para venirse abajo que este? Muchos llevan meses dudando en p¨²blico de la capacidad del pa¨ªs para organizar unos juegos con 10.600 competidores. Y nadie se ha ensa?ado tanto como los propios brasile?os. Un ejemplo: los medios locales de Rio parec¨ªan aliviados cuando la delegaci¨®n de Australia decidi¨® abandonar recientemente la Villa Ol¨ªmpica porque, a su juicio, no reun¨ªa las condiciones de habitabilidad que a la inmensa mayor¨ªa de jugadores s¨ª les han complacido. Desde hace meses hay alertas de todo tipo: de la suciedad, de la inseguridad, de la lentitud de las obras, de la posibilidad de un ataque terrorista y hasta de asuntos de tan dif¨ªcil soluci¨®n como la existencia misma de las favelas.
La ceremonia inaugural de hoy es una oportunidad de oro para que Brasil demuestre que, a pesar de todo, los Juegos Ol¨ªmpicos son una oportunidad y una raz¨®n excelente para mirar al futuro y poner empe?o en salir de sus muchas crisis. Espa?a demostr¨® en 1992 que algo as¨ª es posible. Aunque otros pa¨ªses en apuros han organizado con ¨¦xito competiciones de este calado, quiz¨¢ la diferencia es que, al contrario que Brasil, esos pa¨ªses cre¨ªan en s¨ª mismos.
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