El coraje de dinamitar las propias ideas
Mercedes Formica puso en cuesti¨®n sus convicciones para luchar por los derechos de la mujer
No es f¨¢cil tener la valent¨ªa de poner entre par¨¦ntesis las propias ideas y enfrentarse a las convicciones y valores de los que nos resultan m¨¢s pr¨®ximos. El otro d¨ªa, Guillermo Busutil contaba en las p¨¢ginas de Cultura de este diario la vida complicada de Mercedes Formica. Fue una se?ora que proced¨ªa de Falange y que admiraba a Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera y que, un d¨ªa de verano de 1953, supo de una mujer que hab¨ªa sido asesinada por su marido. Algo debi¨® de chirriarle de aquella s¨®rdida y terrible historia ¡ªa aquella se?ora la atravesaron con 12 pu?aladas tras un largo periodo de malos tratos¡ª que, unos meses despu¨¦s, en noviembre, envi¨® un art¨ªculo a Abcen el que sosten¨ªa que el C¨®digo Civil era injusto con las mujeres al no permitirles separarse de tipos que pod¨ªan cometer salvajadas como aquella. ¡°La muerte de la desgraciada mujer la provoc¨® la convivencia¡±, escribi¨®.
?Qu¨¦ pod¨ªa tener en la cabeza Mercedes Formica cuando siendo joven decidi¨® formar parte de aquel movimiento que tendr¨ªa un papel decisivo en la victoria de Franco en la Guerra Civil? Pues las ideas de Jos¨¦ Antonio, el fundador de Falange. En 1935, durante una de las giras propagand¨ªsticas del nuevo partido, tuvo un encuentro con un grupo de mujeres en Extremadura. ¡°El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores¡±, les dijo, ¡°sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas¡±.
Un instante despu¨¦s, y seguramente con un toque de rid¨ªcula coqueter¨ªa, a?adi¨®: ¡°El hombre ¡ªsiento, muchachas, contribuir con esta confesi¨®n a rebajar un poco el pedestal donde acaso lo ten¨ªais puesto¡ª es torrencialmente ego¨ªsta; en cambio, la mujer casi siempre acepta una vida de sumisi¨®n, de servicio, de ofrenda abnegada a una tarea¡±.
Por ah¨ª ten¨ªan que ir las ideas que hab¨ªa bebido Mercedes Formica, seguro que cre¨ªa profundamente en esa abnegaci¨®n que su admirado l¨ªder hab¨ªa elogiado ante aquellas chicas extreme?as al tiempo que les revelaba, ?pobres!, que el hombre era ¡°torrencialmente ego¨ªsta¡±. Para recomendarles que fueran sumisas.
Pero solo hasta cierto punto, debi¨® pensar Mercedes Formica, cuando, unos a?os despu¨¦s, ley¨® la noticia de la mujer apu?alada por su marido. Con el tiempo se transform¨® en una de las grandes defensoras de los derechos de la mujer. Al mismo tiempo que peleaba contra el sistema escrib¨ªa novelas rosa: era su manera de explicarles a todos los que la hab¨ªan crucificado por cuestionar los valores que sosten¨ªan al franquismo que tambi¨¦n la mujer ten¨ªa sue?os de libertad y que siempre hab¨ªa hombres empe?ados en destruirlos.
Al historiador Tony Judt le gustaba repetir una cita que se atribuye a Keynes: ¡°Cuando los hechos cambian, cambio de opini¨®n. ?Qu¨¦ hace usted, se?or?¡±. Mercedes Formica fue capaz de tirar abajo sus viejas convicciones. Hace falta coraje para romper el nicho de ideas que nos sostienen y mirar los hechos de frente.
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