Franco vuelve a cabalgar sobre el esc¨¢ndalo
Una exposici¨®n sobre la dictadura provoca una intensa pol¨¦mica en Barcelona
El pasado sigue siendo un pa¨ªs extra?o ¡ªpor volver a citar a Hartley¡ª y dif¨ªcil para los espa?oles. La sociedad en su conjunto sigue teniendo pendiente construir un relato com¨²n, indubitado en la medida de lo posible y basado en hechos incontrovertibles, del acontecimiento clave del siglo XX en Espa?a (la Guerra Civil) y sus largas consecuencias, que llegan hasta hoy mismo.
El ¨²ltimo ejemplo, convertido una vez m¨¢s en pugilato, lo ofrece la exposici¨®n Franco. Victoria, Rep¨²blica, impunidad y espacio urbano que el Ayuntamiento de Barcelona prepara para octubre. La comisaria, Julia Schulz-Dornburg, quiere que se abra en su exterior con la estatua de Franco a caballo que durante a?os se exhibi¨® en el Museo Militar de Montju?c, obra de Josep Viladomat, y la Victoria de Frederic Mar¨¨s que se levant¨® en 1940 en la Diagonal para celebrar el triunfo golpista y all¨ª permaneci¨® hasta 2011.
ERC, el grupo municipal de CiU y entidades soberanistas no han tardado en rasgarse las vestiduras y atacar al Consistorio de Ada Colau por lo que creen un ¡°insulto a la memoria democr¨¢tica de Barcelona y su lucha contra el fascismo¡±. Su indignaci¨®n sube enteros porque la muestra est¨¢ prevista en El Born, zona cero del irredentismo independentista en su faceta de El ?lamo de 1714. Enternece ver la preocupaci¨®n por la verdad hist¨®rica de especialistas en la m¨¢s burda manipulaci¨®n del pasado como los nacionalistas. Emociona ese esfuerzo por enfatizar que en Catalu?a nunca hubo franquistas. Conmueve escuchar a un concejal convergente considerar que una muestra contextualizada sobre el franquismo es un homenaje a Franco que ofende a los derrotados de 1939 tanto como a los de 1714, curioso ejemplo de ofensa retrospectiva. Sin duda, la mejor forma de historiar el franquismo 41 a?os despu¨¦s de su final es hacerlo... sin hablar de Franco.
La pol¨¦mica presenta otros v¨¦rtices en los que se podr¨ªa insistir (la creciente pugna entre Colau y los soberanistas, por ejemplo), pero lo que causa sonrojo es tener que insistir a estas alturas que recordar contextualizados y explicados los hechos o dichos de un personaje hist¨®rico no significa glorificarlo. Con la regla de medir de quienes han protestado por la exposici¨®n ¡ªen octubre veremos si es objeto de censura o elogio¡ª, el Instituto de Historia Contempor¨¢nea de M¨²nich no hubiese podido publicar su edici¨®n cr¨ªtica de esa infamia que es Mi lucha.
Es preocupante el esfuerzo de muchos por mantener la tradici¨®n de fabricarse un pasado a medida para justificar un presente que permita controlar el futuro, por facturar una historia m¨¢s cercana a su acepci¨®n de narraci¨®n inventada que a la de disciplina cient¨ªfica. Aun con la proliferaci¨®n en los ¨²ltimos a?os de indocumentados empe?ados en mantener viva la peor mitolog¨ªa franquista, el largo y acreditado trabajo de prestigiosos historiadores ya ha fijado la verdad de mucho de lo que supuso el franquismo. Lo que hay que hacer es leerlos y promover su difusi¨®n, mejor que preocuparse por una estatua (sin cabeza, adem¨¢s) para presumir de antifranquistas a la violeta.
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