El profesor era lo que somos

En el colegio ten¨ªa un profesor de Lengua que llevaba unas gafas con un cristal tan grueso que si te las pon¨ªas y mirabas al cielo ve¨ªas cosas en la Luna. Se gan¨® un puesto de honor en mi memoria por tres acciones notables. La primera sucedi¨® cuando nos advirti¨® de que no habl¨¢ramos mientras escrib¨ªa en la pizarra, pues nos ve¨ªa por el rabillo del ojo. Nos quedamos en silencio, hasta que ca¨ªmos en la imposibilidad de que tama?o topo viera algo, ni por el ojo, ni por ning¨²n rabillo. La segunda tuvo lugar cuando, sin coordinaci¨®n previa, fracasamos todos en un examen. Tras repartirnos las notas, pregunt¨®: ¡°?Cre¨¦is que lo podr¨ªais haber hecho mejor?¡±. Como el coro de voces v¨ªrgenes que ¨¦ramos, respondimos que s¨ª. ¡°Entonces, ?por qu¨¦ no lo hab¨¦is hecho?¡±. La tercera sucedi¨® al repartir calificaciones de otro examen que sali¨® entre regular y menos mal que tu padre tiene un bar. Uno que hab¨ªa sacado un 4,9 exigi¨® el aprobado. ¡°Si te apruebo, debo aprobar tambi¨¦n al del 4,8, porque a ¨¦l le faltar¨¢ entonces tambi¨¦n una d¨¦cima. Y luego, al de 4,7, pues a ese tambi¨¦n le faltar¨¢, en realidad, solo una, no tres¡­¡±. As¨ª lleg¨® a cero.

Hace unas semanas me encontr¨¦ con un tipo que iba al mismo colegio, pero un curso por detr¨¢s. Hablamos de este hombre y me confes¨® que los mismos tres casos sucedieron en su a?o. Demonios, eran trucos, no genialidades. Se me cay¨® un ¨ªdolo. Luego record¨¦ que me encantan los Ramones y siempre hac¨ªan la misma canci¨®n y de que vivo en un pa¨ªs en el que la mayor¨ªa de la gente vota siempre a los mismos tipos, no importa qu¨¦ canci¨®n toquen.