La ¡®burkini fashion¡¯ no es bienvenida
El ba?ador isl¨¢mico puede ser engorroso, espantoso, caluroso, escasamente pr¨¢ctico y convierte el cuerpo en un dudoso objeto de ocultaci¨®n, pero no es terrorista
En algunos Ayuntamientos se debate sobre playas para perros y piscinas para nudistas en d¨ªas determinados, en una leg¨ªtima ambici¨®n por incorporar realidades del presente a los marcos legales del pasado. Apertura y tolerancia es el motor. Conciliar respeto a la tradici¨®n y tambi¨¦n a la renovaci¨®n, la f¨®rmula.
En otros, sin embargo, el debate es la intolerancia.
El Ayuntamiento de Cannes ha prohibido el burkini en sus playas y cuenta ya con el aval de un tribunal de Niza que este s¨¢bado ha dado la raz¨®n al alcalde al considerar que en el contexto de ¡°estado de excepci¨®n y de los recientes atentados islamistas¡± en Francia puede ¡°crear o exacerbar las tensiones¡±.
Llevar burkini puede ser engorroso, espantoso, caluroso, escasamente pr¨¢ctico y convierte el cuerpo en un dudoso objeto de ocultaci¨®n, chocante para muchos en una sociedad occidental del siglo XXI. Pero quien quiera llevarlo debe ser tan libre de hacerlo como las monjas la toca o los ni?os blanquecinos del norte de Europa sus trajes de neopreno o camisetas y gorras para protegerse del sol. Si es un problema de higiene, como argumenta tambi¨¦n el alcalde, proceder¨ªa tal vez analizar la prohibici¨®n de trajes, gafas de buceo y camisetas t¨¦rmicas para frioleros. Y si es un problema religioso, con el burkini deber¨ªan caer tambi¨¦n kip¨¢s, turbantes y crucifijos.
Pero no es higi¨¦nico ni religioso, sino de intolerancia hacia una prenda que el alcalde ha considerado un ¡°s¨ªmbolo de extremismo religioso¡±, como han alertado las asociaciones contra islamofobia.
El terrible atentado islamista cometido con un cami¨®n que fue atropellando a decenas de personas en la Fiesta Nacional en Niza desborda cualquier capacidad de asombro ante la barbarie. El peligro ya no est¨¢ en las mezquitas radicales, en los cinturones de explosivos ni en las mochilas bomba y otros iconos cl¨¢sicos del terror. Como los aviones se convirtieron el 11-S en armas de destrucci¨®n masiva, esta vez fue un cami¨®n, y dif¨ªcilmente puede una sociedad prever y controlar cu¨¢l puede ser el pr¨®ximo peligro de una cadena que rompe todos los l¨ªmites.
Es comprensible, por tanto, el pavor de la poblaci¨®n y la cautela de las autoridades, que han suspendido varias fiestas este verano por miedo a nuevos atentados. Pero de la precauci¨®n y los recursos necesarios en la lucha antiterrorista hasta la intolerancia irracional hay un salto que Francia no debe dar. De las bombas al cami¨®n o al cuchillo que emple¨® un terrorista en una iglesia para degollar a un sacerdote; de la masacre de Charlie Hebdo a la de Bataclan o Niza hubo un camino que no pasa precisamente por un ba?ador. Y un burkini es al fin y al cabo eso: un (suponemos) inc¨®modo, pero simple ba?ador. Los signos religiosos est¨¢n prohibidos en escuelas y en el funcionariado de una Francia laica que admiramos. Pero en nombre de la igualdad, la fraternidad y la libertad, dejen las playas libres de esa batalla, por favor.
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