Francesco Tonucci: "La casa puede ser m¨¢s peligrosa para el ni?o que la calle"
Este psicopedagogo padre de tres hijos ha conseguido que miles de ni?os en el mundo vayan solos al colegio aprendiendo en ese trayecto casi tanto como en la escuela. En 1991, el italiano Francesco Tonucci (Fano, 1940) convenci¨® al Ayuntamiento de su ciudad natal para iniciar el programa piloto Camino seguro, que instaba a los chavales a organizarse para ir juntos a la escuela. Hoy la exposici¨®n Imaginar la educaci¨®n. 50 a?os con Frato le rinde homenaje en el Parque de las Ciencias de Granada. Frato es su seud¨®nimo cuando dibuja tiras c¨®micas. Sus vi?etas, sus libros ¨CLa ciudad de los ni?os o Cuando los ni?os dicen ?basta!, ambos editados por la Fundaci¨®n Germ¨¢n S¨¢nchez Ruip¨¦rez¨C, toda su obra es un alegato a favor de la independencia mental de los chavales y su regreso a las calles.
?La calle es peligrosa porque no hay ni?os en ella? Es una paradoja. Su presencia obliga a los adultos a tener cuidado. Son la seguridad m¨¢s barata y sencilla.
?Seguridad barata? La seguridad producida a partir de medios defensivos es una manera de delegar nuestra responsabilidad. Se la cedemos a la c¨¢mara de v¨ªdeo o al guardia al que pagamos y la asumimos cuando cuidamos de los ni?os. Si yo fuera delincuente, sabr¨ªa que un lugar en el que cuidan a los peque?os no es un buen territorio para actuar. El bandido necesita descuido, abandono, desconfianza, oscuridad y miedo. Por eso siempre recomiendo a los padres que dejen a los ni?os solos en la calle.
?Por qu¨¦ tenemos tanto miedo? Educar a los hijos insufl¨¢ndoles el miedo a los dem¨¢s es lo peor que podemos hacer como padres. Su autonom¨ªa es fruto del amor, no del abandono. Un ni?o que tiene miedo es m¨¢s vulnerable. Si le decimos: ¡°Ojo, no te pares con nadie, no te f¨ªes de nadie, no mires a nadie¡¡±, lo estamos marcando de por vida.
¡°La presencia de los ni?os en la calle obliga a los adultos a tener cuidado. Son la medida de seguridad m¨¢s barata y sencilla¡±.
?A qui¨¦n beneficia el miedo? Creo que a nadie. Pero lo producen la televisi¨®n y los pol¨ªticos. La violencia es la excepci¨®n, pero los medios la hacen pasar como la norma. No es algo habitual en ninguna ciudad y menos en las europeas. Vivirlo como si lo fuera cuesta la libertad de los ni?os y su formaci¨®n como futuros adultos miedosos. Hay violencia contra los ni?os y contra las mujeres, pero el 90% proviene de los familiares, de los educadores o de las parejas, y no de lo que sucede en la calle.
?Hay una industria del miedo? Me temo que s¨ª. Se considera que Londres es la ciudad del mundo m¨¢s videocontrolada. Esa vigilancia tan estrecha es costos¨ªsima. En 2001 colocaron microc¨¢maras en las gorras de los polic¨ªas, como los pilotos de f¨®rmula 1, y comprobaron cu¨¢ntos delitos resolv¨ªan gracias a las c¨¢maras callejeras. El resultado indic¨® que solo el 3%. En la misma ¨¦poca, en el barrio Almirante Brown de Buenos Aires, que es muy conflictivo, ocurri¨® un caso de abuso a una ni?a. La gente sali¨® a la calle para protestar y se aument¨® el n¨²mero de guardias, pero all¨ª m¨¢s polic¨ªa equivale a m¨¢s tiroteos, as¨ª que tuvieron que buscar otra soluci¨®n y recurrieron a mi propuesta de camino seguro. Tras esa experiencia, se comenz¨® a aplicar en Buenos Aires, y con la autonom¨ªa de los ni?os la criminalidad descendi¨® un 50%.
Defiende reformas econ¨®micas y radicales. ?Por qu¨¦ no le escuchan los alcaldes? Algunos lo hacen. Un ni?o que se mueve con sus progenitores es un hecho privado. Aunque se porten mal los padres, no es f¨¢cil intervenir. Un menor que va solo es un hecho p¨²blico. Por malos que seamos, que lo somos, pr¨¢cticamente nadie rechaza ayudar a un ni?o.
En sus libros recomienda que si un peque?o est¨¢ solo en la calle y le ocurre algo, pare al primer adulto que vea. Es importante que sea el primer adulto que encuentre.
?Por qu¨¦? Es fundamental que no le den criterios de selecci¨®n, si no los feos ser¨¢n ped¨®filos y los prejuicios le empujar¨¢n a ver monstruos. Hace 20 a?os que lo defiendo y nadie se me ha quejado nunca.
?Por qu¨¦ educamos en la desconfianza? Por miedo. Por eso pido a pol¨ªticos y a periodistas que asuman su responsabilidad. Que el mayor da?o lo causan los conocidos es un dato tan relevante como triste. Abusar de un ni?o no es f¨¢cil. Solo puede hacerlo quien tiene acceso afectivo a ellos.
Ha escrito que el lugar m¨¢s peligroso para un menor es su casa y el coche de sus padres. Creemos que lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es darles la mano y que se queden en casa. El coche es un ap¨¦ndice de la casa. Pero si va a urgencias y hace una encuesta ver¨¢ que el 90% de los ni?os llegan por accidentes de coche y dom¨¦sticos.
Pasan m¨¢s tiempo ah¨ª. As¨ª es. Pero la casa no se percibe como peligrosa. Un ni?o despierto evita el peligro porque aprende a detectarlo. Y uno que se aburre tiene que aprender a salir del tedio, por eso considero que el aburrimiento es un regalo: obliga a imaginar. Inventar ha sido mi vida. El problema actual es hacerlo en casa: desmontar un enchufe, abrir el gas, mirar lo que la mam¨¢ esconde, abrir la botella rara. Esto se traduce en incendios, envenenamiento o ca¨ªdas desde la terraza. Hay que dejar salir a los peque?os. No pueden jugar con todo su potencial dentro de una casa. Al estar en la calle, un ni?o puede encontrarse m¨¢s seguro. Fuera de casa se portan de otra manera.
¡°hay que ayudar a los padres. Hoy se estigmatiza al adulto que deja libre al hijo¡±.
?Qu¨¦ datos sustentan esa idea? Muchos. Cuando describo el programa de llegar solo a la escuela, siempre hay un padre que me dice: ¡°Me encanta lo que cuenta, pero no conoce a mi hijo. Se tirar¨¢ debajo del primer coche que pasa¡±.
?Pensamos que tenemos hijos tontos? Con frecuencia. Hay una raz¨®n: los conocemos del tiempo que pasamos con ellos llev¨¢ndolos de la mano. Para nosotros movernos significa trasladarnos: salimos para llegar, y lo hacemos con el tiempo justo. Por eso no aceptamos que el menor se pare, observe, recoja porquer¨ªas, se quede mirando¡ Eso le obliga a portarse como un tonto. Y los tontos hacen tonter¨ªas. Los ni?os que mueren en la calle lo hacen cuando un adulto se despista. Buscan romper el aburrimiento. En P¨¦saro, Italia, 2.000 ni?os mayores de seis a?os van solos al colegio cada d¨ªa. Ped¨ª a la polic¨ªa que me informara sobre los accidentes de este grupo a lo largo de una d¨¦cada. Ni uno. Ni atropellos, ni violaciones ni secuestros. Entre los que iban con sus padres hubo nueve accidentes.
?C¨®mo es una ciudad pensada para los ni?os? Es una ciudad. Hoy no tenemos ciudades. La Segunda Guerra Mundial las destruy¨®. Se tuvieron que reconstruir y se hicieron para algunos, no para todos.
?Eso no ha sucedido siempre? No. En la ciudad hist¨®rica, alrededor del mercado, el s¨ªmbolo del encuentro, hab¨ªa ricos y pobres. Las casas de los nobles dise?adas por grandes arquitectos en Roma o Barcelona est¨¢n pegadas a las casitas humildes de los artesanos. Eso enriquec¨ªa la ciudad. La llegada de la gente del campo para trabajar en la industria foment¨® la periferia y la desertizaci¨®n de los centros hist¨®ricos, que compraron los bancos y el comercio. Tras la Segunda Guerra Mundial, las ciudades se dise?aron para hombres adultos y con trabajo. Se pensaba que si eran buenas para el jefe de la familia, lo ser¨ªan tambi¨¦n para sus mujeres y los hijos. La idea es sencilla: ¡°Si las hacemos a la medida de lo que pide el patriarca, ¨¦l nos votar¨¢ y arrastrar¨¢ los votos de su familia¡±. Los ancianos, los ni?os y los discapacitados desaparecieron de la ciudad. Crear un lugar espec¨ªfico es una forma de segregarlos, de excluirlos.
?Por eso est¨¢ en contra de los parques? Siempre pienso que quienes llevan a sus hijos al parque son adultos que no han sido ni?os. ?En cu¨¢ntas de nuestras infancias hay columpios y toboganes? Los ni?os necesitan inventar.
?Para un ni?o de hoy vivir la experiencia del descubrimiento y la aventura es imposible? Hoy el riesgo o no existe o es enorme. Esto produce efectos fatales.
En Espa?a hay m¨¢s de 20 municipios seguidores de su programa La ciudad de los ni?os: Gandia, El Prat de Llobregat, Alzira¡ Los alcaldes se adhieren, pero eso hace que la iniciativa sea vulnerable a las elecciones.
Cuando le llaman, ?qu¨¦ sucede en las ciudades? El objetivo es la autonom¨ªa de los ni?os. Involucramos a los comerciantes, a los ancianos¡ A lo largo del camino hay tiendas identificadas con una pegatina donde se puede parar para pedir un vaso de agua o usar el ba?o. Hay jubilados que, durante una hora al d¨ªa, se hacen cargo de cruces peligrosos, de pasajes.
No hay adultos que los acompa?en. Esa es la clave. Solo pueden ser ni?os. Es fundamental trabajar la autonom¨ªa. El objetivo no es tanto llegar a la escuela como aprender a salir de casa. Para prepararlo, el recorrido casa-escuela es el m¨¢s sencillo, se repite a diario y lo realizan muchos ni?os. Eso aumenta la seguridad y la tranquilidad de los padres. Pero es solo un primer paso.
En los lugares que siguen su modelo hay un consejo de ni?os. S¨ª. Las ideas de los ni?os son las que est¨¢n fuera del poder.
?El proyecto de La ciudad de los ni?os se lo piden m¨¢s en municipios de una ideolog¨ªa determinada? Porcentualmente, desde ciudades progresistas. Pero en Buenos Aires, cuando lleg¨® Mauricio Macri, no interrumpi¨® el proyecto, lo ampli¨®.
¡°no necesitamos ni buenas ni nuevas leyes educativas, tan solo buenos maestros¡±.
En Pontevedra el alcalde tambi¨¦n confi¨® en usted. Me dijo que aquella era mi ciudad. Normalmente me despachan con un ¡°me encanta, pero deme dos o tres a?os para ponerlo en marcha. Resuelvo el tema del tr¨¢fico y luego hablamos¡±. As¨ª no va a funcionar.
?Qu¨¦ sucedi¨® en Pontevedra? All¨ª llueve mucho. Pensamos en dos personas juntas con un paraguas abierto y medio metro m¨¢s para los bancos. Eso dejaba tres metros para los coches, y tuvo que desaparecer el aparcamiento.
?La gente protest¨®? Todo cambio genera protestas. Luego empezaron a caminar. Hicieron planos de la ciudad midiendo las distancias en metro por minuto. El alcalde, Miguel Anxo Fern¨¢ndez Lores, es m¨¦dico. Conoce la importancia de que la gente camine.
?Las ciudades no est¨¢n bien dise?adas? Est¨¢n proyectadas desde la imagen y el poder, no desde el uso. Si uno va a Pontevedra en coche, debe aparcarlo. La velocidad m¨¢xima en toda la ciudad es de 30 kil¨®metros por hora, y en el centro, de 20. El alcalde me cont¨® que a 50 km/h muere uno de cada dos peatones atropellados. A 30 km/h, uno de cada 20.
?El mantenimiento de la industria del autom¨®vil est¨¢ dibujando nuestras urbes? Los alcaldes se excusan: si quito los coches, no me votan. Fern¨¢ndez Lores lleva cinco legislaturas, es del Bloque Nacionalista Galego y Galicia no es una regi¨®n progresista. Pero la gente lo ha entendido.
?C¨®mo han afectado a su discurso las nuevas tecnolog¨ªas? No se trata de volver atr¨¢s, pero cuando yo era peque?o mi madre nos echaba de casa. No es que no nos quisiera, es que no ten¨ªa otra opci¨®n para arreglarla. Hoy tenemos recursos para encerrar a los ni?os en una habitaci¨®n y eso hace que usemos televisiones y ordenadores en su contra para controlarlos.
Usted no tiene m¨®vil. No. Y a los ni?os siempre les advierto de que es una herramienta de control: deben estar siempre disponibles para los padres y eso les obliga a decir mentiras porque no se pueden dar detalles siempre ni de d¨®nde est¨¢s ni con qui¨¦n. Una de las satisfacciones m¨¢s grandes es despedir al hijo y esperar a que vuelva para que nos diga lo que ha hecho. Ya sabemos que no hablar¨¢ de todo, pero la clave es la confianza, que hace que cuando quieran puedan contar.
?Somos hoy peores padres? No. Siempre se hace lo mejor que se puede, pero hay que ayudar a los progenitores a salir de la prisi¨®n en la que se han metido con sus hijos. Socialmente, el adulto que deja libre al hijo es un mal padre.
Defiende la formaci¨®n de ni?os como seres pensantes. Si pueden expresar lo que piensan, van a plantear conflictos porque tienen necesidades distintas de las nuestras. La chica canadiense que particip¨® en la cumbre de R¨ªo de 1992 hablando en nombre de los ni?os de la tierra dijo que lo que hac¨ªamos los adultos la hac¨ªa llorar por la noche. Los peque?os, si pueden hablar, denuncian. Y nos obligan a reflexionar, a aceptar que no lo hacemos todo lo bien que podemos. Pero la educaci¨®n entendida como acostumbrar a los ni?os al pensamiento adulto es mucho m¨¢s c¨®moda. Una formaci¨®n as¨ª es una forma sofisticada de conservaci¨®n. Un ni?o de Puebla, en M¨¦xico, me dec¨ªa que los adultos le ped¨ªan siempre que tuviera paciencia, que cuando creciera lo entender¨ªa. Ese es exactamente nuestro modelo educativo: hay que crecer para ser como los adultos. Y si yo puedo ponerme como modelo de mis hijos y de mis alumnos, estoy utilizando modelos de ayer, es decir, estoy garantizando que no va a haber cambios, en lugar de mejorar a partir de mi experiencia. Aceptar al ni?o de hoy s¨ª que ser¨ªa revolucionario.
Muchos ni?os han pasado de ser mano de obra a ser clientes. Yo nac¨ª durante la Segunda Guerra Mundial y no tuve ni dinero ni juguetes. Muchas de mis ideas tienen su origen en aquella necesidad de fabricarme mis propios juegos con las cajas de medicinas de mi padre, que era enfermero.
Durante su infancia no hab¨ªa tiendas para ni?os. La ropa nos la hac¨ªa mi madre. Una misma prenda pasaba por los cuatro. Una vez, cuando fuimos a elegir un tejido para hacer un abrigo, vimos que mi hermano menor miraba la tela del rev¨¦s. Mi madre se lo advirti¨® y ¨¦l le contest¨®: ¡°Es lo que me tocar¨¢¡±. Siempre ha tenido sentido del humor. Pero nuestra vida era as¨ª. Hoy est¨¢ claro que la infancia es un mercado.
?C¨®mo afecta eso a los ni?os? La publicidad los maneja. Y educa en esa manipulaci¨®n. Es responsabilidad de los padres tratar de que sus hijos piensen por s¨ª mismos.
?Qu¨¦ hizo que usted se interesara por la educaci¨®n? En mi infancia todos los ni?os estaban tristes. Yo lo estaba. No me gustaba la escuela y, de adulto, eso me dio que pensar. La educaci¨®n que defiendo es una revancha de esa experiencia.
Tambi¨¦n las tiras c¨®micas que, desde hace d¨¦cadas, firma con el seud¨®nimo de Frato. Desde luego. Lo que m¨¢s me apena es ver c¨®mo, tras mis hijos, mi nieta peque?a de ocho a?os sigue haciendo lo mismo, recibe casi la misma educaci¨®n. No es tolerable que con lo que ha cambiado el mundo en 75 a?os la escuela haya evolucionado tan poco.
?Qu¨¦ cambios propondr¨ªa? Fomentar la independencia, evitar la imitaci¨®n.
?Qu¨¦ tipo de padre ha sido? Todo lo que pienso como educador lo descubr¨ª ense?ando. Comet¨ª todos los errores que cometen los padres: muchos con el primero, menos con el segundo, y as¨ª. Por eso soy partidario de no tener un hijo ¨²nico.
?Se va aprendiendo o uno se va debilitando? Rebajar el nivel de exigencia es positivo. Con los hijos uno debe formarse, y parte del aprendizaje consiste en suavizar las obsesiones. El ni?o no puede ser el extraterrestre que es el primer hijo. Sobre todo ahora que las familias viven la maternidad y la paternidad con mucho miedo. Un ni?o criado en un ambiente relajado tiene mejor vida.
Habla de escuchar a los ni?os. ?No les hacemos demasiado caso? No. Les prestamos atenci¨®n como objetos de consumo. Escucharlos es desarrollar una relaci¨®n de confianza. Tenemos que demostrarles que nos interesa lo que piensan, con los riesgos que comporta. Porque si les preguntamos banalmente lo que piensan, como son listos, nos dir¨¢n lo que creen que queremos o¨ªr.
?Los maestros est¨¢n infrapreparados? No necesitamos ni buenas ni nuevas leyes de ense?anza. Necesitamos buenos maestros. Si alguien puede cambiar la escuela es el maestro. En Espa?a tienen una ley de educaci¨®n absurda, la ley Wert. Dice cosas que en el mundo acad¨¦mico no puede compartir nadie. Ya en el pr¨®logo establece que el objetivo de la escuela es la competici¨®n, y eso hoy casi parece un chiste. ?Cree que alg¨²n buen profesor ha cambiado su forma de trabajar porque lo haya dicho la ley?
?Los maestros son buenos o malos al margen de las leyes educativas? Si lo que ense?as es a repetir, importa muy poco que los contenidos sean progresistas.
Defiende la posibilidad del descubrimiento, la necesidad de tomar decisiones. Y est¨¢ en contra de los deberes. Son un abuso. Si el profesor ha dado bien la lecci¨®n, no hace falta comprobar que lo han entendido. Los deberes impiden a los ni?os vivir el tiempo libre en el que se podr¨ªan producir las aportaciones de los propios menores a la escuela.
Se ha dedicado m¨¢s a investigar que a formar. Solo di clase dos a?os a alumnos de segundo de secundaria.
?Qu¨¦ parte de su vida dedica a ser Frato, el dibujante de tiras c¨®micas que desenmascara los problemas educativos, y qu¨¦ parte es Tonucci? Frato se queda con el placer. Siempre cre¨ª que hab¨ªa nacido artista, no investigador. Pensaba que un d¨ªa lo dejar¨ªa todo y me pondr¨ªa a pintar.
?A qu¨¦ espera? La vida me ha llevado por otro camino. Comenc¨¦ a hacer vi?etas para hablar de la educaci¨®n desdramatizando. No ve¨ªa l¨®gico que solo se debatiera en cuadernos que solo leen los investigadores. Quise aportar cambios. Por eso dibuj¨¦ con cierto pudor, porque ni un artista ni un investigador se dedican a hacer dibujitos. Y por eso tambi¨¦n me puse un seud¨®nimo: para esconderme.
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