Paco Mart¨ªnez Soria
Pero ¨¦l no era muy fiel a su estereotipo. En la intimidad del hogar, afloraban sus malas pulgas y no ten¨ªa ni pizca de la gracia de su personaje
Bu?uel y Mart¨ªnez Soria resumen el salero de Arag¨®n para alumbrar personalidades antag¨®nicas. Mart¨ªnez Soria, el c¨®mico estrella del tardofranquismo, ha quedado como el s¨ªmbolo de la Espa?a paleta y desconcertada que se resist¨ªa como gato panza arriba a digerir que el mundo pod¨ªa ser de otro modo.
Pero ¨¦l no era muy fiel a su estereotipo. Su familia admite que, en la intimidad del hogar, afloraban sus malas pulgas y no ten¨ªa ni pizca de la gracia de su personaje. Pero tampoco era tan puritano como se pensaba. En las noches de la Barcelona golfa, Paco Mart¨ªnez Soria se parec¨ªa muy poco a Paco Mart¨ªnez Soria. En la Guerra Civil se afili¨® a la CNT. No le quedaba otra para trabajar, pero tiene su cosa que militara en un sindicato anarquista. En 1981, poco antes de morir, protagoniz¨® en TVE un debate con Bibiana Fern¨¢ndez sin un minuto anodino. Ver ahora ese duelo devuelve el aroma de una ¨¦poca distinguida por el enfrentamiento moral. Bibi ?ndersen encarnaba la mayor anomal¨ªa posible para la mentalidad que representaba Mart¨ªnez Soria. Pero ¨¦ste vol¨® por encima de su clich¨¦ y supo ser pu?etero sin dejar de ser zalamero: ¡°Para ser un hombre, qu¨¦ guapa es usted¡±, le vino a decir.
Medio siglo despu¨¦s de La ciudad no es para m¨ª, sus pel¨ªculas, no importa las veces que se emitan, conservan en la tele un llamativo tir¨®n; Javier Lafuente le ha dedicado una biograf¨ªa y Gabriel Lech¨®n un documental, reci¨¦n presentado en el festival de comedia que invoca su figura y que Ra¨²l Garc¨ªa Medrano se invent¨® en Tarazona, su pueblo. Se fue hace 34 a?os pero, contra todo pron¨®stico, se mantiene ah¨ª, inagotable.
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