La NASA env¨ªa una sonda a un asteroide que podr¨ªa chocar contra la Tierra
La roca Bennu, con una probabilidad de impacto del 0,037%, podr¨ªa iluminar el origen de la vida en la Tierra
La probabilidad de que una roca espacial le caiga a una persona en la cabeza es min¨²scula, pero existe. El 14 de agosto de 1992, un ni?o ugand¨¦s iba caminando por su aldea, Mbale, cuando una piedrecilla de apenas tres gramos atraves¨® un banano y le rebot¨® en la cabeza. Era un fragmento ¨ªnfimo de un meteorito de una tonelada que se hab¨ªa pulverizado poco antes contra la atm¨®sfera, a 14 kil¨®metros de altura, provocando una lluvia de peque?os meteoritos.
Al ni?o de Mbale no le pas¨® nada, pero podr¨ªa haber sido mucho peor. Hay una posibilidad entre 2.700 de que el asteroide Bennu, de unos 500 metros de di¨¢metro, choque contra la Tierra dentro de unos 150 a?os. Si lo hace, crear¨¢ un cr¨¢ter de unos cinco kil¨®metros de di¨¢metro, liberando una energ¨ªa 70.000 veces superior a la de la bomba at¨®mica de Hiroshima, seg¨²n los c¨¢lculos de la NASA.
El objetivo de la sonda, que se lanzar¨¢ el 8 de septiembre, es llegar al asteroide y regresar con muestras
Pero no hay que preocuparse mucho. Las probabilidades de morir en un accidente de tr¨¢fico son una entre 113, seg¨²n los datos de EE UU. El asteroide Bennu, sin embargo, s¨ª puede tener un impacto en el conocimiento humano sobre c¨®mo se formaron los planetas, c¨®mo empez¨® la vida en la Tierra y c¨®mo de probable es que se originara tambi¨¦n en otros lugares del Sistema Solar. La NASA lanzar¨¢ el 8 de septiembre a las 19:05, hora local de cabo Ca?averal, la sonda OSIRIS-REx, con la misi¨®n de aterrizar en el asteroide, arrancar fragmentos y volver a casa.
¡°No hay que preocuparse en absoluto. La probabilidad acumulada de impacto es del 0,037%, y a finales del siglo XXII¡±, explica a Materia el jefe de la misi¨®n, Mike Donnelly, del Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA. ¡°Para entonces, los datos de OSIRIS-REx nos ayudar¨¢n a hacer mejores predicciones sobre la ¨®rbita de Bennu¡±, tranquiliza.
La misi¨®n no ser¨¢ la primera de ida y vuelta a un asteroide. La sonda japonesa Hayabusa aterriz¨® en 2005 en el asteroide Itokawa. Regres¨® cinco a?os m¨¢s tarde con muestras que demostraron que el origen de la mayor¨ªa de los meteoritos que caen a la Tierra son, precisamente, asteroides como Itokawa, rocosos de tipo S. En esta ocasi¨®n, la NASA espera recoger entre 60 y 2.000 gramos de Bennu para, idealmente, encontrar mol¨¦culas org¨¢nicas, como amino¨¢cidos, los ladrillos que pudieron originar la vida en la Tierra hace unos 4.000 millones de a?os.
Bennu puede albergar los ladrillos que pudieron originar la vida en la Tierra hace unos 4.000 millones de a?os
La sonda OSIRIS-REx, de unas dos toneladas, llegar¨¢ al asteroide Bennu en 2018. Los responsables de la misi¨®n decidir¨¢n el punto de toma de muestras tras mapear su superficie. El brazo rob¨®tico de la misi¨®n recoger¨¢ el material. Ser¨¢ una especie de c¨¢psula del tiempo de los primeros momentos del Sistema Solar, que ser¨¢ analizada, si todo sale bien, a su vuelta a la Tierra en 2023.
La misi¨®n de la NASA tiene adem¨¢s otro objetivo: aprender a extraer minerales de asteroides. En 2013, la agencia espacial estadounidense record¨® que ¡°para satisfacer el apetito de la civilizaci¨®n¡± las empresas mineras est¨¢n explorando nuevas fronteras, abriendo minas a kil¨®metros bajo tierra o incluso en el fondo del oc¨¦ano. Los asteroides est¨¢n pre?ados de metales preciosos.
¡°Un peque?o asteroide de tipo S, de 10 metros, contiene unos 650.000 kilogramos de metal, con unos 50 kilogramos de platino y oro¡±, declar¨® entonces Dante Lauretta, investigador de la Universidad de Arizona y jefe cient¨ªfico de la misi¨®n. Otros asteroides, de tipo M, pueden multiplicar estas cantidades por 10. Pero hay varios obst¨¢culos para la miner¨ªa espacial. El primero es que no es rentable. La misi¨®n OSIRIS-REx costar¨¢ unos 870 millones de euros. Otra dificultad es que se requiere experiencia para analizar los recursos de un asteroide y extraerlos. La sonda a Bennu ayudar¨¢ a solucionar ese problema.
Donnelly, el jefe de la misi¨®n, reconoce multitud de riesgos, desde los habituales del lanzamiento de un cohete a los del propio asteroide. ¡°Bennu puede tener sus propios sat¨¦lites o plumas que no hayamos visto desde la Tierra. Eso podr¨ªa comprometer la capacidad para tomar muestras. No lo sabremos hasta que llegue la sonda¡±, se?ala. Los ingenieros tambi¨¦n desconocen c¨®mo es exactamente el asteroide y si habr¨¢ un lugar seguro para posarse. ¡°Y, adem¨¢s, muchos sistemas del aparato tendr¨¢n que funcionar durante siete a?os para que la sonda tome la muestra, la coloque en la c¨¢psula de regreso, abandone el asteroide y funcione en el momento exacto para que aterrice en el desierto de Utah¡±, a?ade Donnelly. ¡°El riesgo es inherente a la exploraci¨®n espacial¡±.
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