El viento rojo
Un incendio con una veintena de focos arrasa el Estado de California ante la impotencia de los equipos de bomberos
Vuelve a soplar el viento rojo, el de Santa Ana, esas r¨¢fagas secas del desierto que en las novelas del detective Philip Marlowe enloquec¨ªan a cualquier tipo acodado en un bar. Sopla el viento y, otro verano m¨¢s, California vuelve a arder. Cinco a?os de sequ¨ªa y temperaturas de casi 40 grados han favorecido que el fuego que se origin¨® en el puerto de Caj¨®n, al norte del condado de San Bernardino, se extienda con una velocidad y virulencia inusitadas. La maleza, sin desbrozar, sirve de combustible. Desde el martes ha arrasado 10.300 hect¨¢reas y ha obligado a la evacuaci¨®n de unas 82.000 personas.
Para ellos, para los que no tienen ad¨®nde ir, Airbnb, la plataforma web de alquileres vacacionales, ha puesto en marcha una utilidad que permite a los desalojados saber en qu¨¦ casa cercana pueden obtener hospedaje temporal sin coste alguno. Seguir¨¢ estando activa ¡ªgratis¡ª hasta el 30 de agosto. Luego ya ver¨¢n.
La cabeza ladeada, los hombros abatidos, en la fotograf¨ªa el bombero mira con impotencia c¨®mo el humo se eleva, menos denso a medida que gana altura, cargando en suspensi¨®n las part¨ªculas del bosque que las llamas han ido devorando. El Summit Inn, un restaurante de carretera situado en la orilla de la m¨ªtica Ruta 66, por cuyas mesas pasaron el pen¨²ltimo James Bond (Brosnan), Clint Eastwood o Elvis Presley, est¨¢ calcinado. A poco m¨¢s de 100 kil¨®metros est¨¢ San Francisco. El fuego cobr¨® pronto dimensi¨®n de desastre y, por tanto, le pusieron un nombre: Blue Cut.
La NBC asegura que, durante todo el ¨²ltimo mes, San Bernardino ha dispuesto de un hidroavi¨®n de gran envergadura. La orograf¨ªa del terreno sin embargo lo vuelve inservible. Tendr¨ªa que ir a cargar agua demasiado lejos, resultar¨ªa demasiado lento, inmanejable. Las labores de extinci¨®n quedan a merced de lo que logren los retenes de bomberos y esos helic¨®pteros, m¨¢s ¨¢giles. Poco, hasta ahora. Apenas un 4% del incendio se da por controlado.
Hace ya 14 a?os que George W. Bush, entonces presidente de Estados Unidos, dijera que el oeste era una ¡°caja de cerillas¡±; y de que propusiera arreglarlo talando los ¨¢rboles. Aquello no era una soluci¨®n. No hacer nada, tampoco.
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