En d¨ªas ol¨ªmpicos, Donald Trump bate su r¨¦cord
A once semanas de las elecciones, el candidato republicano prescinde de nuevo de su jefe de campa?a
La celebraci¨®n de unos Juegos Ol¨ªmpicos es una ¨¦poca ideal para batir r¨¦cords. Y no es necesario que sea en ning¨²n deporte ni en la sede de los Juegos. El esp¨ªritu de Olimpia llega a los lugares m¨¢s insospechados.
Ah¨ª est¨¢, por ejemplo, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien cuando apenas quedan 11 semanas para las elecciones ha despedido a su jefe de campa?a. Se trata del segundo responsable en ese puesto clave que es invitado a presentar la dimisi¨®n en pocos meses. Aunque el lema electoral de Trump es ¡°Haz de Estados Unidos un gran pa¨ªs de nuevo¡±, da la impresi¨®n de que lo que hasta ahora se est¨¢ haciendo grande es la lista de colaboradores de los que se deshace el aspirante. El primero, Corey Lewandowski, cay¨® a finales de junio v¨ªctima de la hostilidad de los hijos del candidato. El segundo, Paul Manafort, lo ha hecho ante la posibilidad de perjudicar la imagen de Trump por estar envuelto en negocios tanto con personalidades pr¨®ximas a Vlad¨ªmir Putin como por con algunos dictadores. Su puesto lo ha ocupado inmediatamente Stephen Bannon, aunque, a este paso, no es descartable que no llegue a las elecciones de noviembre. Trump parece que hace caso omiso de ese dicho tan estadounidense que aconseja no cambiar de caballo mientras se cruza el r¨ªo. El candidato echa a sus jefes de campa?a al ritmo con que Jes¨²s Gil desped¨ªa entrenadores. Eso es verdaderamente un ritmo de r¨¦cord ol¨ªmpico y mundial.
El jefe de campa?a es un puesto decisivo en la elecci¨®n presidencial. Barack Obama, por ejemplo, le debe gran parte de su victoria en 2008 tanto a David Pouffle como tambi¨¦n a David Axelrod, su estratega principal. Es decir, entre otras, dos personas cuya principal misi¨®n era aconsejar, proponer y, en numerosas ocasiones, llevar la contraria al entonces candidato dem¨®crata. Una tarea nada f¨¢cil ni grata cuando est¨¢ en juego el puesto pol¨ªtico m¨¢s importante del planeta. Y un trabajo casi tit¨¢nico cuando quien est¨¢ enfrente es una personalidad tan explosiva como la del magnate republicano.
Se dec¨ªa que Manafort estaba logrando desactivar parcialmente las salidas de tono de Trump. Muy parcialmente deb¨ªa ser. El candidato no hab¨ªa renunciado a los insultos a los periodistas que acuden a sus ruedas de prensa ¡ª¡°escoria¡± es lo m¨¢s fino que les llama a algunos¡ª ni a sus propuestas que poco tienen que ver con hacer grande a ning¨²n pa¨ªs. La pen¨²ltima es la obligatoriedad de los inmigrantes de aprobar un ¡ªen sus propias palabras¡ª ¡°examen extremo¡±. Qui¨¦n sabe, tal vez logre reflotar a la quebrada Universidad Trump impartiendo cursos para aprobar la prueba.
En cualquier caso, Trump ya ha demostrado que se puede llegar a candidato presidencial enfrentado al aparato del partido, contra el vaticinio de expertos y aficionados, convirtiendo cada debate en una pelea en el barro, prescindiendo de la tradicional pol¨ªtica estadounidense puerta a puerta y diciendo todo tipo de barbaridades. Somos los dem¨¢s los que deseamos que tenga un buen jefe de campa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.