El desaf¨ªo de Rousseff

Brasil se halla perdido en un laberinto pol¨ªtico en el que, aparentemente, no encuentra salida. Hostigado por una galopante recesi¨®n y un creciente desempleo, el pa¨ªs, que hace solo unos a?os estaba destinado a ser l¨ªder indiscutido de Am¨¦rica del Sur, convalece en estado catat¨®nico, efecto patente del bloqueo pol¨ªtico que le aqueja y para el que, en este momento, solo parece haber dos curas posibles: dos presidentes sin la legitimidad de un pleno respaldo popular. Esa es la realidad pol¨ªtica a la que deber¨¢ enfrentarse despu¨¦s de la tregua de los Juegos Ol¨ªmpicos que acabaron ayer.

Si el proceso de destituci¨®n de Dilma Rousseff prospera en la sesi¨®n del Senado que comienza el jueves, la presidenta se ver¨¢ obligada a dejar el cargo a su vicepresidente y actual jefe de Gobierno en funciones, Michel Temer. Este, sin embargo, es sospechoso de beneficiarse de una trama de sobornos que afecta a la petrolera estatal, Petrobras. Es profundamente impopular, como dej¨® patente el sonoro abucheo al que le someti¨® el estadio de Maracan¨¢ en la inauguraci¨®n de los Juegos. Seg¨²n una reciente encuesta de Datafolha, un 60% de brasile?os quiere que dimita si Rousseff es recusada.

Rousseff gan¨® hace dos a?os la reelecci¨®n de forma leg¨ªtima con mayor¨ªa de votos, al obtener 3,5 millones de sufragios m¨¢s que su contrincante, el derechista A¨¦cio Neves. Desde entonces, sus oponentes se han dedicado a buscar razones para forzarla a abandonar el poder. Ella cometi¨® el error de bulto de maquillar cuentas p¨²blicas para ajustar las cifras y dio as¨ª a sus oponentes en el poder legislativo la munici¨®n que buscaban para aniquilarla pol¨ªticamente.

La presidenta ha asumido al final que no tiene opciones de retener el cargo, ya que es m¨¢s que probable que dos tercios del Senado voten en su contra esta semana. Por tanto, ya pas¨® el tiempo de las negociaciones y el di¨¢logo. Rousseff ha pecado de no actuar como su predecesor, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, maestro en tender puentes con la oposici¨®n. Esta ¨²ltima, incapaz de comprender a Rousseff, ha arrastrado al pa¨ªs a una estrategia suicida con la ¨²nica finalidad de cambiar un Gobierno.

Resulta oportuna una reciente propuesta de Rousseff para que Brasil vuelva a las urnas cuanto antes. As¨ª lo expres¨® la presidenta en una carta dirigida el martes al Senado y a la naci¨®n. En ella prometi¨® convocar un plebiscito si el Legislativo decide finalmente no recusarla. El problema es que deber¨ªa reformarse esa misma Constituci¨®n, que, como en el modelo presidencial norteamericano, no contempla una repetici¨®n de elecciones antes de plazo.

Tiene raz¨®n Rousseff en que a un presidente que no ha cometido un grave delito solo puede apartarlo ¡°el pueblo con elecciones¡±. Por desgracia, la mandataria llega tarde. Deber¨ªa haber visto antes que cada vez contaba con menos apoyos en el Congreso y que su popularidad se hund¨ªa en las encuestas. Es cierto que hoy m¨¢s de un 60% de brasile?os quiere nuevas elecciones, seg¨²n varias encuestas. Pero los partidos de la oposici¨®n, que tambi¨¦n tienen sus propios problemas, ya tienen lo que quer¨ªan: una presidenta a punto de caer. En semejante situaci¨®n, y ante la gravedad del frenazo econ¨®mico, ambas partes, a izquierda y a derecha, deber¨ªan esforzarse por defender conjuntamente el bien del pa¨ªs y eso pasa, aunque no figure en la Constituci¨®n, por volver a preguntarle al pueblo.