Vivir (y escribir) con la sensaci¨®n de estar siempre al borde del desastre
Gracias a la literatura, y a su primer libro, ¡®F¨®llame¡¯, Virginie Despentes consigui¨® enderezar una vida complicada. En su nueva novela disecciona al hombre-ni?o
¡°He escrito una novela sobre el miedo de mi generaci¨®n a dejar de pedalear y caerse de la rueda¡±, cuenta Virginie Despentes (Nancy, Francia, 1969) con una sonrisa melanc¨®lica en el despacho de su editorial en Barcelona. La escritora francesa asegura que ese miedo, esa ¨ªntima sospecha de que el abismo nos aguarda a la vuelta de la esquina, no le es ajeno. Ella encaden¨® empleos precarios ¨Ccuando no ilegales¨C, de estricta supervivencia, antes de aterrizar en esa ¡°precariedad exquisita¡± que le han garantizado el periodismo, la literatura o incluso el cine tal y como ella lo ha conocido.
?xitos como el de su primera novela, F¨®llame (1998), transformada despu¨¦s en salvaje y f¨¦rtil pel¨ªcula de culto que dirigi¨® ella misma, o su ensayo autobiogr¨¢fico Teor¨ªa King Kong (2009), no han conseguido que se desprenda del todo de la sensaci¨®n de sobrevivir a trancas y barrancas, en un permanente flirteo con el desastre.
Hemos acabado creando una de las sociedades m¨¢s mezquinas y despiadadas de la historia. Pero, pese a todo, sigo pensando que somos seres emp¨¢ticos, que podemos entendernos
De eso trata su octava novela, la recientemente publicada en Espa?a Vernon Subutex, Vol. I (Mondadori). De precariedad, de miedos y de abismos. Es la primera entrega de una trilog¨ªa que nunca pretendi¨® serlo: ¡°Mi editor me convenci¨® de que lo dividiera en tres partes. Yo le hab¨ªa prometido una novela corta, apenas 100 p¨¢ginas sobre un rockero que se queda sin casa y acaba reducido a la indigencia, pero lo que le acab¨¦ llevando era algo mucho m¨¢s complejo¡±. Algo as¨ª como la primera temporada de una serie de televisi¨®n que es, a la vez, una descarnada radiograf¨ªa de la Francia contempor¨¢nea, de cualquier sociedad occidental actual, corro¨ªda por el darwinismo social y el paralizante miedo a la pobreza.
En el libro, Vernon, m¨²sico de mediana edad que en su d¨ªa fue propietario de una tienda de discos, se ve forzado a asomarse a las calles de un Par¨ªs crepuscular, el del fundamentalismo religioso, los supervivientes de la bohemia exquisita, los racistas de extrema derecha o los n¨¢ufragos del rock.
¡°Eleg¨ª a un hombre como protagonista porque quer¨ªa ahorrarme lecturas en clave sexista. Vernon busca, en primer lugar, la solidaridad de las mujeres que a¨²n quieren acostarse con ¨¦l y est¨¢n dispuestas a ofrecerle un techo a cambio, aunque s¨®lo sea por un par de d¨ªas. En un hombre en su situaci¨®n, eso parece una estrategia de supervivencia l¨®gica y leg¨ªtima. Si lo hiciese una mujer, la mayor¨ªa de los lectores la ver¨ªan como una arribista sexual o una puta. Ese era un aspecto de la historia que no me apetec¨ªa explorar esta vez¡±, explica.
Vernon es tambi¨¦n, seg¨²n su creadora, ¡°un hombre-ni?o, parecido a muchos hombres-ni?os que he conocido y que me inspiran ternura, tipos con un cierto encanto pero sin ninguna capacidad para enfrentarse a la vida, que envejecen sin llegar a madurar nunca¡±. Eso explica que su descenso a los infiernos se produzca de manera gradual, a medida que va acumulando pasos en falso y p¨¦simas decisiones, saboteando una tras otra sus opciones de esquivar el desastre absoluto. ¡°Su torpeza resulta tan c¨®mica como tr¨¢gica¡±, admite Despentes.
He conocido a muchos hombres-ni?o, tipos con encanto pero sin capacidad para enfrentarse a la vida
¡°Pero creo que alguien un poco m¨¢s sensato que Vernon tambi¨¦n podr¨ªa acabar como ¨¦l. Porque lo esencial aqu¨ª es que el personaje depende de la generosidad y la compasi¨®n de personas que pueden solidarizarse con ¨¦l durante dos horas, dos d¨ªas o dos semanas, seg¨²n el afecto que le tengan, pero tarde o temprano van a plantearse que no tienen sitio para ¨¦l en sus casas o que, despu¨¦s de todo, el de Vernon no tiene por qu¨¦ ser su problema¡±, cuenta la escritora.
?Quiere decir eso que no hay esperanza? ¡°La punk nihilista que llevo dentro cree que es as¨ª¡±, responde, ¡°que entre todos, por culpa del miedo que han conseguido inculcarnos, hemos acabado creando una de las sociedades m¨¢s mezquinas y despiadadas de la historia. Pero, pese a todo, sigo pensando que somos seres emp¨¢ticos, que podemos entendernos, podemos querernos, podemos encontrar la manera de ayudarnos¡±. Queda un resquicio, pues, para la esperanza.
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