El acento... y las puertas que abre
Por Edwige Ren¨¦e Dro (*)
Me enter¨¦ de que ten¨ªa acento cuando fui a la universidad en Inglaterra. Tambi¨¦n supe que un acento es algo malo. Era la manera en que se formulaba la pregunta "?de d¨®nde es tu acento?", con labios y ce?o fruncidos, como si esa cosa llamada "acento" quemara el o¨ªdo de mi interlocutor. Y me sent¨ª mal, incluso si tambi¨¦n me preguntaba cosas sobre la manera de hablar de otros, que era diferente a la de los blancos (los ingleses). Porque la gente que se?alaba a mi acento de aquella manera eran mis compa?eros estudiantes brit¨¢nicos negros.
Ahora soy mayor, as¨ª que lo admitir¨¦. Intent¨¦ adquirir ese acento negro brit¨¢nico, sobre todo, porque un silencio ensordecedor llegar¨ªa y todos los ojos se centrar¨ªan en m¨ª en cuando abriera la boca. Estoy segura de haber visto o¨ªdos enderez¨¢ndose para coger cada palabra. As¨ª que la adquisici¨®n del acento correcto fue un asunto extremo. No hab¨ªa que sonar as¨ª; el objetivo era ¨¦ste, sobre todo cuando otros amigos, otros africanos como yo, pod¨ªa pasar de esto a esto sin titubeos. Nunca triunf¨¦, porque sueno as¨ª. No hay un acento brit¨¢nico negro ah¨ª. Por cierto, d¨¦jenme a?adir que s¨¦ que no hay algo denominado acento brit¨¢nico negro.
Ahora soy feliz porque no persever¨¦ en el cambio de acento y tambi¨¦n por la confianza que llega con la edad, porque s¨®lo un a?o antes de unirme al movimiento de regreso al pa¨ªs, un amigo m¨ªo, marfile?o que se consideraba mi hermano mayor, me dijo: "Tu gram¨¢tica es genial y tu vocabulario es tremendo, pero el problema es tu acento".
"?Qu¨¦ pasa con mi acento?", pregunt¨¦, aunque sab¨ªa lo que iba a decir.
¡°Tienes acento africano¡±.
¡°?Y qu¨¦ es un acento africano?¡±, le desafi¨¦, aunque con esa frase provoqu¨¦ que me iluminara sobre la procedencia de su afectado ?acento? brit¨¢nico/ingl¨¦s/h¨ªbrido. Ten¨ªa que preguntar ?Qui¨¦n sabe? Quiz¨¢s mientras iba por ah¨ª pensando que ?frica era un continente, se hab¨ªa convertido en un pa¨ªs y la inocentada era para m¨ª ?Qui¨¦n pod¨ªa salir si un marroqu¨ª sonaba igual que un sudafricano?
"Bueno", me dijo mi supuesto hermano. "Cuando hablas, suenas como una africana, y eso te pone en desventaja".
?No jodas! "?Qu¨¦ es lo que sugieres?".
"Escucha v¨ªdeos de norteamericanos hablando. Eso es lo que hice cuando vine a este pa¨ªs".
?Guau! As¨ª que el acento afectado era un acento norteamericano. Se?or, los africanos sufren. Pero hab¨ªa alcanzado mi l¨ªmite; no estaba preparada para seguir la corriente a mi "hermano". Me lanc¨¦ a una diatriba de la manera en la que s¨®lo un pr¨®ximo retornado lo har¨ªa.
Le lanc¨¦ mi observaci¨®n sobre un marroqu¨ª que sonara como un sudafricano. Le pregunt¨¦ por qu¨¦ el acento australiano nunca recib¨ªa comentarios desfavorables. Y por qu¨¦ un franc¨¦s podr¨ªa hacer incomprensible su ingl¨¦s con una ingente cantidad de "zes" y de inflexiones err¨®neas y nadie fruncir¨ªa los labios. De hecho, ?ese franc¨¦s se considera sexy! ?Imagina! Y por cierto, no tengo nada contra el franc¨¦s.
Quiz¨¢s alg¨²n d¨ªa escriba un art¨ªculo titulado Los espejismos de un retornado africano, pero hasta ese momento, hablemos de mi regreso a casa y las muchas menciones a mi acento ?Desde cu¨¢ndo sab¨ªa mi gente sobre acentos?, me pregunt¨¦. Me convert¨ª en todo menos una marfile?a. Fui congole?a. Camerunesa. Nigeriana. Liberiana. Incluso rwandesa. El banco me pidi¨® una tarjeta consular para abrir mi cuenta actual y cuando exclam¨¦ que era marfile?a, el gerente simplemente inclin¨® su cabeza y dijo: Ah bon? En lugares donde ten¨ªa que mostrar mi pasaporte, se asum¨ªa que mi padre era el marfile?o, si no pensaban que era mi marido. Una vez, en un taxi, un pasajero gir¨® su cabeza en cuanto nombr¨¦ mi destino al conductor antes de exclamar: "Pero t¨², ?t¨² no eres de aqu¨ª!".
En vez de la insuficiencia que sent¨ªa cada vez que mencionaban mi acento cuando estaba en la universidad, ahora, decid¨ª divertirme. Eso es lo que te hace la edad. Me di cuenta de que decir ¡°Je suis Ivoirienne de p¨¨re et de m¨¨re eux-m¨ºmes n¨¦s de p¨¨res et de m¨¨res Ivoiriens¡±, en referencia a la definici¨®n de Ivoirit¨¦ y como repliqu¨¦ a ese pasajero, hac¨ªa que la gente se callara r¨¢pidamente. Y como verdadera retornada que desesperaba por una conversaci¨®n desprovista de sospecha a causa de la triste crisis pol¨ªtica que atraves¨® mi pa¨ªs, mostrar mi profundo conocimiento del concepto Ivoirit¨¦, no me llevaba a ninguna parte. As¨ª que adopt¨¦ una estrategia diferente. A menos que fuera totalmente necesario, dej¨¦ que la gente asumiera que era extranjera y les planteaba preguntas. Ofrec¨ªa visiones alternativas.
Me preguntaba en voz alta sobre el legado de Gbagbo sin que pensaran que era de una de esas gentes, esas gentes de ADO. Expresaba mi tristeza por la forma en que el presidente Gbagbo fue paseado frente a las c¨¢maras de todo el mundo sin que nadie decidiera que s¨®lo pod¨ªa ser una pro-Gbagbo. Mencionar¨ªa que estaba aprendiendo a hablar diula (una lengua que hablo muy bien, por cierto) sin que me preguntaran si ten¨ªa debilidad por ADO, como se llama nuestro actual presidente. En vez de eso, era vista simplemente como una benguiste, una retornada fascinada por un pa¨ªs extranjero. Incluso cuando averiguaban que era marfile?a, la sospecha que planea en las conversaciones sobre pol¨ªtica en mi pa¨ªs no se aplicaba a m¨ª, aunque la franqueza que se asum¨ªa si era extranjera se atenuaba un poco.
Comme quoi hein, tener un acento, incluso si no eres consciente de tenerlo, como me pasa, no te sit¨²a en desventaja. En realidad, abre puertas, las puertas a los corazones de la gente. Ahora me pregunto qu¨¦ puedo hacer con toda esa informaci¨®n...
(*) Edwige Ren¨¦e Dro es marfile?a. Periodista, escritora, traductora, bloguera y pluma seleccionada por el proyecto Africa39 como uno de los 39 mejores escritores menores de 40 a?os en ?frica subsahariana. Dirige un club de lectura en Abiy¨¢n, centrado en literatura africana y denominado Abidjan Lit (Abiy¨¢n lee), y forma parte de incontables proyectos de creaci¨®n y difusi¨®n literaria panafricanos. Lo suyo es el 'writivism', una mezcla de escritura y activismo.
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