Populismo bueno
EN SU ?LTIMO libro, Who Rules the World?, Noam Chomsky afirma que para la Administraci¨®n norteamericana su terrorismo, ¡°aunque sea terrorismo, es benigno¡±, mientras que el terrorismo ajeno es maligno. El libro de Chomsky, uno de los referentes de Podemos, constituye una denuncia de la inconsistencia y la hipocres¨ªa que rigen la pol¨ªtica exterior estadounidense, pero lo cierto es que tambi¨¦n los ide¨®logos de Podemos parecen pensar que existe un populismo malo y otro bueno. No s¨¦ si esta creencia es hip¨®crita; me parece inconsistente, equivocada
El populismo es un concepto difuso. Tradicionalmente designaba una ideolog¨ªa caracterizada por la hostilidad a las ¨¦lites y la devoci¨®n al pueblo: seg¨²n ella, lo que define a las ¨¦lites es, adem¨¢s de sus privilegios, su ego¨ªsmo, su car¨¢cter corrupto y su desprecio de la gente com¨²n, mientras que lo que define al pueblo es su condici¨®n de v¨ªctima de las ¨¦lites y su naturaleza virtuosa; el populismo tradicional tambi¨¦n se caracterizaba por su rechazo de la divisi¨®n entre izquierda y derecha, su desconfianza del pluralismo pol¨ªtico y su fe en un caudillo capaz de encarnar por s¨ª solo al pueblo y expresar sus deseos. Todos estos rasgos, t¨ªpicos de los fascismos, han sido l¨®gicamente vistos con desconfianza por la izquierda democr¨¢tica. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, algunos pensadores de izquierda los han reivindicado; es el caso de Ernesto Laclau, inspirador ideol¨®gico del principal te¨®rico de Podemos: ??igo Errej¨®n. Seg¨²n Laclau, el populismo es una ideolog¨ªa hueca, sin contenido, pero ah¨ª reside su principal virtud, porque en determinado momento es capaz de alojar toda la frustraci¨®n y la justa rabia de los oprimidos contra unas instituciones democr¨¢ticas insuficientes, incapaces de dar respuesta a las demandas de la gente com¨²n. Ese momento es el momento populista, como lo llama Chantal Mouffe, y los populistas deben aprovecharlo para provocar el cambio social con el carburante de la frustraci¨®n y la rabia y las insuficiencias democr¨¢ticas. Es lo que ha intentado Podemos. Ahora bien, como los propios populistas reconocen, ese carburante sirve lo mismo para impulsar a Trump o a Le Pen que a Podemos: la ¨²nica diferencia es que, seg¨²n Podemos, su populismo es benigno mientras que el de Trump o Le Pen es maligno. Ah¨ª radica la equivocaci¨®n o la inconsistencia, si no la hipocres¨ªa. Dejemos de lado ahora la desconfianza de la democracia que el populismo moderno ha heredado, igual que su querencia por el carisma de los hombres fuertes (como Trump o Le Pen, Iglesias es menos un pol¨ªtico que un caudillo, y es mil veces preferible el peor pol¨ªtico que el mejor caudillo, porque el pol¨ªtico est¨¢ hecho para la paz y el caudillo para la guerra); la pregunta es: ?c¨®mo sabemos que el populismo de Podemos es bueno y el de Trump no? ?S¨®lo porque Trump es de derechas y Podemos no? Pero ?no hab¨ªamos quedado en que ya no existen la derecha ni la izquierda sino s¨®lo los de arriba y los de abajo? Y sobre todo: ?basta cambiar a los de arriba por los de abajo o a la ¨¦lite por la gente com¨²n para que desaparezca la corrupci¨®n y un pa¨ªs sea m¨¢s justo y m¨¢s pr¨®spero? Dado que nadie con dos dedos de frente se cree la pamema de que el pueblo es esencialmente virtuoso, ?no ocurrir¨¢ m¨¢s pronto que tarde que, convertidos en la nueva ¨¦lite, los de abajo se vuelvan tan ego¨ªstas, corruptos y privilegiados como los de arriba, la nueva casta como la vieja? ?Qu¨¦ habremos arreglado, entonces? ?No ser¨¢ que, como dec¨ªa la vieja izquierda, lo que hay que cambiar no son las personas sino el sistema?
No: igual que no hay terrorismo bueno y terrorismo malo, no hay populismo bueno y populismo malo. Igual que todo terrorismo es malo porque apela a la violencia, todo populismo es malo porque apela a la frustraci¨®n y la rabia (aunque sean justas, o precisamente porque lo son); tambi¨¦n porque apela al pueblo, que es una abstracci¨®n de trilero, y no a los ciudadanos, que son realidades tangibles, sujetos de derechos y deberes, hombres y mujeres responsables de su destino. A ellos apelaba la vieja izquierda; a ellos, creo yo, deber¨ªa seguir apelando la nueva.
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