Un amigo
Desde 1969, Woody Allen ha cumplido con su autocondena a rodar una pel¨ªcula por a?o
Si hoy es martes y pesa menos el plomizo des¨¢nimo del final de vacaciones es porque este fin de semana lleg¨® nueva pel¨ªcula de Woody Allen a los cines. Para alguien nacido en 1969 resulta facil¨ªsimo enumerar las pel¨ªculas del director neoyorquino, porque desde entonces ha cumplido con su autocondena a rodar una pel¨ªcula por a?o, del mismo modo que los dem¨¢s obedecemos al calendario. Desde los 15 a?os suelo ver las pel¨ªculas de Woody Allen el mismo d¨ªa en que se estrenan y en ocasiones me ha tocado acudir a cines en ciudades desconocidas y extra?as, donde me he sentido m¨¢s acompa?ado por ese rito. Quiz¨¢ por ello tambi¨¦n percibo sus pel¨ªculas como el encuentro con un amigo, un amigo al que no ves a menudo, que se ha casado y separado varias veces, que tiene hijos de distintos matrimonios y ha cambiado de trabajos y ciudades donde vivir, ese amigo al que a menudo te toca defender de las cr¨ªticas y ataques de otros y que en ocasiones a ti mismo te ha fatigado o crispado. Pero que es amigo y siempre lo ser¨¢ porque est¨¢ encadenado a momentos compartidos y tu vida quedar¨ªa agujereada si prescindieras de ¨¦l.
Woody Allen ha establecido a lo largo del tiempo una familiaridad con el espectador. Incluso algunos abominan de sus pel¨ªculas como abominan de tener que ir a comer con sus familias el d¨ªa de Navidad. Tras ellas, hemos querido descubrir la personalidad del autor, su c¨®mica ligereza, su angustia existencial, el tributo a los maestros, la inteligencia cr¨ªtica, su reivindicaci¨®n de la torpeza. Durante casi dos d¨¦cadas, el cine de Woody Allen estuvo sumido en una profunda crisis de fe en el g¨¦nero humano. Sus pel¨ªculas eran c¨ªnicas. Ten¨ªa excusa, hab¨ªa gastado cuatro millones de d¨®lares en abogados, hab¨ªa sido repudiado por su propio hijo y se le acusaba de cr¨ªmenes nunca probados, pero sobre todo de haber quebrado la moralidad p¨²blica, pese a que sus historias casi siempre tratan de c¨®mo las pasiones se imponen a todo c¨¢lculo. Preso de la tecnolog¨ªa financiera, ciudades franquicia ejercieron de productoras asociadas con el rescate de ideas guardadas en su sobre beige de proyectos por hacer. Pero en los ¨²ltimos a?os sus pel¨ªculas vuelven a ser melanc¨®licas fascinaciones, asociadas al miedo a la muerte, la fugacidad de la vida y el fracaso de la inteligencia. Son sencillas y no hacen re¨ªr tanto, pero te invitan a olvidar por unas horas d¨®nde est¨¢s, qui¨¦n eres y que vives en un pa¨ªs sin proyecto. Cumplen, por tanto, con la idea perfecta de la cita con un amigo.
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