Una bandera, un h¨¦roe y muchas redes sociales en Zimbabue
La revuelta contra el r¨¦gimen de Mugabe se ha ido desarrollando al ritmo de 'hashtags' y manifestaciones
Despu¨¦s de 36 a?os, el poder de Robert Mugabe en Zimbabue parec¨ªa una roca inquebrantable. Durante todos estos a?os, numerosos movimientos de contestaci¨®n, desde la oposici¨®n pol¨ªtica, desde los poderes econ¨®micos y desde las organizaciones de la sociedad civil han intentado, sin ¨¦xito, tumbar ese poder. Ahora, una serie de protestas concertadas en las calles y en las redes sociales, han conseguido poner en jaque la autoridad de uno de los dirigentes m¨¢s longevos del continente. La campa?a #ThisFlag es la punta de lanza de esta escalada de descontento popular. Pero la escalada se completa, en realidad, con un conjunto de hashtags y de manifestaciones callejeras. El pastor Evan Mawarire se ha convertido en el estandarte de esta revuelta, precisamente, el ¨²ltimo episodio ha sido su arresto y su posterior liberaci¨®n despu¨¦s de la consiguiente movilizaci¨®n. Quiz¨¢ una peque?a victoria que a?adir al balance del movimiento.
Hace cuatro meses, el 19 de abril, Mawarire lanz¨® una campa?aque ten¨ªa todos los ingredientes del ¨¦xito. La proximidad de la celebraci¨®n del d¨ªa de la independencia zimbabuense y el s¨ªmbolo de la bandera exaltaban los sentimientos patri¨®ticos. El discurso de cr¨ªtica a un r¨¦gimen suficientemente contestado y el contexto de otros hashtags con el mismo esp¨ªritu completaron la receta. Inmediatamente despu¨¦s de la publicaci¨®n del v¨ªdeo que abri¨® la campa?a, el pastor tuvo que crear una p¨¢gina de Facebook porque su perfil personal ya no aceptaba m¨¢s adhesiones. Pronto, los simpatizantes de Mawarire se sumaron a su campa?a y compartieron fotos envueltos en la bandera de Zimbabue que inundaron los c¨ªrculos locales de las redes sociales. Aquel primer v¨ªdeo, ronda ya las doscientas mil reproducciones en Facebook y m¨¢s de 65.000 en YouTube.
#ThisFlag. So I had a little rant & it has turned out to be how so many Zimbabweans feel. Watch it here https://t.co/wGOtNA0YHz
— #ThisFlag Evan Mawarire (@PastorEvanLive) April 20, 2016
#ThisFlag @PastorEvanLive #proudlyZim pic.twitter.com/OJJENDB3IK
— Chamu_Chiyaka (@ChamuChiyaka) April 21, 2016
HAPPENING NOW, RIOT POLICE clash with Vendors in Harare, #Zimbabwe #ThisFlag #talkingpointZim pic.twitter.com/dX51zZFkq5
— talkingpointzim (@talkingpointzim) July 15, 2016
El movimiento de confrontaci¨®n a Robert Mugabe dio un paso definitivo con la convocatoria de una especie de huelga. La campa?a #ZimShutDown2016 se complement¨® con la movilizaci¨®n en las calles de los ciudadanos, en este caso, con su ausencia. Las calles deb¨ªan quedar desiertas el 6 de julio y, seg¨²n el testimonio de las redes sociales, consiguieron su objetivo en un tiempo r¨¦cord. Esta actividad entronca con otras movilizaciones que se han producido en los ¨²ltimos meses en otros pa¨ªses del continente en los que tambi¨¦n hay cr¨ªticas de corrupci¨®n y falta de democracia. En la esfera del ?frica franc¨®fona estas iniciativas se han conocido como ville morte y se han producido en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Chad o la Rep¨²blica del Congo.
La imagen de las calles desoladas era apenas un s¨ªmbolo. En torno a la movilizaci¨®n tambi¨¦n se produjeron enconadas manifestaciones. #ZimProtest, #Tajamuka o #Hatichada cumpl¨ªan al mismo tiempo una doble funci¨®n. Espoleaban a los ciudadanos con unos objetivos concretos y daban cuenta de la dimensi¨®n de la protesta. Las reivindicaciones de los manifestantes eran claras, sencillas y p¨²blicas. Twitter se hac¨ªa eco de esos objetivos: 1. La dimisi¨®n del Consejo de Ministros corruptos; 2. La eliminaci¨®n de los controles de carretera policiales (en los que se coacciona a los ciudadanos); 3. El pago puntual a los funcionarios; 4. El abandono del programa de bonos que pretende luchar contra la escasez de dinero en efectivo; 5. La eliminaci¨®n de las trabas a la importaci¨®n de bienes.
Las protestas desencadenaron la reacci¨®n m¨¢s previsible del presidente que se sent¨ªa cuestionado y acorralado. El 12 de julio Mawarire fue detenido. En realidad, se entreg¨® a la polic¨ªa cuando supo que las autoridades estaban busc¨¢ndole. El resultado de este arresto fue tambi¨¦n previsible. La detenci¨®n que apenas dur¨® un d¨ªa, agigant¨® el mito del pastor. Lo que al principio fue una acusaci¨®n de incitaci¨®n a la violencia se convirti¨® ante el tribunal en unos cargos por subversi¨®n. Ese fue el defecto de forma que oblig¨® a los togados a poner en libertad al detenido. Pero entre tanto, en las calles se hab¨ªan reproducido las manifestaciones de apoyo al arrestado y en las redes se hab¨ªa producido el ¨²ltimo episodio de la escalada de campa?as en forma de hashtags. #FreePastorEvan convirti¨® al hombre en mito, incluso en superh¨¦roe.
this guy is legend, he's like the Martin Luther King of our generation #PastorEvanIsFree #FreePastorEvan #ThisFlag pic.twitter.com/jDxgsd1Iby
— Brandon Chikwanda (@SirBran_) July 14, 2016
When a nation stands against injustice the result is overwhelming. #ThisFlag #FreePastorEvan #ZimShutDown2016 pic.twitter.com/fbuO79Gf53
— Mac (@tmakwande) July 13, 2016
Cry out our beloved country #FreePastorEvan pic.twitter.com/ASxPGK3B63
— Takundiswa (@Takundiswa) July 13, 2016
La ola de protestas del mes de julio no era la primera a la que se ha enfrentado el r¨¦gimen del nonagenario presidente Robert Mugabe, aunque algunos medios las hayan considerado las m¨¢s importantes de los ¨²ltimos 36 a?os. Un gr¨¢fico publicado por el Institute for Security Studies y basado en los datos del Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) demuestra como la contestaci¨®n en las calles no ha hecho sino aumentar. S¨®lo entre 2013 y 2015, se registraron 312 episodios de disturbios y levantamientos en el pa¨ªs. En los seis primeros meses de 2016, antes de la ¨²ltima ola, se hab¨ªan producido 67 de estos incidentes. Sin embargo, por alg¨²n motivo, las ¨²ltimas protestas parecen tener un car¨¢cter especial: han despertado m¨¢s esperanza que nunca en la posibilidad de generar una apertura en el r¨¦gimen.
Los motivos de estas expectativas pueden ser diversos. Por un lado, la cantidad de ciudadanos que han sido movilizados en las calles y los resultados de esas protestas, en cuanto a la paralizaci¨®n del pa¨ªs. Por otro lado, la revuelta ha despertado una expectaci¨®n particular en los medios de comunicaci¨®n internacionales. Los disturbios han trascendido m¨¢s que nunca. En gran medida el revuelo internacional se relaciona con el ¨²ltimo de los factores: el contexto internacional. El experto en Relaciones Internacionales, Fernando D¨ªaz, explica c¨®mo la crisis econ¨®mica en China ha disminuido el soporte financiero que el gigante asi¨¢tico daba al r¨¦gimen de Zimbabue. Mugabe, seg¨²n este investigador, no tiene m¨¢s remedio que recurrir al Fondo Monetario Internacional, que tiene por costumbre establecer condiciones de democratizaci¨®n a sus ayudas.
En todos estos factores, todas las campa?as en las redes sociales de las que se ha hablado, han desempe?ado un papel fundamental. Han influido en la movilizaci¨®n. Han incrementado la visibilizaci¨®n internacional del conflicto. Y han tenido una influencia directa en el impacto que se puede producir en el prestigio internacional de Mugabe, que seg¨²n los expertos ahora est¨¢ m¨¢s necesitado que nunca de una buena imagen. La movilizaci¨®n est¨¢ siendo adem¨¢s especialmente intensa y ha conseguido salvar uno de los mayores escollos de este tipo de contestaci¨®n, prolongarse en el tiempo. El mes de julio fue intenso pero las protestas y la campa?a en las redes, los mensajes de v¨ªdeo del pastor Evan Mawarire que inflaman el sentimiento nacional y las muestras de apoyo de usuarios an¨®nimos de las redes se han prolongado durante todo el mes de agosto. Sin ir m¨¢s lejos, se convoc¨® para ayer una nueva cita determinante, que hizo que incluso se difundiese por las redes un mensaje sobre la salida del presidente Mugabe del pa¨ªs.
Sin embargo, ni la revuelta ha surgido de la nada, como se ha visto; ni la movilizaci¨®n en el entorno digital es la primera experiencia. Robert Mugabe ya tuvo que enfrentarse a Baba Jukwa, un usuario de Facebook con una identidad desconocida. El avatar de un aparentemente apacible anciano puso en jaque al r¨¦gimen durante las elecciones de 2013, ya que se dedic¨® a filtrar informaciones del entorno del partido en el gobierno, el ZANU-PF. Algunas de ellas, hac¨ªan referencia a los manejos del gobierno para deshacerse de la oposici¨®n. Seg¨²n algunas informaciones, Mugabe lleg¨® incluso a poner precio a la cabeza de Baba Jukwa, o m¨¢s bien, a la identidad de quien se encontraba detr¨¢s de la p¨¢gina de Facebook.
En febrero de 2015, el r¨ªgido gobierno de Mugabe tuvo que hacer frente a una campa?a en las redes sociales cargada de iron¨ªa. #MugabeFalls fue la reacci¨®n de las redes sociales a un r¨¦gimen que incluso lleg¨® a negar que el presidente se hab¨ªa tropezado y hab¨ªa ca¨ªdo a los pies de la escalera de un avi¨®n en Harare. Los tuiteros ridiculizaron el traspi¨¦ menospreciando la autoridad de un l¨ªder incuestionable como Mugabe. Las autoridades hab¨ªan intentado, sin ¨¦xito, deshacerse de las im¨¢genes de la ca¨ªda, Twitter se encarg¨® de reproducirlas globalmente.
Una de las diferencias es que en esta ¨²ltima escalada, las campa?as en las redes sociales han ido de la mano de la movilizaci¨®n en las calles y han confluido las potencialidades de unas y otras herramientas. Aunque, por el momento, todav¨ªa no se han producido cambios en el r¨¦gimen de Zimbabue.
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