Concordia
La Fundaci¨®n Abogados de Atocha y el proceso de paz en Colombia optan a un premio que merecen ambos
Hay dos hombres de bien revolviendo Roma con Santiago, o mejor dicho, Madrid con Oviedo, a cuenta del premio Princesa de Asturias de la Concordia y de que el jurado se lo otorgue a la Fundaci¨®n Abogados de Atocha. Se trata de Pablo Benavides, diplom¨¢tico y hermano de una de las v¨ªctimas, y de Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano, amigo y colega de casi todos los asesinados.
La candidatura de la fundaci¨®n tiene argumentos realmente poderosos, como es el de que, despu¨¦s del asesinato masivo, nadie pidi¨® venganza, la sangre no pidi¨® sangre por este cap¨ªtulo de nuestra Transici¨®n. La sangre solo pidi¨® que en Espa?a dejara de correr por la pol¨ªtica. La sangre pidi¨® paz, justicia y democracia.
La Fundaci¨®n Abogados de Atocha sirvi¨® para concentrar ese mensaje de m¨¢s democracia y m¨¢s libertad para luchar contra la intolerancia del r¨¦gimen franquista, pero tambi¨¦n de sus herederos, los fascistas cada vez m¨¢s exiguos en n¨²mero en nuestro pa¨ªs, por fortuna. La fundaci¨®n, por tanto, es presentada al premio como la instituci¨®n que encarna estos valores de tolerancia y concordia.
Desde el mundo del castellano viene tambi¨¦n pidiendo paso para el mismo premio el proceso de paz que vive Colombia, que a¨²n no ha culminado con el refer¨¦ndum que le d¨¦ absoluta validez. Desde el punto de vista de las armas, el acuerdo de cese definitivo de la violencia s¨ª la tiene, porque las partes enfrentadas son ej¨¦rcitos que han de obedecer a sus comandantes en jefe. El Ej¨¦rcito colombiano, al presidente Santos, y las FARC, a su jefe, llamado Timoshenko. Pero queda por hablar la sociedad civil colombiana.
Dos candidaturas que no pueden dejar a nadie indiferente. Sin la actitud de los herederos de los abogados de Atocha, la Transici¨®n espa?ola dif¨ªcilmente podr¨ªa haberse llevado a buen puerto. Gracias a los supervivientes, a Comisiones Obreras y al PCE, y a todo ese mundo que trabaj¨® por la concordia, llegamos a construir un pa¨ªs en el que se puede convivir y discrepar sin miedo. Pero compite con un proceso que tambi¨¦n afecta a millones de personas, que ha culminado con la liquidaci¨®n de una guerra que se llev¨® por delante a m¨¢s de 200.000 colombianos. Ah¨ª es nada.
La candidatura de la fundaci¨®n significa el premio a una actitud que supuso el final de un periodo de casi 40 a?os que fue la victoria, que no la paz, de Franco. Fue el final de su sangrienta posguerra. Lo de Colombia es el final de una sangrienta guerra.
Dos candidaturas que piden a gritos un ex aequo. ?Es posible?
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