La rebeli¨®n de las cantaoras
El flamenco puro ha estado vetado a las mujeres. Hasta la democracia, sus voces apenas se escuchaban fuera de la casa. Hoy un pu?ado de ellas encabeza la revoluci¨®n. Siguiendo la estela de las cantaoras payas, las gitanas rompen moldes y se incorporan por fin al cante profesional. Reunimos a cantaoras de varias generaciones en un encuentro extraordinario.
EL CANTE FEMENINO vive su mejor momento. Ha comenzado a rivalizar con el masculino en un arte dominado siempre por los hombres y en el que apenas han pasado a la historia un pu?ado de mujeres que ya son referentes universales. Hoy las voces no gitanas son las que lideran la revoluci¨®n, siguiendo la estela que marc¨® Carmen Linares. Y, sin perder un instante, las cantaoras de raza gitana comienzan a heredar las tradiciones de sus familias y a ser, por fin, protagonistas.
Una muestra, la gitana Mar¨ªa Fern¨¢ndez Terremoto. A sus 17 a?os, es la primera mujer de su familia (encabezada por su padre, Fernando Terremoto, y antes por su abuelo, Terremoto) en dedicarse al cante. Tiene en su voz un eco antiguo, de sangre. Lo mismo ocurre con Lela Soto, de la familia de los Sordera, con 24 a?os y el empuje de una dinast¨ªa en la que nunca hubo mujeres profesionales del cante. Son dos ejemplos de gitanas que empiezan a llenar los escenarios, un espacio siempre vetado a la mujer y dominado por hombres. Las dos lo han conseguido contando con el apoyo de los artistas veteranos de su estirpe, que les sirven de maestros. En paralelo, las voces no gitanas, como las de Roc¨ªo M¨¢rquez o Rosal¨ªa Vila, se han puesto al servicio de la investigaci¨®n y la innovaci¨®n y se sienten igual de c¨®modas cantando por Vallejo o Chac¨®n que acompa?ando a la compa?¨ªa teatral La Fura dels Baus. Dentro de esta revoluci¨®n, cada etnia busca su camino. Las gitanas, en la tradici¨®n y las ra¨ªces. Las payas, en la experimentaci¨®n. ¡°Hoy d¨ªa no hay diferencia entre hombres y mujeres en el cante¡±, explica Cristina Cruces, doctora en Antropolog¨ªa Cultural por la Universidad de Sevilla. ¡°Adem¨¢s, las flamencas son m¨¢s estudiosas que los hombres; son muy disciplinadas¡±.
La revoluci¨®n no es nueva. La tendencia que inauguraron al comienzo de este milenio cantaoras consagradas como Esperanza Fern¨¢ndez o Estrella Morente se ha consolidado con la siguiente generaci¨®n. Todas est¨¢n presentes en la Bienal de Flamenco de Sevilla (hasta el pr¨®ximo 2 de octubre). Es el festival de referencia: el espacio en el que los artistas del cante presentan los espect¨¢culos que recorrer¨¢n el mundo en los pr¨®ximos a?os. Todos los flamencos quieren estar en ella.
Rosal¨ªa Vila: ¡°Soy de esta ¨¦poca. Escucho la m¨²sica de la gente de mi edad. Adem¨¢s del flamenco, me gusta la electr¨®nica¡±.
En esta edici¨®n, las grandes figuras de las distintas generaciones del cante femenino pasar¨¢n por Sevilla con recitales propios o participando en montajes colectivos. Veteranas como Juana la del Pipa, Ana la Turronera, Lole Montoya, Carmen Linares o Melchora Ortega compartir¨¢n escenario con j¨®venes como Estrella Morente, Marina Heredia o Roc¨ªo M¨¢rquez, adem¨¢s de las debutantes Rosal¨ªa Vila, Mar¨ªa Fern¨¢ndez Terremoto o Lela Sotos. Y quiz¨¢ este a?o se iguale el n¨²mero de cantaoras con el de hombres, algo que no ocurri¨® en 2014. En aquella ocasi¨®n, las cantaoras fueron menos de la mitad que los cantaores, seg¨²n un estudio elaborado por Cristina Cruces y publicado en la revista de investigaci¨®n sobre flamenco La Madrug¨¢?en diciembre de 2015. Lo curioso es que, pese a la desigualdad de los n¨²meros, la bibliograf¨ªa y documentaci¨®n de este g¨¦nero demuestra que siempre ha habido cantaoras. ¡°El cante femenino es tan antiguo como el flamenco¡±, afirma Cruces. ¡°Lo que pasa es que el papel de ellas no ha sido tan poderoso como en el baile; fueron silenciadas, no pod¨ªan profesionalizarse¡±.
Desde que el arte del flamenco comenz¨® a ser conocido con ese nombre en el siglo XIX, el cante ha sido monopolizado por hombres. ¡°En su origen, era un arte rom¨¢ntico y encontr¨® en la mujer un estereotipo ?vinculado con la corporeidad¡±, explica Cristina Cruces. ¡°La mujer era seducci¨®n, voluptuosidad, se buscaba el exotismo¡ Y esto lo encarnaba el baile¡±. Ah¨ª hall¨® la mujer flamenca su espacio natural. El cante y el toque eran para los hombres, que adem¨¢s dirig¨ªan los espect¨¢cu?los, establec¨ªan los cach¨¦s y negociaban los contratos.
Aunque han trascendido los nombres de algunas cantaoras de los viejos tiempos que elaboraron cantes, como La Serneta o La Trini, no fue hasta el siglo XX cuando apareci¨® la primera gran figura de cante femenino: Pastora Pav¨®n, la Ni?a de los Peines?(1890¨C1969), que se traz¨® una carrera profesional en un momento en el que la mujer solo pod¨ªa hacerlo de la mano de los hombres de su familia. ¡°Pastora Pav¨®n ten¨ªa grandes cualidades art¨ªsticas, pero su grandeza viene por ser una mujer brava, capaz de entrar en la industria del espect¨¢culo en un contexto en el que no era f¨¢cil¡±, explica Cruces.
pulsa en la fotoLela Soto (Madrid, 1992). Rafaela Soto es hija de Vicente Soto 'Sordera', nieta de Sordera de Jerez y miembro de una de las grandes dinast¨ªas flamencas jerezanas. Act¨²a fundamentalmente junto a otros miembros de su familia en espect¨¢culos colectivos, mientras contin¨²a form¨¢ndose para ampliar su repertorio. Adem¨¢s de a sus referentes familiares, Lela admira a las mujeres pioneras del cante, como T¨ªa?Anica la Piri?aca, Adela la Chaqueta, Fernanda y Bernarda¡ Y a su prima Mar¨ªa Fern¨¢ndez Terremoto.Javier Salas
La Ni?a de los Peines es un referente. Todas las cantaoras la mencionan como modelo. Goz¨® de una gran popularidad, pero adem¨¢s fij¨® una forma personal de hacer algunos cantes que es admirada por los aficionados. Fue capaz de montar su propia compa?¨ªa y dirigir su carrera, algo inusual en su tiempo. ¡°Muchas de aquellas cantaoras profesionales, como La Ni?a de los Peines, han sido mujeres que no estaban casadas o se casaron muy mayores, que no ten¨ªan hijos y a lo mejor su orientaci¨®n sexual era diferente¡ No ten¨ªan la convenci¨®n social que se esperaba de las mujeres normales¡±.
Desde las pioneras del siglo XIX hasta los a?os setenta y ochenta del XX, quedaron relegadas al hogar. ¡°Hab¨ªa much¨ªsimas mujeres a las que los maridos no dejaban cantar¡±, afirma Juana Fern¨¢ndez de los Reyes, m¨¢s conocida como Juana la del Pipa, una de las veteranas. ¡°?A qu¨¦ edad sali¨® cantando la T¨ªa Anica la Piri?aca? ?Con 80 a?os, porque su marido no quer¨ªa que lo hiciera en p¨²blico y tuvo que esperar a que se muriera! Y La Bolola igual. Estaba en su casa con su marido y all¨ª iban a escucharla Camar¨®n, Curro Romero, Lola Flores¡ ?C¨®mo cantaba! Pero en su casa, nada de andar por ah¨ª¡±.
Juana la del Pipa: ¡°Hab¨ªa mujeres a las que los hombres no les dejaban cantar. En todo caso, en su casa, nada de andar por ah¨ª¡±.
Cuando habla de La Bolola, Juana la del Pipa se refiere a Rafaela Montoya D¨¢vila (1910-1984), jerezana que cre¨® un cante por buler¨ªas y nunca fue profesional. ¡°Mi t¨ªa Mar¨ªa la Perrata igual, ?c¨®mo cantaba!¡±, a?ade Ana Manche?o Pe?a, Ana la Turronera, otra cantaora de la generaci¨®n veterana emparentada con los Perrate, El Lebrijano y los Bac¨¢n, estirpes de Lebrija y Utrera. De la familia de los Perrate fue Mar¨ªa la Perrata, Mar¨ªa Fern¨¢ndez Granados (1922-2005), casada con Bernardo Pe?a, madre de El Lebrijano y abuela de David Dorantes. ¡°Su marido no la dejaba cantar. En las fiestas que ¨¦l organizaba s¨ª, pero en casa. Quien quisiera verla cantar ten¨ªa que ir a su casa¡±.
Hoy est¨¢n todas juntas para El Pa¨ªs Semanal. Mientras las veteranas Juana la del Pipa y Ana la Turronera cuentan an¨¦cdotas, las debutantes Mar¨ªa Terremoto, Lela Soto y Rosal¨ªa Vila escuchan en respetuoso silencio. En un encuentro ¨²nico, unas y otras conversan sobre los cambios que ha vivido el flamenco. ¡°Qu¨¦ pena no haber vivido ese tiempo, Tata¡±, le dice Mar¨ªa Terremoto a Juana la del Pipa cuando cuenta que en su casa se levantaba rodeada de flamencos y que los compa?eros de su madre ven¨ªan a su casa buscando a ¡°la ni?a¡±. ¡°Manuel Morao entraba diciendo: ¡®D¨®nde est¨¢ la ni?a, que cante la ni?a¡±, deseosos de escuchar su voz negra.
Esa tendencia de cantaoras encerradas en sus casas comenz¨® a cambiar en los sesenta, pero no fue hasta los ochenta cuando proliferaron los festivales de flamenco en Andaluc¨ªa, las pe?as y los tablaos, y en estos espacios comenzaron a actuar cantaoras con voces potentes, a menudo gitanas, y con un estilo que se asociaba con los hombres. Se pusieron de moda. Voces m¨¢s negras, m¨¢s gitanas, como las de La Paquera de Jerez, Fernanda y su hermana Bernarda de Utrera, y despu¨¦s la de la propia Juana la del Pipa, comenzaron a ser del inter¨¦s de los aficionados.
La mujer hab¨ªa tenido en el flamenco tradicional una voz m¨¢s la¨ªna, m¨¢s atiplada. Se ha documentado que en el siglo XIX algunas cantaoras actuaban como mezzosoprano?adem¨¢s de hacer flamenco. A la mujer se reservaban los cantes por sole¨¢ y malague?as y otros libres, m¨¢s mel¨®dicos y melanc¨®licos. Las cantaoras antiguas solo dominaban unos pocos palos. No eran artistas completas. As¨ª lo refleja Guillermo N¨²?ez de Prado en su libro sobre cantaores andaluces de principios del siglo?XX. N¨²?ez de Prado explica que los cantes m¨¢s duros, como la seguiriya o las ton¨¢s, que exig¨ªan ecos m¨¢s poderosos, eran solo para los hombres.
Esperanza Fern¨¢ndez: ¡°El flamenco ha sido siempre machista, aunque yo no lO HE vivido porque he estado siempre arropada por mi familia¡±.
La excepci¨®n fue La Ni?a de los Peines. Despu¨¦s hubo que esperar hasta la democracia para que se diluyeran esas fronteras entre hombres y mujeres. La Paquera, Fernanda y Bernarda de Utrera y otras cantaoras de esa generaci¨®n empezaron a entonar como los hombres, porque ten¨ªan voces rotas, poderosas, gitanas. Y ah¨ª comienzan a surgir figuras femeninas. Las generaciones posteriores de cantaoras han logrado dominar todos los palos, independientemente de su tipo de voz.
Con esa moda de las voces gitanas, la mujer comenz¨® a salir del espacio privado y hacer actuaciones en lugares que no eran a¨²n grandes teatros, pero les permit¨ªa tener una carrera semiprofesional en festivales, pe?as y tablaos. Estos peque?os espacios constituyen un circuito que se mantiene vivo hoy en el flamenco y da trabajo a muchos artistas que no son capaces de formar parte de grandes compa?¨ªas o montar grandes espect¨¢culos. Adem¨¢s, ese circuito sirve de zona de entrenamiento para las m¨¢s j¨®venes antes de dar el paso al gran formato teatral.
La veterana Ana la Turronera, que en esta Bienal de Sevilla formar¨¢ parte del elenco del espect¨¢culo Yo vengo de Utrera, es un ejemplo de cantaora que se ha desenvuelto por estos espacios en su carrera profesional. ¡°Yo me he ganado la vida cantando en la feria de Sevilla, en el Roc¨ªo, siempre de juerga¡ Pero a m¨ª me habr¨ªa gustado estar en una compa?¨ªa y recorrer mundo¡±.
¡°El flamenco ha sido siempre muy machista¡±, afirma Esperanza Fern¨¢ndez (Sevilla, 1966), ¡°aunque yo no lo he vivido porque he estado arropada por mi familia. Cuando empec¨¦ a despuntar, en los noventa, ya hab¨ªa otro tipo de referentes, como Carmen Linares, que tuvo que luchar mucho¡±. Ejemplos como este, explica Esperanza, han ayudado a que ella haya podido tomar las riendas de su trayectoria de una manera natural. ¡°Yo he marcado mi carrera, siempre he sabido lo que quer¨ªa hacer en cada momento¡±.
La diferencia fundamental entre las hist¨®ricas y las de ahora es que hoy d¨ªa dominan los repertorios, son cantaoras completas. Carmen Pacheco Rodr¨ªguez, conocida como Carmen Linares?(Linares, 1951), es uno de los referentes de la actualidad. Ha sido la primera en grabar una antolog¨ªa femenina, Antolog¨ªa de la mujer en el cante?(Universal, 1996), adem¨¢s de forjarse una carrera profesional que ha incluido colaboraciones innovadoras e investigaci¨®n dentro de la tradici¨®n del flamenco. ¡°Carmen Linares ha sido la mujer que quiz¨¢ ha dado el toque m¨¢s intelectual al cante m¨¢s reciente¡±, afirma la investigadora Cristina Cruces.
Mar¨ªa Terremoto: ¡°No me gusta llevar las cosas totalmente cerradas. Me gusta improvisar , sin salirme de la l¨ªnea del flamenco, pero innovar un poquito¡±.
El camino abierto por ella ha sido aprovechado por las m¨¢s j¨®venes que, profundizando en la tradici¨®n, han sido capaces de relacionarse con otras m¨²sicas, como la cl¨¢sica o el jazz, y participar en la experimentaci¨®n. Es el caso de Esperanza Fern¨¢ndez, pero tambi¨¦n el de otras de su generaci¨®n como Estrella Morente. Llevan ya m¨¢s de una d¨¦cada en los escenarios y mantienen un impulso creador que trata de romper el cors¨¦ de la tradici¨®n aunque partan desde ella. ¡°Siempre he respetado el flamenco tradicional, pero me gusta moverme en otros c¨ªrculos¡±, recalca Esperanza Fern¨¢ndez.
Las que han dado el salto a los grandes formatos y recorren los teatros m¨¢s importantes han introducido tambi¨¦n una nueva puesta en escena en sus espect¨¢culos. Lo explica Esperanza Fern¨¢ndez: ¡°Un recital de cante ya no es un cantaor sentado en una silla; hay luces, hay movimiento en el escenario¡ Antiguamente hab¨ªa una minor¨ªa de p¨²blico que se pod¨ªa pasar dos horas escuchando cante sin importarle lo que hab¨ªa en escena, pero ahora hay que ofrecer otra cosa¡¡±.
El m¨¢ximo exponente de la experimentaci¨®n femenina es Roc¨ªo M¨¢rquez (Huelva, 1985), con una carrera m¨¢s reciente y que, hasta para hacer un homenaje a Pepe Marchena en su disco El Ni?o?(Universal, 2014), parte de la investigaci¨®n sobre esta figura del cante para explorar la vanguardia de los sonidos. Es investigadora de la tradici¨®n, pero busca nuevas v¨ªas para la voz dentro del flamenco. Es el mismo camino que sigue Rosal¨ªa Vila, que ha trabajado junto a Roc¨ªo M¨¢rquez y el Ni?o de Elche, adem¨¢s de participar en un espect¨¢culo con La Fura dels Baus. ¡°A m¨ª me gusta el concepto de cantaora contempor¨¢nea.?Tengo 23 a?os y escucho la misma m¨²sica que la gente de mi edad. Adem¨¢s del flamenco, me gusta la m¨²sica electr¨®nica, me identifico con muchas cosas¡±, explica Rosal¨ªa, que trabaja en un disco de flamenco contempor¨¢neo dirigido por Ra¨¹l Fern¨¢ndez, Refree. ¡°La globalizaci¨®n hace que estemos influidos por mil m¨²sicas y eso se tiene que reflejar en el flamenco¡±. Ambas son adem¨¢s universitarias: M¨¢rquez, con un doctorado en curso; Vila, a punto de concluir su carrera superior de cante flamenco en la Escuela Superior de M¨²sica de Catalu?a.
Mientras esto ocurre en el cante no gitano, las gitanas comienzan a dedicarse profesionalmente al cante en familias m¨ªticas donde nunca hubo mujeres. ¡°Los elencos del flamenco se est¨¢n desertizando de gitanas¡±, afirma Cristina Cruces. ¡°Veo muy pocas, y quiz¨¢ tiene que ver con la demanda tecnol¨®gica que hay hoy en el flamenco, el nivel de experimentaci¨®n, que no forma parte del corpus de la tradici¨®n gitana¡±.
Mar¨ªa Terremoto y Lela Soto, las herederas de dos estirpes de cantaores jerezanos, los Terremoto y los Sordera, admiten que son pioneras en sus familias. Curiosamente, coquetearon con la fusi¨®n del flamenco con la m¨²sica pop, pero ambas, cuando dan el salto profesional, lo hacen con el cante m¨¢s ortodoxo. ¡°La verdad es que he tonteado con el pop, mi t¨ªo Sorderita me ha influido much¨ªsimo, pero hace un tiempecito empec¨¦ a interesarme m¨¢s por el flamenco¡±, explica Lela Soto. ¡°Mi padre lleva toda la vida dici¨¦ndome que cante flamenco y me deje de Michael Jackson, hasta que ha ca¨ªdo por su propio peso¡±. Mar¨ªa Terremoto ha tenido una experiencia similar. ¡°Me gustaba la fusi¨®n, pero me di cuenta de que mi camino es el flamenco, porque es lo que me gusta y lo que me tira, por la familia, por mis ra¨ªces, por todo¡±.
Y aunque este es el mejor momento para el cante femenino, a¨²n hay espacios a los que las mujeres no se han incorporado. Cristina Cruces menciona los trabajos t¨¦cnicos, copados por los hombres: desde la representaci¨®n hasta la producci¨®n. Tampoco hay f¨¦minas en la guitarra flamenca. ¡°El guitarrista ha sido hist¨®ricamente una figura central en los negocios: el que contrata, el que forma los cuadros de artistas, el responsable de la producci¨®n de los discos, el compositor, el arreglista¡ Las flamencas a¨²n no han ocupado ese espacio¡±, explica Cruces. ¡°Me gustar¨ªa ver un poco m¨¢s de iniciativa de autogesti¨®n en las cantaoras, en un contexto desolador como el de la industria musical flamenca deber¨ªa haber un lobby?femenino. Porque, aunque no sea ?expl¨ªcito, el de los hombres existe, pero el de las mujeres a¨²n no¡±.
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