Insomnio

No en todas las habitaciones de hotel, pero s¨ª en muchas, suele haber una l¨¢mpara con cuyo interruptor no das a la hora de acostarte. Qui¨¦n la encendi¨®, cu¨¢ndo y desde d¨®nde constituye un misterio inescrutable. Invadido por el desaliento, despu¨¦s de haber probado a apagarla con todas las llaves de la luz visibles, te sientas en el borde de la cama y dudas si llamar a recepci¨®n. Pero te lo impiden la verg¨¹enza de parecer idiota y el temor, agotado como est¨¢s por el viaje o por la jornada de trabajo, de que el de mantenimiento tarde en subir. Despu¨¦s de todo, alumbra poco. No te obsesiones, t¨², m¨¦tete ya en la cama e imagina que vuelas.

Te acuestas, en fin, d¨¢ndole la espalda y apenas has cerrado los ojos cuando se te ocurren lugares en los que podr¨ªa ocultarse el interruptor y que no has investigado en el examen anterior. Te levantas, pues, y exploras sin efecto alguno todas las superficies de la estancia, incluso las que se encuentran en los lugares m¨¢s inaccesibles. Quiz¨¢, piensas entonces sobrecogido, esa l¨¢mpara se apaga y se enciende desde otra habitaci¨®n en la que el cliente se meti¨® hace rato en la cama pensando para qu¨¦ rayos serv¨ªa aquel interruptor que no apagaba ni encend¨ªa nada. De s¨²bito, mientras te sumes en tales reflexiones, la luz se apaga sola. Quiz¨¢ ese viajero se ha levantado, como t¨², de la cama y ha accionado una vez m¨¢s el interruptor para ver si esta vez pasaba algo. De hecho, debe de estar d¨¢ndole desesperadamente a la llave, pues la l¨¢mpara ha empezado a encenderse y a apagarse como si emitiera un mensaje de morse. Tal vez, piensas, alguien intenta comunicarse contigo. Pero no sabes morse. Eso es lo que nos pasa a todos: que estamos en habitaciones distintas y no sabemos morse.