Tras las huellas de Josep Pla
MI AUTOR preferido para viajar fue siempre Baruch Spinoza. (¡) Cuando viajando le leo, sobre todo cuando viajo por Catalu?a, el paisaje y el contenido del libro se me funden en la retina¡±. As¨ª describe Josep Pla en Viaje en autob¨²s?(Destino) la raz¨®n ¨²ltima de cualquier traves¨ªa: vivirla y narrarla. En otras palabras, el desaf¨ªo que supone para todo escritor la mezcla de la ficci¨®n con el entramado de la experiencia cotidiana. ¡°Hay que leer a Plat¨®n en el tranv¨ªa. (¡) No he emprendido ning¨²n viaje, por corto que haya sido, sin echarme un libro al bolsillo.¡±
Esta idea (los paisajes son narraciones / las narraciones son paisajes) me dispuso el ¨¢nimo para viajar, de modo que saqu¨¦ un billete de autob¨²s con destino a Palafrugell, localidad de la Costa Brava donde naci¨® Pla. He realizado 75 a?os despu¨¦s el mismo itinerario que hiciera el autor de Viaje en autob¨²s?con el deseo de comprobar si a¨²n se corresponden el paisaje y su relato. Viajar leyendo, o leer viajando, posibilitaba el encuentro con algunas sombras ¨Cme top¨¦ con el fantasma del escritor en el centro hist¨®rico medieval de Pals¨C. Otras veces son las figuras del mundo exterior las que se integran ¨Csin competir¨C con las escenas del universo interior del libro ¨Clos enamorados del Maresme, por ejemplo, que hall¨¦ encarnados en una pareja, no menos enamorada, de chinos reci¨¦n casados¨C. Visit¨¦ los casinos, recorr¨ª la calle ¡°triste y larga¡± en la que naci¨® el escritor, vi tambi¨¦n el espejismo centelleante de la luz descomponi¨¦ndose sobre la cima del Canig¨® (¡°el gran diamante del ?Pirineo¡±, en palabras de Pla). Viaj¨¦ en autob¨²s por La Selva, La Garrotxa, el Baix Empord¨¤ y la Costa Brava. Subray¨¦, para recordar por qu¨¦ estaba recorriendo Catalu?a con una c¨¢mara de fotos (la tentaci¨®n en los viajes es olvidarse), unas l¨ªneas a bol¨ªgrafo sobre la obra de Pla: ¡°Cuando viajo leyendo el libro, el paisaje se me hace presente; cuando contemplo el paisaje, es el m¨¦todo del libro lo que se abre ante mi vista¡±.
¡°El mar hace una constante compa?¨ªa. Su diversidad llena, incansable, todas las horas del d¨ªa y de la noche¡±
¡°¨CTe puedo regalar una radio?para o¨ªr Andorra.
¨C?Andorra, dices? ?Si ser¨¢s anticuado! Ahora, ni Andorra produce ya ilusi¨®n. La gente quiere mucho m¨¢s, pretende la luna en un cu¨¦vano, m¨¢s de todo, ir siempre a caballo¡±
¡°En el conf¨ªn aparece el Canig¨®, muy cerca, gran diamante del Pirineo, todo cubierto de nieve rosada, con la geometr¨ªa centelleante de sus aristas¡±
¡°En los pueblos se siente f¨ªsicamente, en la carne, la sensaci¨®n espantosa del implacable paso del tiempo. (¡) ?Qu¨¦ hacer? ?Examino las posibilidades? Son escasas. No habr¨¢ otro remedio. El de siempre. Tendr¨¦ que ir a pasar un rato al casino¡±
¡°Viajar sin tener un objeto concreto es una aut¨¦ntica maravilla. Yo siento que podr¨ªa curarme de todos mis vicios y de todas mis virtudes, caso de que tenga alguna; lo que no podr¨¦ dejar jam¨¢s es mi recalcitrante vagabundaje. Hay que viajar para descubrir con los propios ojos que el mundo es muy peque?o¡±
¡°Sobre el horizonte desnudo, vasto, taciturno, obsesionante, la costa es lo m¨²ltiple y lo concreto, lo que transforma una l¨ªnea recta y muerta en gracia y mitolog¨ªa¡±
¡°Estamos ante una realidad: de las grandes ciudades han desaparecido, en los d¨ªas que vivimos, todas las ventajas que la civilizaci¨®n hab¨ªa concentrado en ellas¡±
¡°?Por qu¨¦ es tan fea la plaza de Catalu?a? Pues porque no es ni plaza ni encrucijada, ni cuatro cantones, ni nada¡±
¡°La pieza de caza del viajar es la aventura. La aventura es la flor, el perfume del azar y de la diversidad. A veces es una puerta que se abre ante un mundo insospechado¡±
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