Decepciones
Los partidos est¨¢n ensimismados en sus luchas internas mientras se les escapa el poder
No dejaba de ser una formaci¨®n pol¨ªtica que hab¨ªa sido vencida en la Guerra Civil, se?alaba V¨¢zquez Montalb¨¢n al hablar del PSOE. Algo nos hab¨ªa contado ya el escritor sobre ¡°la lucidez en la inutilidad del desquite¡±.
?ramos j¨®venes, pero ten¨ªamos una edad en la que ya necesit¨¢bamos la memoria. Y si empez¨¢bamos a necesitar memoria, continuaba el escritor, era porque hab¨ªa conciencia de una sombra. Esa responsabilidad en el presente se extend¨ªa a c¨®mo narr¨¢bamos el pasado. Contar la historia, con sus im¨¢genes y sus met¨¢foras, dir¨ªa mucho de c¨®mo quisimos relacionarnos tiempo despu¨¦s. Aquella efervescencia que resultaba de la pulsi¨®n de cambio fue canalizada por esa formaci¨®n pol¨ªtica. Su mensaje se hizo hegem¨®nico, fue digerido por el resto de fuerzas pol¨ªticas, y ciertamente esto invit¨® a crear grandes expectativas. Pero entonces se produjo el efecto perverso.
La lucha por el poder se traslad¨® al interior del partido. Las diferencias entre el l¨ªder y su segundo eran cada vez m¨¢s palpables aunque no estuviera claro qu¨¦ es lo que representaba cada uno. Quiz¨¢s porque en el fondo no se confrontaban dos visiones pol¨ªticas, sino la escenificaci¨®n de la pura lucha por el poder. Fuera del mismo, m¨¢s que cambiar la cultura del poder, se fueron transformando ellos mismos por aquella cultura que hab¨ªan denunciado como vieja. Era impresionante comprobar que aquel poder que hab¨ªa emergido como nuevo, tan joven como para quemarse, termin¨® asumiendo los viejos conciertos de siempre. Y ah¨ª dejaron de estar en v¨ªas de cumplir con el prop¨®sito fundamental de la izquierda: antes que asumir la l¨®gica de poder existente, se esperaba un cambio ¨¦tico de esas relaciones de poder. Fue una constataci¨®n hiriente, conclu¨ªa el escritor.
Y lo sigue siendo comprobar el ensimismamiento de los partidos en sus luchas internas, divididos en tantas corrientes como personas: los otrora felipistas y guerristas; los ahora pablistas y errejonistas; los cansinos barones, diletantes y oprimidos confirman aquel memorable chiste: mete a siete izquierdistas en una sala y obtendr¨¢s siete corrientes de escindidos. Todos juegan a la gallinita ciega mientras los prop¨®sitos nobles y el aut¨¦ntico poder se les escapa. @MariamMartinezB
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