El perd¨®n pendiente
Para que te perdonen, antes tienes que pedir perd¨®n. Otegi deber¨ªa saberlo
A Ernest Lluch. In memoriam
Nunca se demostr¨® que Arnaldo Otegi haya asesinado a ning¨²n rival pol¨ªtico. Nunca se demostr¨® que haya se?alado con el dedo a nadie para que lo asesinaran por denunciar y oponerse a la pol¨ªtica terrorista de ETA. Pero tampoco nunca se le vio derramar una l¨¢grima por ninguna v¨ªctima de ETA. No se le vio triste, ni apesadumbrado cuando la organizaci¨®n terrorista ajusticiaba en plena calle o en un lugar p¨²blico a un disidente. Cuando se le preguntaba por alguna v¨ªctima de ETA en concreto, el dirigente pol¨ªtico remit¨ªa con fulminante frialdad a la existencia de un conflicto que ¨¦l no se cansaba de calificar casi solemnemente como ¡°el conflicto vasco¡±. Tambi¨¦n no es menos cierto que ninguna declaraci¨®n suya colabor¨® a disminuir el terror. Y en ese tiempo, no tan lejano, no hacer nada para disminuir el inmenso dolor que ETA produc¨ªa, era casi como incrementarlo. No hace mucho tiempo, cuando en la televisi¨®n p¨²blica de Catalu?a se le pregunt¨® por el perd¨®n que se esperaba que ¨¦l pidiera a los familiares de las victimas (estaba por escribir sus v¨ªctimas), apenas emiti¨® algo parecido a un forzado lamento. Pero no pidi¨® perd¨®n.
Arnaldo Otegi ahora insiste en ser el l¨ªder de un partido pol¨ªtico, que m¨¢s all¨¢ de las din¨¢micas pol¨ªticas (y la demograf¨ªa ideol¨®gica) que lo hacen necesario en la lucha electoral, tambi¨¦n est¨¢ compuesto por gente altamente probable que haya permanecido inmune a la pena y al desconsuelo que cada muerto de ETA se merec¨ªa. Cuando un partido pol¨ªtico est¨¢ compuesto con gente de esta naturaleza qu¨¦ m¨¢s da c¨®mo se llame la persona que la lidere. Por ello me extra?a tanto que el dirigente aberzale se empecine en la defensa de su candidatura en las pr¨®ximas elecciones vascas del 20 de septiembre. (Como ya se sabe, el Tribunal Constitucional lo ha inhabilitado como candidato por el partido EH Bildu, pero el candidato aberzale no ceja en su empe?o de dar batalla. Una batalla democr¨¢tica, alega con absoluta confianza en s¨ª mismo. y en los votantes que lo seguir¨ªan. Anuncia, como si de una amenaza se tratara, que alegar¨¢ ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos su inhabilitaci¨®n). Arnaldo Otegi podr¨ªa ser reemplazado por cualquier otro candidato, por cualquier otro militante de su partido, cualquier otro que tuviera suficiente experiencia en practicar la misma sistem¨¢tica indiferencia ante el dolor ajeno.
Por eso me sorprende que Otegi no entienda que ¨¦l puede seguir tras las bambalinas, lidere quien lidere su partido. Puede seguir impartiendo clases de democracia y llenarse la boca con la sesgada frase ¡°lo que el pueblo diga¡±. Entre los suyos cuenta con una amplia autoridad, puesto que en su figura reconocen al l¨ªder exento de fragilidades humanas ante el enemigo com¨²n. Por todo ello me sorprende que Arnaldo Otegi no atine a renunciar de una vez por todas como candidato. Renunciar ser¨ªa algo as¨ª como ¡°ponerse a un costado¡±, como est¨¢ de moda ¨²ltimamente llamarle al dimisionario de una candidatura sin que por ello disminuya su capacidad de influencia.
Doy por hecho que Otegi seguir¨¢ erre que erre con su ambici¨®n pol¨ªtica. Y tanto es as¨ª, que nada me hace barruntar que alg¨²n d¨ªa se produzca el milagro de su autoinhabilitaci¨®n. Eso s¨ª que ser¨ªa un milagro pol¨ªtico. Escucharlo anunciar que se retira de la vida pol¨ªtica. Esa decisi¨®n le dar¨ªa a su biograf¨ªa un cierto halo de dignidad. Pero igualmente nos quedar¨ªa pendiente el perd¨®n. Y nos quedar¨ªa pendiente su absoluta ignorancia de lo que sobre el perd¨®n reflexion¨® la pensadora alemana Hanna Arendt. Una vez secularizado el concepto, extra¨ªdo de su contexto religioso y teol¨®gico, el perd¨®n tiene una funci¨®n en los asuntos humanos. Y en la pol¨ªtica. Pero claro, para que te perdonen, antes tienes que pedir perd¨®n. En la vida social y pol¨ªtica de una comunidad, deber¨ªa saberlo Otegi, irrumpen cada tanto hechos calamitosos, incluso ¡°imperdonables¡±, que solo la acci¨®n pol¨ªtica (que no necesariamente religiosa) de perdonar hacen posible que esa comunidad afectada contin¨²e su devenir.
El 28 de septiembre de 2012 se publicaba un libro titulado El tiempo de las luces, donde el l¨ªder abertzale conversa con el periodista Ferm¨ªn Munarriz. En esas p¨¢ginas, Otegi pide disculpas ¡°a las v¨ªctimas de las acciones armadas de ETA¡±. En dicho libro, tales disculpas suenan muy poco cre¨ªbles, casi a las mismas que pide uno cuando en el metro le pisa el pie a alguien. Y las v¨ªctimas de ETA, parece que lo hayan sido de casualidad, pasaban por donde no debieron pasar nunca, v¨ªctimas colaterales en una guerra de liberaci¨®n.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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