El genocidio olvidado del ISIS
El Estado Isl¨¢mico cometi¨® hace dos a?os una matanza ¨¦tnica en Sinjar. Asesinaron a miles de yazid¨ªes en el noroeste de Irak. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha reconocido en junio este genocidio. Regresamos a la regi¨®n, hoy liberada, donde permanecen las huellas de la barbarie.
SILENCIO. El silencio de las calles vac¨ªas. El silencio de las casas sin vida y de las escuelas sin ni?os. El silencio de las fosas comunes que atestiguan la barbarie que ha sufrido Sinjar ante los ojos de un mundo tan interconectado como impotente frente al llamado Estado Isl¨¢mico (ISIS). Solo hay silencio y destrucci¨®n en esta tierra quemada a la que sus habitantes no quieren regresar. Los recuerdos son demasiado duros, demasiado recientes.
Sinjar, en el noroeste de Irak, es la patria ancestral de los yazid¨ªes, una minor¨ªa que se ha convertido en exponente de la crueldad del ISIS. Se trata de un grupo etnorreligioso, de cultura y habla kurda, cuyo credo se remonta al zoroastrismo. Desde la ¨¦poca otomana han sido v¨ªctimas del prejuicio popular que les considera adoradores del diablo. Veneran al ¨¢ngel ca¨ªdo que otros credos llaman Lucifer o Sat¨¢n. Los seguidores de esa fe sincr¨¦tica y secretista, de ra¨ªces preisl¨¢micas, rondan el medio mill¨®n, la mitad de ellos en Irak y el resto repartidos entre Siria, Turqu¨ªa y el C¨¢ucaso.
Sinjar sufri¨® el asedio de los yihadistas en 2014 y fue liberada de su barbarie a finales de 2015. .
Sinjar, o Shingal en kurdo, es el nombre de su monte sagrado, de la ciudad al pie de su ladera meridional y de la comarca salpicada de aldeas que se extiende a su alrededor. All¨ª viv¨ªan unas 300.000 personas, en su mayor¨ªa yazid¨ªes, pero tambi¨¦n sun¨ªes arraigados y turcomanos que se hab¨ªan refugiado del avance yihadista. Hasta el 3 de agosto de 2014.
Aquel d¨ªa, el ej¨¦rcito de fan¨¢ticos islamistas que poco antes se hab¨ªa hecho con el control de Mosul, la tercera ciudad de Irak, avanz¨® sobre ese rinc¨®n del pa¨ªs pegado a Siria. Las fuerzas encargadas de proteger la zona y sus habitantes, los Peshmerga kurdos, se retiraron hacia frentes de mayor valor estrat¨¦gico para el Gobierno de la Regi¨®n Aut¨®noma de Kurdist¨¢n. Se produjo una matanza.
Los atacantes, alentados por su interpretaci¨®n apocal¨ªptica del islam sun¨ª, entraron a sangre y fuego en la ciudad de Sinjar. Luego, persiguieron a quienes lograron escapar y refugiarse en la monta?a. Les ofrec¨ªan un ultim¨¢tum: convertirse al credo de los invasores o morir. Muchos, sobre todo los m¨¢s viejos, ni siquiera tuvieron alternativa. Centenares fueron asesinados. Las mujeres, tras ser golpeadas y violadas, eran regaladas o vendidas como esclavas sexuales. Los chavales, alistados forzosamente y utilizados como carne de ca?¨®n.
¡°A¨²n estamos recopilando las cifras del genocidio¡±, declara Ali Alkhayat, de la ONG Yazda, dedicada a mantener viva la cultura yazid¨ª. Han logrado pruebas de que el ISIS mat¨® a unos 2.000 miembros de esa comunidad en los primeros d¨ªas. A ellos se a?aden dos grupos de 280 y 740 hombres sobre los que solo hay testimonios indirectos de su muerte, pero de quienes no se ha vuelto a tener noticia. Otras 400 personas, sobre todo ni?os y ancianos, murieron en la huida por falta de agua o medicinas.
El pasado diciembre, los Peshmerga, con ayuda de la aviaci¨®n estadounidense y una simb¨®lica participaci¨®n de milicianos yazid¨ªes, lograron expulsar al ISIS de Sinjar. Durante meses, los soldados han trabajado en desactivar las minas que los yihadistas dejaron en su retirada. Aun as¨ª, los habitantes se muestran reacios a volver.
¡°HAB?A M?S DE 300 PERSONAS. LAS OBLIGARON A PONERSE DE RODILLAS. LAS ASESINARON A SANGRE FR?A Y LAS REMATARON EN EL SUELO¡±, RELATA UN TESTIGO.
No se trata solo de que sus casas est¨¦n destruidas y sus cosechas arrasadas. Podr¨ªan volverlas a levantar. Pesan los recuerdos del horror. Y la desconfianza: en algunos casos, fueron sus vecinos ¨¢rabes (sun¨ªes) quienes los delataron al ISIS e incluso los atacaron.
Adem¨¢s, sienten como una traici¨®n la retirada de los Peshmerga. Aunque el Gobierno de Kurdist¨¢n los reconoce como kurdos y les hab¨ªa asegurado protecci¨®n, ante la amenaza a su capital, Erbil, y a la ciudad petrolera de Kirkuk, sacrific¨® esta zona. Aqu¨ª no hay petr¨®leo, solo una cultura milenaria en v¨ªas de desaparici¨®n.
¡°En el caso de que quisieran volver, no hay servicios y nadie garantiza su seguridad¡±, resume Alkhayat por tel¨¦fono desde Dohuk, donde Yazda tiene su base en Irak. Este investigador recuerda que el ISIS sigue controlando varias aldeas yazid¨ªes m¨¢s al sur.
Incluso quienes lograron ponerse a salvo siguen traumatizados. Miles de personas quedaron atrapadas casi dos semanas sin v¨ªveres en el monte Sinjar antes de que milicianos kurdos sirios abrieran un corredor seguro para sacarlos y los Peshmerga enviaran helic¨®pteros con comida y medicinas que evacuaban a los m¨¢s necesitados. Algunos, como el jeque Murad Pishi Rashu y su familia, vieron morir deshidratado a uno de sus hijos por el camino, cuando no cosas peores.
¡°Desde una colina cercana observ¨¦ con los prism¨¢ticos c¨®mo llegaron cuatro camiones llenos de gente. Hab¨ªa m¨¢s de 300 personas. Las bajaron y obligaron a ponerse de rodillas para despu¨¦s asesinarlas a sangre fr¨ªa. Cuando los cuerpos yac¨ªan en el suelo, les dispararon un tiro de gracia en la cabeza¡±, relat¨® Adil, uno de esos yazid¨ªes que se salvaron abandonando todo y tomando el camino de la monta?a, a Diego Ibarra S¨¢nchez, el autor de las fotos que acompa?an este reportaje. En ese lugar donde Adil vio asesinar a sus vecinos hay ahora un improvisado camposanto: cinco mont¨ªculos de tierra rodeados de alambrada. ¡°Respeten la valla. Las v¨ªctimas tienen derecho a descansar en paz¡±, reza un cartel. Yazda ha localizado 35 fosas comunes como esta en los alrededores de Sinjar.
Los vivos tambi¨¦n desear¨ªan descansar, pero no pueden. Ni se ha encontrado a todos los desaparecidos, ni se han identificado todos los cad¨¢veres. Rara es la familia que no sigue buscando a un ser querido. De las 4.000 mujeres y ni?as esclavizadas, algunas de apenas nueve a?os, Yazda ha contabilizado el retorno de 2.070. Unas cuantas lograron escapar de sus captores; otras han sido compradas por sus familias a trav¨¦s de intermediarios; las menos fueron liberadas durante las operaciones militares. Y hubo quienes no pudieron soportar el horror y se suicidaron, seg¨²n el relato de las supervivientes.
¡°las mujeres siguen siendo esclavizadas sexualmente y los ni?os adoctrinados y utilizados en combate¡±, seg¨²n la oNU.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que en junio concluy¨® que ¡°el ISIS ha cometido genocidio contra los yazid¨ªes¡±, cifra en ¡°al menos 3.200¡± las mujeres y ni?os de esa minor¨ªa que permanecen cautivos. Seg¨²n su investigaci¨®n, ¡°la mayor parte se encuentra en Siria, donde las mujeres siguen siendo esclavizadas sexualmente y los ni?os adoctrinados, entrenados y utilizados en combate¡±.
En un esfuerzo por visibilizar su causa, Yazda ha logrado que la medi¨¢tica abogada Amal Clooney acepte representar a Nadia Murad, una joven superviviente que ha dado testimonio de las vejaciones que sufri¨® a manos del ISIS. ¡°Necesitamos encontrar v¨ªas legales para encausar a los responsables de los cr¨ªmenes y Amal puede impulsar el caso en la direcci¨®n adecuada¡±, explica Jameel Chomer, director de operaciones de la organizaci¨®n.
De momento, los yazid¨ªes est¨¢n pidiendo ayuda para ser aceptados como refugiados en pa¨ªses seguros. Es humanamente comprensible. Pero si abandonan Sinjar, ser¨¢ un triunfo de los intransigentes que niegan la diversidad de un pa¨ªs mosaico de etnias y confesiones.
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