Gloria Steinem: ¡°Los papeles de g¨¦nero acabar¨¢n desapareciendo¡±
Es un referente de la lucha por los derechos de las mujeres. Un icono vivo de la revoluci¨®n feminista que, a sus 82 a?os, sigue en perpetuo movimiento. Periodista y activista, no pierde la esperanza de vislumbrar sociedades igualitarias a pesar de los retos pendientes.
A SUS ?82 A?OS, Gloria Steinem todav¨ªa baila. ¡°Me encanta el disco?y el claqu¨¦¡±, dice. Fue su sue?o, nunca realizado, pero se dedic¨® a otros asuntos: el periodismo y el activismo. Tras medio siglo de batallas por los derechos de las mujeres, no ha perdido la energ¨ªa. Es uno de los ¨²ltimos iconos vivos de la revoluci¨®n feminista. Y sigue en perpetuo movimiento. Recientemente ha viajado a Australia, Nueva Zelanda, Irlanda e Inglaterra, y prepara m¨¢s viajes. A California, Ohio, Arizona¡ Los viajes son escenario de su biograf¨ªa, que narra en Mi vida en la carretera (Alpha Decay), que se publica en octubre. Desde peque?a, cuando su padre llevaba a la familia por todo Estados Unidos, no ha parado de ir de un lado para otro. Su nomadismo es indisociable del activismo.
Steinem llega a la entrevista, en su casa del Upper East Side neoyorquino, con un brev¨ªsimo retraso. Explica que se ha entretenido en la farmacia. Una mujer acababa de leer el libro en un grupo de lectura y se ha puesto a hablar con ella. ¡°Me ha dicho: ¡®Solo quiero ?contarle que estoy aqu¨ª en nombre de todas las personas a las que he conocido y que gracias a usted han mantenido la cordura¡±. Steinem sonr¨ªe: ¡°?Qui¨¦n podr¨ªa obtener un mejor premio que esto?¡±.
?Qu¨¦ queda de la Gloria Steinem ni?a que creci¨® en Toledo, Ohio, y viajando por Estados Unidos? Todo. ?Ha visto usted esas mu?ecas rusas que son como piezas ?encajadas una dentro de otra? Somos as¨ª. El yo-ni?o est¨¢ dentro de nosotros. Y luego otro mayor, y mayor. Todo sigue all¨ª. Lo que hacemos despu¨¦s es a?adir.
¡°tuve la gran suerte de contar con un padre amable que me trataba de igual a igual. Esto me permiti¨® saber que este tipo de hombres exist¨ªan¡±.
?Qu¨¦ le ense?¨® su padre? Me doy cuenta de lo importante que fue que me dejase claro que me quer¨ªa, que yo era su amiga y que hici¨¦semos aventuras juntos. Es crucial, especialmente para las hijas. Si no tienes un padre que te trate de igual a igual, no puedes entender lo que es posible para ti. Yo entonces no lo entend¨ªa, claro, pero se lo agradezco. A ojos del mundo, supongo que ¨¦l tambi¨¦n era extremadamente irresponsable, siempre endeudado, siempre con un sue?o que jam¨¢s se cumpl¨ªa. Nunca ten¨ªa empleo, lo que para ¨¦l era motivo de orgullo. Nunca trabaj¨® para otra persona. Aunque esto cre¨® una gran inseguridad en mi vida, tambi¨¦n me prepar¨® para ser una escritora freelance?sin ingresos regulares para trabajar en un movimiento que est¨¢ lleno de incertidumbres y para tener esperanza.
Su familia era extra?a. No paraban de viajar. ?Se sent¨ªa distinta de peque?a? Cuando somos peque?os queremos ser como otras personas. Yo ve¨ªa en las pe??l¨ªculas que la gente viv¨ªa en su casa, que iba a la escuela cada d¨ªa. Y lo envidiaba. Pero retrospectivamente creo que fue un regalo crecer como lo hice.
?Su madre fue una v¨ªctima de los tiempos o de su padre? Mi padre era una persona amable. No fue exactamente culpa suya. Ella era periodista en un tiempo en el que, como mujer, deb¨ªa firmar con un nombre de hombre, porque de otro modo no publicar¨ªan lo que escrib¨ªa. Y a pesar de esto se convirti¨® en reportera del Toledo Blade, que era un gran peri¨®dico de Ohio. Amaba su trabajo. Pero al mismo tiempo ten¨ªa a mi hermana, nueve a?os mayor que yo. Ten¨ªa a mi padre, que era profundamente irresponsable con el dinero. Y, como me cont¨® m¨¢s tarde, se enamor¨® de un hombre que trabajaba en su peri¨®dico. Quiz¨¢ era con el que deber¨ªa haberse casado, porque ella y mi padre eran muy distintos. Pero a ella la educaron para creer que una no pod¨ªa divorciarse. Quer¨ªa irse con una amiga suya a Nueva York y trabajar como periodista. Todo esto, sumado a la preocupaci¨®n por el dinero y a la vida familiar que hab¨ªa tenido de peque?a, acab¨® afect¨¢ndola y sufri¨® lo que entonces se llamaba un ataque de nervios. Estuvo en un sanatorio durante un a?o o dos. Al final de este periodo, pareci¨® como si ella hubiese dicho: ¡°No puedo hacerlo, no funcionar¨¢¡±. Tambi¨¦n le hab¨ªan recetado pentotal s¨®dico, un tranquilizante al que acab¨® siendo adicta. As¨ª que abandon¨® todo aquello que amaba ¨Csus amigos, su trabajo en un peri¨®dico¨C y se uni¨® a mi padre, que estaba poniendo en marcha un centro de vacaciones de verano en una zona rural de Michigan. En realidad abandon¨® su identidad.
Siempre fui consciente de que exist¨ªa un desequilibrio y una injusticia. Pero pensaba que podr¨ªa superarlo individualmente. .
?Usted culpa a su padre? No. ?l no le oblig¨® a hacerlo. En aquella ¨¦poca las cosas eran distintas. Cuando yo ya era mayor, le dec¨ªa: ¡°?Por qu¨¦ no le abandonaste, te fuiste a Nueva York con tu amiga y te casaste con el hombre al que amabas?¡±. Y ella respond¨ªa: ¡°Si hubiese hecho esto, t¨² no habr¨ªas nacido¡±. Siempre quise decirle, pero nunca me atrev¨ª: ¡°Pero t¨² habr¨ªas nacido¡±. No pod¨ªa decirlo. Era demasiado triste.
?La experiencia de su madre influy¨® en su visi¨®n sobre la relaci¨®n entre hombres y mujeres? Tuve la gran suerte de contar con un padre amable que disfrutaba de mi compa?¨ªa. Esto me permiti¨® saber que este tipo de hombres exist¨ªan. El hecho de que mantenga la amistad con todos mis examantes, todos personas encantadoras, probablemente se deba a mi padre. Con frecuencia las hijas que tienen padres crueles, o distantes, lo reproducen, porque, primero, no saben que existe otro tipo de hombres y, segundo, porque est¨¢n intentando curar la herida. As¨ª que le estoy agradecida.
Usted compara en su nuevo libro los viajes con el ¡°sexo mutuamente consentido¡±. La gente tiene h¨¢bitos mentales. Algunos viven en el pasado y otros en el futuro. Solo se puede vivir plenamente en el presente. Estamos aqu¨ª, ahora. Yo viv¨ªa en el futuro.
?Qu¨¦ quiere decir que viv¨ªa en el futuro? Solo pensaba en lo que iba a ocurrir.
?Cuando era joven? Siempre. Puesto que, quiz¨¢, adquirimos el sentido del tiempo de peque?os, y puesto que yo siempre he querido salir, siempre estaba pensando en el futuro. Y estar en la carretera, como el sexo mutuo, como las emergencias, como los peligros, te fuerza a vivir en el presente. No tienes otra opci¨®n.
?Vivir en el presente es el combustible que le saca de casa? No es el ¨²nico, porque me encantan los movimientos a los que pertenezco. Me gusta intentar que las cosas mejoren. Todav¨ªa me fascina comprobar que ante una injusticia se pueden realizar acciones para que las condiciones cambien. Me seducen las palabras. Mi idea del para¨ªso es una reuni¨®n editorial.
?Por qu¨¦? Porque puedo pensar en ideas, en t¨ªtulos para art¨ªculos, y aprender unos de otros, y encender al otro con propuestas. Todo esto es parte del motivo por el que viajo.
Usted no tiene carn¨¦ de conducir. Esto es poco habitual en Estados Unidos. Estoy tan acostumbrada a esta manera de moverme que, hasta que empec¨¦ este libro de viajes, no me di cuenta de que ten¨ªa que explicar por qu¨¦ no conduc¨ªa. Me gusta esta forma de viaje porque, si no conduces, el camino empieza en el momento en que sales por la puerta de casa. Est¨¢s en el autob¨²s, en el taxi, hablando con gente. No est¨¢s encerrada en una lata de hojalata ?contigo mismo. En el proceso [de escribir el libro] descubr¨ª que Jack Kerouac, que public¨® la obra m¨¢s famosa sobre la carretera, tampoco conduc¨ªa. Siempre estaba en el coche con otras personas.
Los medios recompensan la novedad. Barack Obama era nuevo. Ellos y el pa¨ªs lo descubr¨ªan. Era m¨¢s f¨¢cil proyectar tus esperanzas en una figura nueva. Hillary Clinton ha estado bajo la mirada p¨²blica durante mucho tiempo. .
?Recuerda la primera vez que escuch¨® la palabra ¡°feminismo¡±? Siempre fui consciente de que exist¨ªa un desequilibrio y una injusticia. Pero pensaba que podr¨ªa superarlo individualmente. Siempre hubo un grupo de escritoras en Nueva York que se ayudaban entre s¨ª y se aconsejaban sobre qu¨¦ editor podr¨ªa ser m¨¢s razonable. Pero no me di cuenta de que esto pod¨ªa cambiarse hasta que las mujeres del movimiento contrario a la guerra de Vietnam y el movimiento de los derechos civiles ¨Cmovimientos que nuestra generaci¨®n adoraba, pero en los que las mujeres segu¨ªan estando mayoritariamente en un papel tradicional¨C empezaron a rebelarse contra esto y a decir: ¡°Un momento, debemos tener un movimiento aut¨®nomo para las mujeres¡±. As¨ª comprend¨ª que no solo deb¨ªas rebelarte en silencio y en secreto, sino que pod¨ªas tener un movimiento de verdad.
Por su biograf¨ªa, ?usted tuvo que rebelarse como las mujeres que estaban atrapadas en un matrimonio? ?Claro que tuve que rebelarme! Una vez fui a una revista a recibir un encargo para un art¨ªculo. Y el editor me mir¨® y me dijo: ¡°No queremos una chica guapa, queremos un escritor, vete a casa¡±. La revista Time?me pagaba menos por escribir un reportaje que a un hombre. Y el tema del reportaje era el movimiento de las mujeres. Doble iron¨ªa. Cuando me quej¨¦, el editor me envi¨® un bolso, que devolv¨ª para recuperar el dinero, pero no me lo restituyeron.
Menciona en el libro una an¨¦cdota con los escritores Saul Bellow y Gay Talese en los a?os sesenta. Iban en un taxi los tres y Talese dijo algo as¨ª como: ¡°Cada a?o, una chica guapa viene a Nueva York¡¡± ¡°¡ y hace ver que es escritora¡±. Yo estaba sentada entre los dos. ?l hablaba como si yo no estuviese.
Recientemente se ha hablado de ¨¦l por unos supuestos comentarios sexistas y por su libro sobre un voyeur en un motel. ?Lo ha le¨ªdo? No. No tengo el menor inter¨¦s. ?Le conoce?
No. Es impecable. Es peque?o y pulcro, y quisquilloso, y viste de una manera muy cuidadosa. Parece algo obsesivo. Y escribe sobre esto del voyerismo sexual. Se pas¨® un a?o entero o m¨¢s [preparando, con un intenso trabajo de campo, su libro sobre las costumbres sexuales de los estadounidenses, La mujer del pr¨®jimo]. No lo entiendo, y lo que menos entiendo es que tiene una mujer que es una editora maravillosa [Nan Talese]. Es su vida privada. Pero no comprendo c¨®mo acab¨® as¨ª.
No hay la misma emoci¨®n ahora con Hillary Clinton, que puede ser la primera mujer presidenta de EE?UU, que con Barack Obama en 2008 por ser el primer presidente negro. ?Por qu¨¦? Creo que hay un motivo, y es la naturaleza de los medios de comunicaci¨®n. Los medios recompensan la novedad. Barack Obama era nuevo. Ellos y el pa¨ªs lo descubr¨ªan. Era m¨¢s f¨¢cil proyectar tus esperanzas en una figura nueva. Hillary Clinton ha estado bajo la mirada p¨²blica durante mucho tiempo. Es menos probable que se la idealice. Ya es bastante conocida. Adem¨¢s, creo que hay un fondo sexista, porque muchos de nosotros, de ni?os, fuimos criados por mujeres m¨¢s que por hombres. No todo el mundo, pero muchos s¨ª experimentaron la autoridad y el poder femeninos de peque?os, y el poder masculino solo lo percibieron de mayores, de una manera m¨¢s racional. Todav¨ªa hay muchas personas que cuando ven a una mujer poderosa se sienten mal y viven una regresi¨®n a la infancia, porque fue la ¨²ltima vez que se encontraron con alguien de esas caracter¨ªsticas. Resulta m¨¢s frecuente entre los hombres, por esa idea descabellada de la masculinidad. La costumbre ante la autoridad femenina en la infancia, y no en la vida p¨²blica, probablemente sea m¨¢s universal que la experiencia del racismo. Ambos est¨¢n igual de mal, el sexismo y el racismo, pero quiz¨¢ es m¨¢s com¨²n y menos consciente.
?Lo que usted dice se aplica a los hombres o tambi¨¦n a las mujeres? A ambos. Pero no a todo el mundo.
A usted no. No. En parte es porque me crio mi padre, no mi madre, lo que es inusual.
¡°hay muchas personas que cuando ven una mujer poderosa viven una regresi¨®n a la infancia, la ¨²ltima vez que vieron una mujer poderosa¡±.
Si gana Hillary Clinton, ?es el fin de la lucha? ?Oh, Dios m¨ªo! No. Apenas est¨¢ comenzando. No. No es el final.
?Significar¨¢ algo? ?O solo ser¨¢ un accidente de la historia? Significar¨¢ algo. Pero no significar¨ªa lo mismo si Sarah Palin [candidata republicana a la vicepresidencia en 2008] ganase. No se trata de la biolog¨ªa. Lo m¨¢s importante es la sustancia. Y es importante que ella, visceralmente, sepa lo que supone moverse por este pa¨ªs como un ser humano hembra, del mismo modo que Obama sabe visceralmente lo que es caminar como humano afroamericano por este pa¨ªs.
?Las mujeres tienen otro modo de gobernar? Con frecuencia es diferente porque nosotras no tenemos que demostrar nuestra masculinidad. Hay estudios que muestran que si hay un grupo de mujeres tomando una decisi¨®n es m¨¢s probable que elijan una soluci¨®n conciliadora o cooperativa. Si es un grupo de hombres, es m¨¢s probable que opten por una soluci¨®n agresiva o conquistadora. Probablemente los mejores grupos est¨¦n formados por una mitad de mujeres y otra mitad de hombres. Los papeles de g¨¦nero acabar¨¢n desapareciendo: los hemos fabricado.
?Desaparecer¨¢n? S¨ª, como la raza. Los seres humanos son seres humanos. El 99% lo compartimos. Y las razas¡ Todos venimos de ?frica. Algunos fueron a climas fr¨ªos y perdimos melanina en nuestra piel. La raza es en gran parte una invenci¨®n, y el g¨¦nero es casi todo una invenci¨®n.
?Cu¨¢les son hoy las batallas m¨¢s urgentes del feminismo? Estad¨ªsticamente, la violencia contra las mujeres en todo el mundo. Si sumas todas las formas de agresi¨®n ¨Cla violencia dom¨¦stica en este pa¨ªs, la mutilaci¨®n genital femenina, el matrimonio infantil, la violencia sexualizada en las zonas de guerra, la preferencia por los hijos por encima de las hijas, lo que significa que hay un excedente de hijos en buena parte de Asia¨C, ahora, por primera vez que sepamos, hay menos mujeres que hombres en la Tierra. Asegurarse de que ellas controlen sus propios cuerpos es crucial. Tambi¨¦n lo es para ellos, pero debido a la reproducci¨®n es m¨¢s probable que las mujeres est¨¦n controladas externamente. Poder o no decidir si tienes hijos y cu¨¢ndo es el mayor factor que determina tu salud, si trabajas fuera de casa, si tienes educaci¨®n y cu¨¢nto vives.
Usted no tuvo hijos. ?Fue una decisi¨®n consciente? En la generaci¨®n en la que crec¨ª se nos ense?aba que deb¨ªas casarte y tener hijos. El movimiento de las mujeres lleg¨® y me di cuenta de que no todo el mundo deb¨ªa vivir igual.
Mirando atr¨¢s, ?tiene la impresi¨®n de que ha ganado? Hemos avanzado, pero a¨²n estamos lejos de una sociedad en la que los hombres cr¨ªen a los hijos como las mujeres, en la que las diferencias menores de sexo, raza, clase y casta sean menos importantes que nuestra humanidad compartida y nuestra individualidad ¨²nica. Estamos lejos de una sociedad que existi¨® en el pasado, donde las personas est¨¦n conectadas y no ordenadas en rangos. Podemos llegar all¨ª.
?Cu¨¢ndo? No lo s¨¦, porque estamos en una carrera con muchas cosas: el calentamiento global, la sobrepoblaci¨®n. Ni siquiera sabemos cu¨¢nto tiempo tenemos. S¨¦ que debemos comportarnos como si todo lo que hacemos importase, porque puede que importe.
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