En la delgada frontera del hambre
El avance del desierto, el subdesarrollo y la tradici¨®n se conjuran para impedir que Senegal acabe con la malnutrici¨®n, que golpea sobre todo en el norte
Mamadou B?, de 20 meses, no suelta la pelota, pero tampoco se quiere alejar mucho de su madre. Por eso llora cuando se le escapa botando para que se la traigan de vuelta. A¨²n est¨¢ d¨¦bil y mimoso. Hace solo una semana lo llevaron al centro de salud m¨¢s cercano porque estaba bajando peligrosamente de peso. Su padre lleva seis meses fuera de Senobowal pastoreando el ganado, cada vez m¨¢s lejos, cada vez m¨¢s dif¨ªcil, mientras su madre trata de alimentar a sus ocho hijos vendiendo telas en el pueblo. De tanto en tanto, ¨¦l manda algo de dinero, pero apenas llega para comer. Mamadou no es el ¨²nico. Ni mucho menos. La mayor parte de los ni?os de este secarral llamado Dieri transitan por una delgada frontera. Al m¨ªnimo problema, pam, caen en la desnutrici¨®n. El a?o pasado, uno de cada cinco. No es Etiop¨ªa, ni Somalia, ni un pa¨ªs en guerra como Nigeria o Mal¨ª. El hambre tambi¨¦n golpea en Senegal.
A unos 50 kil¨®metros de Senobowal, en un peque?o pueblo llamado Namarel, Khadiya Sow se ajusta la bata blanca. Hoy han llegado cinco litros de leche a la peque?a unidad de transformaci¨®n que gestiona la asociaci¨®n Adena. Es poco. ¡°Esta tarde vendr¨¢n m¨¢s¡±, dice, ¡°yo la recibo, la hiervo al ba?o mar¨ªa, la enfr¨ªo y luego se fermenta y se guarda para venderla en peque?as tarrinas¡±. La idea es hacer queso tambi¨¦n, poner en valor un recurso infrautilizado que permita mejorar los ingresos de los ganaderos para, as¨ª, mejorar la seguridad alimentaria de sus familias. El pueblo est¨¢ casi desierto. La mayor parte de los hombres est¨¢ lejos con las vacas, en lugares donde a¨²n queda algo de pasto. ¡°Siempre fue dif¨ªcil la vida aqu¨ª, hab¨ªa que caminar mucho a por el agua y trabajar duro¡±, dice Moustapha Dia, presidente de Adena, ¡°pero por lo menos antes los ni?os no pasaban hambre¡±.
La historia se repite cada a?o. A comienzos del verano los centros de salud y hospitales se pueblan de ni?os fam¨¦licos, los remanentes de la cosecha anterior ya se han agotado y a¨²n quedan al menos tres meses para recoger la siguiente. Es el pico de escasez alimentaria que vive toda la banda del Sahel. Por un lado est¨¢ la malnutrici¨®n cr¨®nica, que tiene que ver con la pobreza y con una dieta poco equilibrada o pobre en calor¨ªas y prote¨ªnas que no llega a poner en riesgo la vida del ni?o, pero que se manifiesta en problemas de crecimiento y de desarrollo cognitivo. Seg¨²n la ¨²ltima encuesta nutricional de 2015, el 20,3% de los ni?os senegaleses menores de 5 a?os la sufren. Es una seria tara no solo para los afectados, sino para el conjunto del pa¨ªs, condenado a invertir el 5% de su PIB en ayudas sociales durante a?os.
Sin embargo, la malnutrici¨®n aguda (MAG) es m¨¢s evidente y grave porque puede matar y revela no solo una situaci¨®n de pobreza sino una situaci¨®n de crisis en la que la comunidad no puede garantizar la alimentaci¨®n de sus hijos. Seg¨²n la citada encuesta, aunque existe en todo el pa¨ªs con una tasa del 8%, el principal problema est¨¢ en tres regiones del norte, Saint Louis y en concreto el departamento de Podor con una prevalencia del 18,2%, Matam (16,5%) y este a?o por primera vez tambi¨¦n Louga, con un 16,1%. Finalmente, la malnutrici¨®n aguda severa (MAS), en la que est¨¢ seriamente comprometida la vida del ni?o, tambi¨¦n supera el umbral preocupante del 3% en Podor y Matam y en Louga est¨¢ cerca (2,5%).
?C¨®mo es posible? ?Por qu¨¦ un pa¨ªs democr¨¢tico, estable, sin grandes emergencias humanitarias, ni de lejos el m¨¢s pobre de ?frica y con tasas razonables de crecimiento econ¨®mico, que lleva treinta a?os aplicando pol¨ªticas de lucha contra la malnutrici¨®n con la ayuda financiera y t¨¦cnica de grandes organismos internacionales sigue anclado en tasas alarmantes, sobre todo en el norte? La respuesta no es sencilla. Fabrice Carbonne, director de la delegaci¨®n espa?ola de Acci¨®n contra el Hambre (ACH) en Senegal, apuesta por atacar las causas de la malnutrici¨®n, no solo atender sus s¨ªntomas. Y, sobre todo, ¡°hay que desterrar que es un problema solo de seguridad alimentaria. Esta es una de las respuestas necesarias, pero no la ¨²nica¡±.
Alioune Samba B? es un veterano ganadero del Dieri. ¡°Este es un lugar dif¨ªcil, hay una gran degradaci¨®n ambiental a causa del avance del desierto. Cada vez llueve menos y tenemos que ir m¨¢s y m¨¢s al sur con nuestro ganado¡±, asegura. Antiguamente, la trashumancia se hac¨ªa hacia el norte, en direcci¨®n al r¨ªo Senegal, pero la presi¨®n humana sobre esta zona que se ha llenado de cultivos impide ahora el paso del ganado. Agricultores y pastores ya se han enfrentado por ello. Por eso, los ganaderos hacen ahora largos viajes de hasta nueve meses hacia el sur, lugares como Kaolack, el r¨ªo Sine Saloumo Tambacounda, incluso Mal¨ª y Gambia, buscando regiones menos habitadas donde la pluviometr¨ªa es un poco m¨¢s generosa y crecen buenos pastos. Pese a que 2015 no fue un mal a?o de lluvias, a¨²n no se han recuperado de las sequ¨ªas consecutivas de 2013 y 2014.
Para intentar garantizar la seguridad alimentaria, Acci¨®n contra el Hambre est¨¢ desarrollando varias estrategias en colaboraci¨®n con la poblaci¨®n local. Por ejemplo, la introducci¨®n de semillas de mijo de ciclo corto (listos para la cosecha en 60 d¨ªas frente a los 90 tradicionales) que adem¨¢s es m¨¢s rico en zinc y hierro. O el apoyo a la producci¨®n forrajera para mejorar la alimentaci¨®n del ganado y que as¨ª pueda dar mejor leche y carne, mejorando los ingresos de los ganaderos. Oumar Diack, presidente de la Asociaci¨®n de Productores del Fouta para el Desarrollo, explica que ¡°hace tres d¨¦cadas la agricultura era arcaica pero daba para todos, asegur¨¢bamos los alimentos; ahora, una hect¨¢rea cerca del r¨ªo se la reparten cuatro familias. Eso es insuficiente¡±.
Adem¨¢s del clima y la escasez de alimentos, estrechamente ligados en una zona cuyos habitantes dependen en un 95% de que haya buenos pastos para el ganado o de que la lluvia riegue cultivos como el mijo, el ma¨ªz y el sorgo, hay que tener en cuenta que estamos en una de las regiones m¨¢s pobres de todo Senegal. Apenas hay una industria o una alternativa laboral para miles de j¨®venes que no sea el campo o los animales. En estas circunstancias cambiantes no parece buena idea aferrarse a costumbres que en el pasado pudieron funcionar pero que hoy se revelan ineficaces. Y aqu¨ª se entra directamente en el siempre delicado terreno de los conocimientos, el saber, la cultura de un pueblo.
Podor, Matam, Louga. Este es el coraz¨®n del Fouta Toro, la patria madre de los peul del norte de Senegal. Casi toda la poblaci¨®n pertenece a esta etnia singular que en sus distintas variantes se reparte por ?frica occidental. Son los ganaderos, los que miden su riqueza en vacas, los n¨®madas. Y, sin embargo, el nuevo mundo ya no les pertenece. Aunque la mayor parte se han sedentarizado, siguen moviendo a su ganado por las amplias planicies de Senegal, recorriendo viejos caminos que ellos reconocen, siguiendo los pasos a la lluvia, olfateando en el aire el petricor. Lo hicieron sus padres y sus abuelos y ellos lo seguir¨¢n haciendo. Orgullosos de su identidad, se resisten a cambiar.
En el hospital regional de Ndioum, Binta B? sujeta con fuerza a la peque?a Salimata, de 16 meses. Llegaron hace unos d¨ªas procedentes del Dieri. Binta no es m¨¢s que una joven que ni ha cumplido los 20 y Salimata es ya su segunda hija malnutrida. Cir¨¦ Mamadou Sy, enfermero de Pediatr¨ªa, explica que casi siempre son chicas analfabetas que son casadas muy j¨®venes. No tienen recursos econ¨®micos, pero sobre todo lo que necesitan es ciertas claves para criar y alimentar mejor a sus hijos. "A veces los destetan muy pronto, otras veces no introducen los alimentos adecuados en el momento justo¡±.
Salimata lleg¨® con una fuerte deshidrataci¨®n y diarrea al hospital. Binta esper¨® demasiado. ¡°Estamos trabajando mucho en el cambio de comportamiento alimentario y en la higiene¡±, remata. ACH apoya a toda la estructura sanitaria de la regi¨®n, hospitales, puestos rurales, centros de salud, en la detecci¨®n y atenci¨®n a ni?os con malnutrici¨®n. Pero hasta que no se atajen las causas este trabajo no tendr¨¢ fin.
Y sin embargo, lo tiene. No es f¨¢cil movilizar a los donantes para un pa¨ªs como Senegal que ni est¨¢ en el pozo de la pobreza ni atraviesa grandes emergencias como N¨ªger, Mal¨ª o Nigeria. Organismos como ECHO, la Agencia Humanitaria de la Uni¨®n Europea, o la Fundaci¨®n La Caixa colaboran en los proyectos de ONG como ACH, pero en unos meses o pocos a?os ser¨¢ el Estado senegal¨¦s quien asuma directamente la atenci¨®n a estos ni?os. ¡°Nosotros ya estamos reduciendo de manera progresiva nuestra presencia¡±, explica Fabrice Carbonne, ¡°queremos facilitar que el Estado asuma sus responsabilidades y por eso estamos haciendo mucho hincapi¨¦ en el fortalecimiento de capacidades del personal sanitario. No nos gustar¨ªa que el trabajo que hemos hecho estos cuatro a?os en Matam y Podor y ahora en Louga se caiga a nuestra salida, nos gustar¨ªa seguir prestando asistencia t¨¦cnica un tiempo¡±.
Senegal cuenta con una ventaja frente a otros pa¨ªses. Ha asumido la existencia del problema. En este sentido, la creaci¨®n de una C¨¦lula de Lucha contra la Malnutrici¨®n, una especie de superministerio, es todo un hito. Otra cuesti¨®n es si este ¨®rgano est¨¢ siendo capaz de coordinar de manera adecuada a todas las ¨¢reas implicadas del Gobierno, que van desde Agricultura, Ganader¨ªa o Sanidad hasta Medio Ambiente, Servicios Sociales, Econom¨ªa o Industria. En este combate todos deben remar en la misma direcci¨®n y no siempre ha sido as¨ª. El camino es a¨²n largo y complejo, pero reducir los ¨ªndices de malnutrici¨®n es un objetivo que vale la pena para no hipotecar el futuro de este pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.