Los partidos y las coaliciones
El PSOE es de sus militantes, no de sus votantes, que siguen libres de toda disciplina
Clement Attlee, el primer ministro brit¨¢nico laborista, recibi¨® a sus diputados tras la gran victoria de 1945 con tres consejos, tal y como recordaba esta semana la revista Prospect: no hablen entre s¨ª en los pasillos del Parlamento (quer¨ªa que hablaran solo en su sala de reuniones, en voz alta); no vayan a comer a restaurantes caros o de moda y nunca, nunca, hablen con William Aitken (propietario del Evening Standard, un peri¨®dico de tarde, muy popular). Claro que Attlee, que era un pol¨ªtico muy experimentado, les prometi¨® tambi¨¦n: ¡°Yo soy un hombre raro. Me cuesta mucho llevar una conversaci¨®n, pero si alguno de ustedes me viene a ver, sepan que les recibir¨¦ y que hablar¨¦ de sus problemas con ustedes¡±.
Attlee sab¨ªa perfectamente que las relaciones internas dentro de un partido son un elemento fundamental de su ¨¦xito y forz¨® siempre su raro car¨¢cter para pasar horas, pacientemente, con diputados que no le interesaban lo m¨¢s m¨ªnimo. En fin, el Gobierno de Clement Attlee tuvo mucho ¨¦xito y sus diputados le siguieron con disciplina y afecto. Claro que cont¨® tambi¨¦n ¡°con la econom¨ªa de Keynes, la pol¨ªtica social de Beveridge, el creador del Servicio Nacional de Salud, y la prosa de George Orwel¡±, escribe Tristam Hunt. Es decir, que no basta con dar conversaci¨®n a los tuyos: hace falta tambi¨¦n tener algunas ideas que poner en pr¨¢ctica cuando se llega al poder.
A Attlee nunca se le pas¨® por la cabeza que su partido fuera de sus votantes, una idea que ahora se maneja con gran soltura, sobre todo en el sector cr¨ªtico del PSOE, pero que tiene algunos problemas de fondo, porque los votantes son, por definici¨®n, electores, es decir que eligen en cada ocasi¨®n a quien apoyan. ?C¨®mo van a ser los propietarios de esa organizaci¨®n? El problema, entonces, ser¨¢ saber si un partido pol¨ªtico es una organizaci¨®n real o una mera idea que existe en la mente de sus seguidores. ?Es eso lo que creen quienes se oponen hoy en el PSOE a convocar a la militancia?
Seg¨²n la ya antigua definici¨®n del profesor Anthony Downs, de la Universidad de Stanford, un partido pol¨ªtico (en un pa¨ªs democr¨¢tico) es ¡°un equipo de gente que persigue el control del aparato del gobierno a trav¨¦s de unas elecciones debidamente constituidas¡±. Es decir, un partido es un grupo de personas que tiene un objetivo y se asume que son racionales y democr¨¢ticos en su manera de proceder para alcanzarlo. Es evidente que tambi¨¦n desempe?an otras funciones pol¨ªticas e incluso psicol¨®gicas, pero lo fundamental es lo otro: controlar el aparato del Estado a trav¨¦s de unos medios aceptados por todos.
Lo que parece que no es un partido es una coalici¨®n de votantes, un concepto que est¨¢ fuera de la idea de organizaci¨®n. Las coaliciones de votantes son m¨¢s bien construcciones mentales, que usan los pol¨ªticos para relacionarse con los ciudadanos, d¨¢ndoles una categor¨ªa atractiva. La idea se habr¨ªa ido extendiendo al mismo ritmo que las encuestas y sondeos de opini¨®n, pero la realidad sigue siendo que los electores van y vienen en cada convocatoria: se puede intentar averiguar qu¨¦ piensan, qu¨¦ quieren e intentar satisfacer sus necesidades, pero es dif¨ªcil que se les pueda atribuir la condici¨®n de propietarios de un partido pol¨ªtico, que sigue siendo una organizaci¨®n con un objetivo y con ¡°acuerdos conscientes y expl¨ªcitos¡± entre sus miembros.
Claro que tambi¨¦n es posible que la propia idea del partido europeo, concebido como una organizaci¨®n, est¨¦ a punto de desaparecer. Quiz¨¢s pase a ser otra cosa, pero, de momento, el PSOE es de sus militantes, no de sus votantes, que siguen libres de toda disciplina y capaces de elegir entre partidos
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