Crisis, ca¨ªda y escisi¨®n del PSOE
En pol¨ªtica, el ¡®no¡¯ m¨¢s inteligente es el que sirve para iniciar una negociaci¨®n, pero el secretario general y su comisi¨®n ejecutiva cegaron a conciencia todas las salidas, se sumieron en el silencio y no se emplearon nunca en negociar su ¡®no¡¯
Hay que remontarse a los a?os treinta del siglo pasado para encontrar en la historia del socialismo espa?ol un proceso tan autodestructivo como el que se ha desencadenado esta semana en la c¨²pula del PSOE. Fue en una reuni¨®n del comit¨¦ entonces llamado nacional, convocada para el 16 de diciembre de 1935, cuando ante una cuesti¨®n marginal sometida a votaci¨®n por Indalecio Prieto, Francisco Largo Caballero dimiti¨® de la presidencia del partido y arrastr¨® con su decisi¨®n a varios dirigentes hist¨®ricos. Mientras Largo interpret¨® su salida como expulsi¨®n y recuperaci¨®n de su libertad para recurrir, como dijo, ¡°directamente a la base¡±, el resto del comit¨¦ continu¨® la reuni¨®n y aprob¨® en los t¨¦rminos que Prieto pretend¨ªa la coalici¨®n con los partidos republicanos, que era la cuesti¨®n que ten¨ªa dividido al partido desde el fracaso de la revoluci¨®n de octubre de 1934.
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La escisi¨®n en el comit¨¦ nacional y en la comisi¨®n ejecutiva se extendi¨® de inmediato al grupo parlamentario socialista en las Cortes elegidas en febrero de 1936 y a todas las agrupaciones, alcanzando tambi¨¦n a la Uni¨®n General de Trabajadores, que en aquellos tiempos era algo m¨¢s que un sindicato hermano. El resultado fue la par¨¢lisis del PSOE en el peor momento por el que atravesaba la Rep¨²blica: Prieto no obtuvo de su grupo parlamentario los votos necesarios para aceptar la presidencia del Gobierno que le ofrec¨ªa Manuel Aza?a en mayo de 1936 y Largo Caballero bloque¨® la incorporaci¨®n del PSOE a un Gobierno de ¡°unidad nacional¡±, desde Miguel Maura por la derecha al mismo Prieto por la izquierda, que Aza?a intentaba poner en pie en la aciaga noche del 18 de julio. El catastr¨®fico resultado de esta par¨¢lisis pol¨ªtica fue que la rebeli¨®n militar, en marcha desde la tarde del 17, solo encontr¨® para hacerle frente al m¨¢s d¨¦bil de los Gobiernos republicanos posibles.
Bueno, eran otros tiempos y por fortuna nada de eso est¨¢ hoy, como se dice, a la orden del d¨ªa. Pero los socialistas quiz¨¢ no deb¨ªan olvidar que la escisi¨®n iniciada un 16 de diciembre de 1935 recorri¨® la historia de su partido durante varias d¨¦cadas y dej¨® un poso de rencor y divisi¨®n del que no se libraron por completo hasta que el partido, a punto de desaparecer, fue refundado, no sin nuevos enfrentamientos, en el primer lustro de los a?os setenta por una nueva generaci¨®n de militantes. Las escisiones de una gran organizaci¨®n, con la ruptura no solo de v¨ªnculos pol¨ªticos, sino de viejas amistades, de lazos fraternales y de sue?os y esperanzas compartidos cuando el tiempo de la vida permite a¨²n concebirlos, dejan siempre un poso de amargura y frustraci¨®n muy propicio para convertir a quien fue ayer compa?ero en el enemigo hoy a liquidar.
Las rupturas son muy propicias para convertir a quien fue compa?ero en el enemigo a liquidar
Y esto es lo que viene ocurriendo en la c¨²pula del PSOE desde el comit¨¦ federal celebrado el 9 de julio de este a?o, cuando los reunidos, despu¨¦s de agrias discusiones motivadas por los p¨¦simos resultados de las segundas elecciones y el silencio de trece d¨ªas en que el secretario general se hab¨ªa sumido tras la noche electoral, no pudieron acordar m¨¢s pol¨ªtica para el inmediato futuro que la ratificaci¨®n puramente verbal del no a la abstenci¨®n en la probable investidura del candidato del PP. Era un no, como se coment¨® entonces, ¡°de entrada¡±, susceptible de modificarse si las circunstancias impon¨ªan una abstenci¨®n para el caso de que la negativa acarreara la condena a convocar por tercera vez al electorado, como era previsible dada la aritm¨¦tica imposibilidad de formar un Gobierno llamado de cambio o de progreso si Ciudadanos y Podemos manten¨ªan su cerrada y mutua exclusi¨®n.
El secretario general y la ejecutiva del partido pudieron haber elegido entonces el camino que parec¨ªa m¨¢s indicado despu¨¦s del comit¨¦ federal de julio: trabajar seriamente y de inmediato por la formaci¨®n de ese Gobierno hasta que una vez certificada su imposibilidad, optaran por la ¨²nica alternativa que quedaba si quer¨ªan evitar la convocatoria de terceras elecciones: la abstenci¨®n. Pudieron haberse empleado entonces en una labor pedag¨®gica sobre lo que significa en una democracia parlamentaria permitir al adversario la formaci¨®n de Gobierno pasando a liderar una oposici¨®n capaz, por n¨²mero de esca?os, por capacidad de negociaci¨®n y liderazgo, de imponer desde el Congreso un programa de reformas. Por vez primera, en efecto, el partido de Gobierno contar¨ªa con un n¨²mero de esca?os que le impedir¨ªa gobernar a golpe de decreto y le obligar¨ªa a negociar permanentemente el contenido de sus proyectos de ley.
Se ha hecho buena la ley de Murphy: si algo puede ir mal, lo m¨¢s probable es que vaya a peor
El secretario general y la ejecutiva federal optaron, sin embargo, por cruzarse de brazos a la espera de que el candidato del PP se estrellara contra la m¨¢s hueca y obtusa de las barreras que en pol¨ªtica se pueda concebir, la del no es no. En pol¨ªtica, el no nunca es no, salvo cuando quien lo repite como un papagayo quiere meterse en un t¨²nel sin salida. No solo en pol¨ªtica, en la vida misma es de sabios no decir nunca de este agua no beber¨¦, porque igual alg¨²n d¨ªa tienes que beberla o morirte de sed. En pol¨ªtica, el no m¨¢s inteligente es el que sirve para iniciar una negociaci¨®n, pero, ay, el secretario general del PSOE y su comisi¨®n ejecutiva cegaron a conciencia todas las salidas, se sumieron en profundo silencio y no se emplearon nunca en negociar su no. Y ah¨ª est¨¢n, plantados ante la peor de las alternativas, la que lleva a unas terceras elecciones. Y lo han conseguido sin poder culpar a nadie m¨¢s que a ellos mismos de semejante logro.
Al verse abocados a este fat¨ªdico desenlace, parte de los miembros de la ejecutiva ha dimitido para provocar la ca¨ªda de su secretario general, haciendo as¨ª buena la ley de Murphy en versi¨®n agravada: si algo puede ir mal, lo m¨¢s probable es que vaya a peor. El PSOE va mal desde las elecciones de 2011, cuando perdi¨® nada menos que 4,3 millones de votos. Profundiz¨® su ca¨ªda en 2015, con la deserci¨®n de otros 2,5 millones y sigui¨® bajando en 2016, con una sangr¨ªa que no ha dejado de manar en Galicia y Euskadi. S¨®lo faltaba que su comisi¨®n ejecutiva, responsable solidaria de haber conducido al PSOE a esta penosa situaci¨®n, no tuviera mejor ocurrencia, cuando est¨¢ en juego no ya la formaci¨®n de un Gobierno sino la existencia misma de este Estado social y democr¨¢tico de nuestros pesares, que lanzarse de hoz y coz a una escisi¨®n en la cima, preludio de un descenso a la marginaci¨®n e insignificancia. Nadie lo comprende, pero, si alguien no lo remedia, todos le har¨¢n pagar el precio de tanto destrozo.
Santos Juli¨¢ es historiador. Su ¨²ltimo libro publicado es Nosotros, los abajo firmantes. Una historia de Espa?a a trav¨¦s de manifiestos y protestas (Galaxia Gutenberg).
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